Novena de aguinaldos


RODRIGO SOLARTE

Pediatra

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Los regalos que se hacen en las fiestas de navidad a los niños, ya están culturalmente condicionados a la edad, sexo, género, necesidades materiales básicas, lúdicas, gustos de los familiares, modas y posibilidades económicas.

Para las familias católicas y cristianas, mantener equilibrio con lo religioso espiritual, sería lo aconsejable, sin aislar a sus niñas y niños, de la amistad y compañerismo con otras culturas religiosas o no, existentes en el contexto y ambiente donde crecen y desarrollan integralmente.

En los primeros años, niñas y niños aprenden por imitación a los adultos, incluyendo vicios y virtudes que se hayan definido en bien del colectivo o sociedad. Tal valoración debe ser con los principios y valores civilizatorios que la humanidad vaya definiendo como Derechos humanos y de la naturaleza, además de las propias y tradiciones que por su valor han permanecido.

La pluralidad y diversidad existente, va formando conciencia pre-ciudadana y humana del potencial adulto demócrata, conviviente a futuro, con los demás ciudadanos y la diferencial posición del estrato o clase socioeconómica, original y posterior, donde el SER HUMANO y su DIGNIDAD respetada, hagan parte fundamental de derechos y deberes.

La polarización estructural de las clases sociales, demostrable, histórica y científicamente, requiere convergencia de intereses, que bien pueden centralizarse en la niñez, descendencia de todas y todos, presente y futuro del ser colombianos, y el contexto o país que habitamos y nos contiene con toda su historia, biodiversidad, talentos, bellezas y recursos.

Las noches y días de paz, no todos las viven, familiar, personal y comunitariamente en este Cauca y país, del Sagrado Corazón, como católico, y de la Constitución del 91, como laico y plural, incluyendo lo religioso, étnico, cultural y de clases sociales.

La cantidad y dolor, de viudas y huérfanos, sigue en aumento ante el sistemático asesinato de líderes y lideresas. La paz de los sepulcros se asumió como rentable, y enmudece a las conciencias comprometidas y obligadas por ley a defender la vida.

A setenta años de aprobada la Declaración universal por los Derechos humanos, y en los últimos años, también los de la naturaleza, los acaparadores de la tierra y sus recursos, defienden a sangre, fuego y leyes tal monopolio, resistido por los indígenas y negros que luchan organizadamente por su derecho a seguir existiendo; campesinos desplazados, víctimas acumuladas durante más de medio siglo, mestizos y blancos solidarios en todas las instancias del poder educativo y político constituido, que hacen parte de la llamada clase media, por los ingresos y clasificaciones emanadas de la dirigencia en el poder económico, mediático y político.

La rentabilidad individual y empresarial define la labor de los empresarios que dan empleo en campos y ciudades. La responsabilidad social es poco tenida en cuenta por los mismos gobiernos Neoliberales, del cual, la mayoría de ellos hacen parte, sostienen, reciclan y difunden por todos los medios.

La escases de la intelectualidad científico técnica comprometida con el presente y futuro del país, es causada por la concepción de la dirigencia gubernamental, al concebir la Educación, más como un negocio, que un derecho humano de todas y todos los colombianos, tanto del campo como de la ciudad. De allí el predominio progresivo de la Universidad privada sobre la pública y las propuestas que el movimiento sociocultural universitario plantea, para frenar, revertir o equilibrar esa tendencia estratégica, tan claramente fundamentada por la nueva generación universitaria y no pocos maestros.

Muchos serían los aguinaldos estructurales que visualizamos como ideales a lograr. Ese papá Estado y papá Dios que concebimos, necesita conciencias comprometidas, con la fe, ciencia, organización y mucho trabajo con claros propósitos comunes, para el corto, mediano y largo tiempo, que procesos históricos como el ya iniciado, requieren.

No aspiremos a palacios. La corrupción habita en muchos de ellos. Bien pueden ser mejores, pesebres con muestra de la biodiversidad del contexto para cultivar, vivir y compartir; con servicios básicos que incluyan el internet y facilidades de comunicación, y vecindad propiciadora de la ayuda mutua, minga o cooperación.

 El próximo 2019, será año de definiciones importantes para seguir buscando el indispensable rostro humano que los cambios estructurales requieren.

 Vivimos tiempo de mercadeo, consumo, egoísmo e insolidaridad, que tiene comprometido ya, la Navidad con su calvario correspondiente, esperando el milagro, que solo el pueblo consciente de su importancia histórica podrá viabilizar, con el apoyo pacífico de tantos que se debaten entre la incertidumbre y el pesimismo por un futuro mejor.

 Algún día podremos democratizar de verdad, el FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO para todas y todos.