Páramo, sudor e integración se vivió en la travesía atlética Totoró-Silvia el domingo 16 de abril

Totoró fue escenario de la travesía atlética que se vivió en medio de integración, lluvia y sonrisas.

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POR: REDACCIÓN EL NUEVO LIBERAL

Paramo, sudor e integración en la travesía atlética Totoró-Silvia, una llovizna tenue nos recibió en el crucero Totoró-Silvia, fue una llegada de buses y carros particulares de los cuales bajaban rostros sonrientes en una multitudinaria algarabía y un frio soportable y silencioso en aquel lugar donde apenas rondaba el amanecer con una neblina apacible; el preludio de un día sin sol, perfecto para la jornada deportiva.

Todos querían salir corriendo, atravesar la carretera, adornada por las vacas, que arriaban los campesinos del sector y un paisaje montañoso apenas visible en la mañana.

El día anterior los mensajes se cruzaron en el chat, querían cupo en las busetas, preguntaban recurrentemente la hora de salida; Esmeralda Arcos había hecho la gestión del transporte y fijo horarios y sitios de encuentro en la ciudad: iniciarían en la chirimía, pasarían luego por el puente de la Esmeralda y el parque Carantanta y los últimos serían los del Sena norte; estaban ansiosos por estrenar la camiseta de “atletas en acción” elaborada por la empresa Dharma y las cuales fueron entregadas el viernes en la tarde en las instalaciones de Oximedica otro de los patrocinadores, sitio en el que además recibieron: tula deportiva, proteína, café y crispetas. Aldemar Martos, William Eduardo Hoyos, Juan de Dios Tosse y Orlando Vergara encabezaban la bienvenida, en ese momento estaban listos los preparativos y las balotas del desayuno se entregarían en Silvia a quienes coronaran el recorrido.

El ambiente del momento era agradable, los atletas, daban pasos, trotaban, estiraban, tomaban fotos, esperando la hora de partir; fue entonces, cuando se convocaron al punto de salida y se pidió silencio para escuchar las indicaciones del líder del grupo Aldemar Martos, quien su primera frase fue de agradecimiento por la asistencia y además agregó que había crecido el voz a voz para reunir a esta gran familia de corredores de la ciudad blanca y que más de ciento cincuenta personas tomarían la partida en esta travesía para el recuerdo; además, aclaró que no era una competencia y que cada quien podría ir a su ritmo personal, que había que llegar al parque de Silvia, atravesar el arco de meta y esperar hasta que el ultimo participante lo hiciera, con los aplausos por el objetivo cumplido.

De esta forma, salió el grupo en una cuenta regresiva en coro desde diez hasta cero; en los primeros dos kilómetros el grupo se mantuvo compacto, luego se fueron ajustando los pasos y cada quien cogió un ritmo interno, personal, íntimo, y de esta forma en comunión con la naturaleza se lanzaron a cruzar los diecisiete kilómetros de subidas y bajadas que conectan al Municipio de Totoró con Silvia. Las liebres mostraron se destreza para la alta montaña en los últimos kilómetros, dando pasos largos y dejando una estela de vapor en el aire y su andar se entrelazó con los paisajes y los movimientos del viento.

Algunos apuraban el paso en las bajadas, se sentían poderosos desafiando la gravedad, otros al contrario aligeraban la marcha en las escarpadas, pues se consideraban fuertes subiendo; quienes querían confirmar su resistencia, quedar delante de alguien era imperioso y se apresuraban a darle alcance y no faltó la voz de ánimo que los sorprendía en los momentos fatigantes y era como un motor que los impulsaba a seguir el camino, porque trotar es como la vida, llena de esfuerzos y obstáculos por superar.

La carretera otrora vacía de transeúntes, estaba abarrotada de personas de diferentes edades, una aglomeración de pasos deambulando por aquel lugar, como fascinantes guerreros en busca de sus sueños y alguien dijo que el único motivo porque había madrugado, era porque amaba correr, sentir en las tardes del domingo la sensación de satisfacción en todo su cuerpo fatigado, era ser feliz.

Los lugareños los vieron llegar al pueblo, con el asombro de lo inusual, sus ojos revisaban cada cuerpo y sus oídos escuchaban el jadeo de la respiración agitada y de aquellos que llegan en grupos con el mismo paso. En la meta Diana Orozco los esperaba con los ramilletes amarillos de bananos, aliciente en aquellos momentos, mientras llegaba la hora del desayuno colectivo, era domingo y pudieron observar también hombres y mujeres indígenas vestidos con sus trajes típicos iguales, posteriormente, se ubicaron en el parque principal y tomaron la fotografía para la remenbranza en el letrero “yo amo a Silvia”.

Silvia y Totoró unidos por esta vía, dos municipios tesoros turísticos del Cauca, donde se ha tejido gran parte de la historia, donde se han enrollado los telares de pueblos que se han resistido a desaparecer y hoy son ejemplo de sabiduría ancestral, fue algo maravilloso poder disfrutar de este evento con rostro de ecoturismo en nuestro bello departamento del Cauca.

Siete años del grupo “atletas en acción”, son testimonio de que la integración es posible, aquí se comparte únicamente información sobre el deporte del atletismo competitivo y recreativo, entrenamientos en grupo, invitaciones especiales, solidaridad para compañeros deportistas que en un momento determinado se les ha presentado un inconveniente, entre otras actividades, son cosas que deben persistir y en el cual tienen cabida la diversidad de pensamientos e ideas sin discriminación, donde todos disfrutan sin límites la pasión de la actividad física con fines de esparcimiento, salud, bienestar y calidad de vida, y se sienten acogidos y en familia, como si se conocieran de toda la vida, basta dar la primer zancada juntos y ya son entrañables compañeros de senderos. “Gracias por estos momentos sublimes de la vida”.