“Si, presidente”

Columna de opinión

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Por Eduardo Nates

Justo es reconocer que la reacción del gobierno actual ante la emergencia en Rosas, cuyas consecuencias apenas estamos comenzando a sentir, ha sido oportuna. El presidente Petro, en medio de las enormes dificultades presentes y las responsabilidades presidenciales que le corresponde enfrentar visitó, después de un par de intentos fallidos, la zona del desastre, en compañía de los ministros, altos consejeros presidenciales y los principales funcionarios de primer nivel a quienes corresponde, por razones de su cargo, atender la situación. No es de poca monta tener paralizado el suroccidente del país, con la tragedia social que se nos vino encima, con las inmensas dificultades de movilidad e inclusive tener suspendidas una importante porción de operaciones comerciales internacionales y por supuesto las incalculables consecuencias económicas de todo esto sucediendo al mismo tiempo.

Es evidente que la voluntad política está clara y expresa desde el primer despacho de la nación. Ahora viene, como se dice coloquialmente, “la parte valseada del tango”; Es decir, la resolución de todos los obstáculos legales, técnicos, administrativos, financieros, ambientales y de otros ordenes, que siempre surgen como obstáculos insalvables en todas las calamidades, a las órdenes presidenciales. Aparecen las terquedades de los “feudos institucionales” que deben converger en la solución real de los problemas y las “vanidades operativas” de funcionarios que desean ejercer su poder, para que les sea “reconocida su importancia…” 

Pero la experiencia nos ha enseñado que la “voluntad política” tiene que convertirse en actos administrativos y disposiciones legales que aterricen y hagan tangibles pronto, las soluciones reales y tranquilicen, desde el punto de vista jurídico a quienes efectivamente desean cumplir con el propósito de atender una calamidad. No basta tan solo la “declaratoria de emergencia” o la reconocida figura de la “Urgencia manifiesta”. Se trata de la toma de conciencia y el convencimiento de que hay que tomar decisiones racionales y prácticas, con la mayor transparencia y convicción total de que se están haciendo las cosas correctamente. 

Valdría la pena pensar (y recordar) que, por ejemplo, la Corporación Nasa Kiwe ya atendió en forma satisfactoria una calamidad de mayores proporciones y consecuencias que la actual, de Rosas, en Tierradentro, en 1994, con motivo del sismo y avalancha que generó la tragedia del río Páez. Además, hace poco se conoció la noticia de que ha sido ampliado su radio de acción a un número mayor de municipios caucanos y tiene, dentro de sus estatutos de creación, una serie de dispensas y condiciones legales extraordinarias que le permiten abreviar muchos procedimientos administrativos. A lo mejor, habría que reestructurar algunos estamentos de dirección y aplicar algunos cambios institucionales menores, pero ofrece la posibilidad de contar con la memoria administrativa y operativa del manejo de una situación calamitosa sin precedentes y con una trayectoria limpia y transparente. Tiene una serie de capítulos presupuestales abiertos y fácilmente ajustables a la situación actual en Rosas. 

En un país en donde cada tragedia (semanalmente…) va opacando a la anterior y los esfuerzos gubernamentales hay que volcarlos sistemáticamente a la nueva, podemos estar corriendo el riesgo de que el proceso de atención a nuestra calamidad, pase a ser “un periódico de ayer.” O, por otra parte, que lo ordenado por el despacho presidencial de Gustavo Petro, no pase de ser atendido con las conocidas palabras “Sí, presidente” se obedezca, pero no se cumpla…

Lo que quiero significar es que, si a  esta situación dramática y de emergencia, que tiene el carácter permanente (la falla geológica) no se le atiende o no se utiliza un vehículo regional propio con asignación presupuestal suficiente para contratar por obra pública la construcción de la variante Timbío- Estanquillo y el mantenimiento y mejoramiento de las dos vías alternas, por La Sierra y por El Hoyo, y del trozo de Panamericana que quedará, la visita del presidente Petro no pasará de ser nada distinto de una visita más, llena de buenas intenciones (que es de lo que esta pavimentado el camino al infierno, según cuentan quienes han viajado hasta allá…)

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