Violencia contra protesta estudiantil

SIGIFREDO TURGA AVILA

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Recordaba en una anterior columna, que en una entrevista radial el expresidente de Colombia doctor Alfonso López Pumarejo manifestó que “La violencia es una enfermedad que viene de lo alto”.

Lo recordé nuevamente el día Jueves 8 de noviembre próximo pasado, cuando le rendíamos homenaje en el Paraninfo Caldas al distinguido académico tan querido por la comunidad universitaria, el ingeniero profesor de la Universidad del Cauca, Jhon Calderón.

Hacia las 12 del día y mientras se ofrecía el homenaje, continuaba instalado un grupo de estudiantes, bajo carpas, al frente de la Catedral de Popayán, en el Parque Caldas, expresando con ello su protesta pacífica por el creciente déficit presupuestal con que el gobierno nacional ha venido atendiendo la educación universitaria. El nuevo gobierno, antes que ofrecer una salida favorable para dicho presupuesto, por el contrario ofrece mayores dificultades financieras a la universidad pública en lo proyectado para el año 2019.

Es tan grave el asunto que los rectores y demás directivos de todas las universidades públicas, junto con otras fuerzas vivas de dichas instituciones decidieron manifestarse, incluso con desfiles masivos, por las calles de las principales ciudades del país y en compañía de otros organismos comunitarios como los sindicatos, para que todo el país conozca el problema presupuestal de las universidades públicas y ojalá así la comunidad se apersone también de la solución.

Pasados unos minutos después de las 12 del día, en momentos en que por unas calles de Popayán un numeroso grupo de estudiantes desfilaba en manifestación pro defensa de las universidades públicas, el ESMAT arremetió violentamente contra el grupo que se encontraba bajo carpas en el Parque Caldas, hiriendo gravemente a varios y los desalojó en medio de gases lacrimógenos.

La represión continuó hacia las dos de la tarde y al ingeniero Calderón lo sacaron en medio de los gases lacrimógenos para llevarlo hasta el cementerio sin pasar a Santo Domingo para la misa allí programada. Esquivando los gases lacrimógenos, corrían con el ataúd quienes lo cargaban, convirtiéndose estos hechos como parte del homenaje a un académico que siempre se preocupó por que en cada día que pasara se mejorase la calidad de su Universidad.

Todo indica, que fue el Alcalde de Popayán quien dio la orden para que el Esmat interviniese de esa manera contra aquellos que como él tienen el privilegio de ser o haber sido estudiantes de la Universidad del Cauca y ser parte de sus fuerzas vivas, como egresado que lo es.

Estamos seguros de que esta autoridad de gobierno habría logrado que se levantasen las carpas del Parque Caldas, si se hubiese solidarizado con los estudiantes en favor de que se mejoren las condiciones económicas y administrativas de su Universidad. Así los violentos entre los estudiantes o de cualquier otro origen no hubiesen podido actuar.

Hay que tener siempre presente, que Popayán es la Ciudad Universitaria de Colombia, condición de la que ha vivido en buena parte siempre su comunidad. La mejor inversión que puede hacerse para que se desarrolle la ciudad es la que se dirija en bien de la educación universitaria. ¿Cuántos restaurantes, fotocopiadoras, residencias estudiantiles, papelerías, tiendas de ropa o de artesanías fortalecerían la economía de Popayán si el presupuesto de la U. del Cauca se mejorara?.

Tiene todavía la oportunidad el señor alcalde de ganarse el apoyo de los universitarios para que se le facilite su gestión, corrigiendo esos procedimientos violentos La protesta estudiantil pacífica en defensa de la universidad en la Ciudad Universitaria de Colombia no queda bien resolverse con violencia.

Resolver diferencias por métodos violentos es de torpes. Popayán no lo merece.