Rodeemos a la U del Cauca

SIGIFREDO TURGA AVILÁ

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30 años atrás el Hospital Universitario San José de Popayán (así todavía se le llama), efectivamente era universitario y funcionaba bajo el rigor académico de la Universidad del Cauca. Sus profesionales médicos, salvo contadas excepciones, eran todos docentes de esta Universidad.

Los estudiantes de la Salud circulaban por el hospital como equipos organizados bajo la dirección de científicos que a todo momento promovían la investigación entre sus estudiantes, a tal punto que todo paciente era atendido por uno o más docentes acompañados de sus estudiantes, con un criterio de atención integral. Cada paciente contaba con un estudio completo producido por un equipo de personas, quienes le garantizaban permanente atención médica.

Hoy, nadie está exonerado de llegar al hospital San José y quedar igual que en otras entidades hospitalarias de Popayán, tirado en el suelo de cualquier corredor incluso, clamando para que se le atienda ante alguna crisis de salud.

En aquellos tiempos, el Hospital San José, con presencia directa de la Universidad pública, prestaba un efectivo servicio de atención a la salud para toda la comunidad, incluyendo al propio personal de la Universidad y del Hospital.

Hoy es un punto de negocios administrado bajo el concepto de la utilidad sobre la inversión; rodeado de muchos otros puntos de negocio, como la Clínica La Estancia, que nacieron sobre las ruinas en que lo fue dejando postrado su Administración al aplicar políticas orientadas a fortalecer egoístas intereses privados en contra de los intereses generales de la comunidad, debilitando el cumplimiento de obligaciones del estado.

Triste, muy triste el papel desempeñado por la dirigencia política y la misma comunidad, permitiendo que se disolviera esa dinámica alianza Hospital-Universidad. Timoratos y cobardes los Caucanos para defender patrimonios y derechos. El Cauca sería fuerte con una Universidad fuerte, rodeada, luchada y defendida por su comunidad.

Seguramente muy pocos caucanos están enterados de que el General Bolivar hizo aprobar como propiedad de la Universidad del Cauca una extensión de 260.000 hectáreas o 2,600 Km2 para su fortalecimiento económico, en zonas aledañas del Río Naya, en el pacífico de colindancias entre los departamentos del Cauca y Valle del Cauca.

Es muy triste que tantas administraciones de la Universidad hayan desconocido la importancia que tiene incluso hoy para esta institución, el de ser propietaria aún del subsuelo de un territorio de 2600 Km, mucho más grande que el Departamento del Quindío; en el que, en tiempos de la rectoría del doctor Osvaldo Rengifo Otero un estudio técnico demostró que el oro por tonelada ascendía a 12 gramos por tonelada removida, mientras que en los demás territorios normalmente rentables, solo reportaban un gramo por tonelada.

Hoy explotan y gozan de esta riqueza, que legalmente es de la Universidad del Cauca, no los tradicionales pequeños mineros artesanales, como ocurría en el tiempo de los rectores Rengifo y Bonilla Fernandez, interesados en que se ejecutara un plan de desarrollo en el Naya por parte de la Universidad. Hoy ese oro beneficia intereses que en nada tienen que ver con la Universidad. ¿Qué pasa con la dirigencia del Cauca y con su comunidad que no se disponen a defender esos territorios, de los que podría estar viviendo a plenitud la Universidad, sin necesidad de estarle mendigando reajustes presupuestales al gobierno nacional para salvar sus déficits?.

En últimas, es necesario que todas las fuerzas vivas del Cauca se integren para estructurar un plan de desarrollo que apuntale a la Universidad del Cauca y recíprocamente beneficie a esas mismas fuerzas vivas.

NOTA. Cómo nos duele la muerte del lngeniero, profesor de la U, Jhon Calderón Ramírez.