La reciente feria del libro

VÍCTOR PAZ OTERO

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Solo tenemos voces de aplauso y de reconocimiento entusiasta para celebrar la exitosa feria del libro en Popayán. Este esfuerzo colectivo, apoyado con desinterés y alegría por tantas personas y por tantas instituciones, significa para la ciudad un enorme y significativo logro de orden cultural y espiritual, que reconcilia a Popayán con la a veces confusa e incierta categoría de considerarse como una ciudad culta o como una ciudad letrada. Categoría que sin duda alguna conjuga e incorpora elementos que están en el imaginario colectivo de nuestras gentes y que constituyen como la música de fondo que alimenta y reproduce la imagen y la identidad esencial con la cual se complace la ciudad.

Sin embargo, es más que evidente, que a lo largo de los muchos y últimos años ha existido indiferencia, abandono y descuido imperdonable por los rituales y las ceremonias de la cultura. El conjunto de la ciudad y de sus ciudadanos, parece haber dejado de lado las preocupaciones y los compromisos por preservar y apoyar el proyecto de continuar configurando la ciudad articulada a la imagen y a la palpable realidad de un gran centro generador de procesos culturales. De descuidar el compromiso y la urgencia de convertirnos en una auténtica ciudad universitaria, de subestimar el esfuerzo enaltecedor y colectivo de asumir el compromiso de convertir la cultura en el eje de sustentación de su confuso presente y de su proyecto de futuro. Popayán traicionaría y envilecería el significado tanto de su pasado, de su presente y de su futuro, sino privilegia, defiende y fortalece esa matriz cultural como elemento sobre el cual debe descansar su auténtico y verdadero valor histórico.

Y por supuesto que un proyecto de esa naturaleza, ni es excluyente, ni estará nunca en contradicción, con los inexorables procesos de cambio y de transformación que imponen y exigen las dinámicas que el tiempo de la modernidad le imprime a los universos de la cultura.

La cultura no solamente es un “haber”, o una idealizada herencia que nos regala el pretérito. Es también, y en parte muy significativa, una conquista y una construcción que nos demanda el presente y nos exige el futuro. Es una lucha permanente por cualificar y dignificar nuestras formas de SER y ESTAR en la historia. Es un reto ineludible que obliga a todos los seres al compromiso de elevar continuamente las formas de la convivencia y de la civilización.

Los procesos culturales en nuestra época son también una forma y un lenguaje para que colectivamente las ciudades ajusten su ritmo y su configuración a las urgencias de su presente. La cultura en el mundo contemporáneo, no es una entelequia abstracta o idealizada que aspire a satisfacer falsas suposiciones acerca de lo que puede encarnar una equivoca comprensión de las necesidades o las urgencias, definidas como espirituales, para colmar el vacío del hombre en el nuevo y alienado universo tecnocrático. El espíritu humano también es histórico como lo son las propias exigencias y demandas de la cultura.

Por lo anterior, un gran proyecto cultural, considerado como elemento orientador y condicionador para nuestro desarrollo urbano, necesariamente exige y debe incorporar procesos productivos que generen trabajo y riqueza material.

Así como se elaboran y se formulan modelos económicos sostenibles para la creación de trabajo y de riqueza, también existen o se pueden elaborar modelos sostenibles, posibles y realizables de empresas y proyectos culturales que conjuguen y potencialicen la dualidad de la vida humana. Vida que no olvidemos está compuesta tanto de espíritu como de materia.

La tragedia y la banalidad de la vida contemporánea, en buena parte, radica en haber centrado su proyecto de realización en alimentar el estómago al costo de haber abandonado los alimentos para el espíritu.

Creo que nadie, con un poco de inteligencia y otro poco de sensibilidad, podría dudar que el destino y el futuro de una ciudad como la nuestra, necesariamente debe anudarse a una gran y sostenible proyecto de construcción y realizaciones culturales. (volveremos e insistiremos).