Origen del ser guerrero y político de la especie humana (II)

FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO

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Darwin pasó por alto la facultad creadora y artística de los humanos y se equivocó enfáticamente al plantear que las diferencias mentales entre los humanos, los primates y los demás animales eran sólo de grado, desconociendo que el genio creador humano es único, exclusivo y excluyente, de una magnitud tan elevada que lo coloca en un reino natural distinto al de los animales.

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Durante el período evolutivo el hemisferio cerebral derecho, onírico, creador, inconsciente, dispuesto para la adaptación al medio y la reproducción, dominó sobre el hemisferio izquierdo. El homínido del período evolutivo es nómada, caza, pesca, recolecta frutas y raíces. En el período histórico el hemisferio cerebral izquierdo, reflexivo, lógico, racional, consciente, crea la civilización y subordina al hemisferio derecho. El hombre histórico es sedentario, cultiva, cría ganado, construye aldeas y caminos. El antagonismo entre pueblos nómadas y sedentarios es el origen sobre el cual descansa la guerra, reflejando dos cerebros con diferente nivel de desarrollo, causa que los confronta y los lleva a inventar y utilizar armas cada vez más mortíferas, a construir ciudades-fortalezas (Jericó, Israel, 9 mil años A. C.; Katal Huyuc, Turquía, 7 mil años A.C.), a poner sus capacidades y esfuerzos al servicio de la conflagración bélica, a defender su territorio y sus bienes, a mejorar su fortaleza y preparación física, relegando a la mujer a un plano secundario, circunscrito a las labores domésticas, la agricultura, la ganadería y la crianza de los hijos, originando la historia guerrera masculina y la dominación política, estatal y gubernativa por parte de los hombres, situación que persiste hasta hoy.

Concluimos que: i) la marcha bípeda y erguida son constitutivas de la naturaleza humana; ii) los humanos se desprendieron de un mamífero especial protohumano X, muy evolucionado en su ADN; iii) la singularidad humana es diametralmente distinta a la de todos los primates; con una gran capacidad creadora innata que lo hizo apto para sobrevivir y reproducirse hasta transformarse en el ser superior de la naturaleza; con un cerebro prodigioso que le permitió desarrollar el lenguaje simbólico, la razón consciente, la religión, el arte, la historia creadora, la ciencia y la técnica, gracias a su hemisferio cerebral derecho creador e inconsciente.

Culminado el proceso evolutivo dos pueblos emergieron a la historia, disociados, con diferente organización y capacidad mental, contrapuestos funcionalmente; eran enemigos mortales: los barbarus y los civilizados, pueblos antagónicos que estructuraron un dispositivo que los enfrentaría inevitablemente: la guerra. Si de tal proceso hubiera surgido solamente la especie civilizada, sapiens, sosegada, racionalista consciente, creadora, sin rangos étnicos ni odios, dispuesta a construir la historia en unidad compacta entre mujeres y hombres, la guerra no habría surgido.

Este larguísimo recorrido entre los períodos evolutivo e histórico (10 millones de años) explica fehacientemente el origen del ser guerrero y político de los hombres; por qué se dividió la unidad humana entre hombres que gobiernan los pueblos del mundo, con un parcial conocimiento, y mujeres privadas de coadyuvar con su sabiduría al éxito del devenir histórico; de allí, el necesario fracaso de la historia masculina, colapsada hoy orbitalmente. La salida de este drama humano se divisa en el nuevo humanismo, que superará la historia masculina con sus guerras, sus políticas y sus corrupciones.