Insurrección cocalera

ANA MARÍA RUIZ PEREA

@anaruizpe

Este país parece un cuerpo con llagas que, de repente, supuran aquí o allá; con los días la piel de la inconsciencia tapa el fluido de secreción malsana pero mientras más costra se forma, más pus se va recogiendo en los territorios infectos. En las capitales se rumora que hay situaciones críticas en los territorios, pero nadie se atreve a formular un antibiótico que frene la pústula ni siquiera un calmante para el dolor de tanta gente inmersa en nuevas guerras, que son como renovaciones de la misma guerra eterna.

Argelia, al sur del Cauca, colinda al oriente con el valle del Patía y al occidente con la selva espesa que la separa de Guapi, y del océano Pacífico. Los campesinos que habitan en este pie de monte siembran coca a la vista de todo el que se atreva a pasar por ahí, unas tierras olvidadas del Estado donde ha imperado siempre la ley del monte. En cuanto se retiraron las Farc, más pronto que rápido llegaron nuevas fuerzas a mandar en el negocio, a tasar los precios de la hoja y la base para el agricultor, a controlar la producción y transporte de la cocaína hasta llevarla a puerto. Llegaron otros jefes a ponerle reglas al negocio. Y aunque el Estado colombiano haya firmado un Acuerdo de Paz en el que se comprometía a avanzar en sustitución voluntaria y mejorar las condiciones de estos campesinos cocaleros, los elenos y los carteles mejicanos ya se instalaron donde tenía que haber llegado la oportunidad de brindarle a estos colombianos un sustento basado en una economía legal.

No solo no hay ninguna alternativa legal, para ellos solo hay represión. Si alguna vez se habló de sustitución voluntaria, esas palabras quedaron proscritas en este gobierno y, en su lugar, el ministro Botero amenazó con drones de fumigación. El asunto se puso color de hormiga la semana pasada cuando las fuerzas militares actuaron en llave con la Fiscalía y le cayeron a un cristalizadero de la región lleno de cocaína lista para ser sacada por las trochas hasta el mar.

El viernes 19 de octubre, una multitud retuvo en la cancha de fútbol de Argelia a 60 militares y funcionarios de la Fiscalía que cargaban un helicóptero con el decomiso. Exigieron que se les devolviera la coca, porque en ese cargamento estaban sus ingresos para los próximos meses. Los comunicados de prensa oficiales no dan cuenta del tiempo que estuvieron retenidos, de cómo salieron esas 60 personas de Argelia (por carretera, supongo, hasta la Panamericana), ni dónde quedó la droga.

El sábado en la noche se reportó fuera de radar un helicóptero militar que había salido de Argelia con parte de la cocaína incautada hacia la base militar en Popayán. El tiempo atmosférico adverso, como dice el comunicado de prensa del Ejército, les cobró la vida a los 4 militares que lo tripulaban.

Como dice el comunicado de la Fiscalía, “una circunstancia similar ocurrió en el mismo municipio hace dos semanas, donde les fue retenida la droga incautada a soldados del Ejército y funcionarios de la Fiscalía, bajo la arenga de que se trata de un territorio cocalero al que no puede volver a ingresar la autoridad”.

El domingo, a la altura de El Patía (a 20 kilómetros de la cabecera municipal de Argelia), una horda de campesinos se atravesó en la carretera para impedir el paso de la caravana judicial que llevaba detenido a alias “Conejo”, un supuesto jefe del ELN detenido ¿dónde? En Argelia. Tiraron piedras y palos, rociaron gasolina al carro, y liberaron al tipo.

Si es el ELN el que está mandando ahí, si es el cartel de Sinaloa, o se trata de un joint venture no lo sé. Pero lo que se ve ahí es un pueblo envalentonado que nos restriega en las narices que tienen una lucha común en defensa de una economía ilegal y una organización muy bien aceitada.

Lo que está haciendo la gente de Argelia es, literalmente, un acto de insurrección. Según el diccionario de uso del español de doña María Moliner, insurrección es “la acción de declararse en contra de la autoridad constituida y de luchar contra ella”. Que esa insurrección sea para defender una economía ilegal nos pone ante el gran dilema colombiano, ese que nos cuesta tanto trabajo entender y que tantos muertos y tanto desamparo nos produce a diario. ¿Qué hacer con este problema? ¿vamos a permitir que se creen nuevas formas de insurrección, cuando ya estábamos a punto de acabar con las guerrillas? ¿Cómo se llama esta nueva forma de insurrección vinculada exclusivamente al tráfico de coca?

Son sinónimos de insurrección levantamiento, insubordinación, motín, sublevación, alzamiento, rebelión, sedición. En Argelia no hay Estado, solo campesinos, coca y guerra. E insurrección.