HAROLD MOSQUERA RIVAS
Se aproxima el final del año 2020, el más difícil de cuantos he vivido, desde que tengo uso de razón. Sin las celebraciones que de manera periódica se convierten en el analgésico para todos los dolores que padece nuestra sociedad, en tanto que, celebrando cada acontecimiento, superamos con el paso del tiempo las tragedias del día a día, los escándalos de corrupción, los asesinatos de líderes sociales, ex combatientes y algunos otros inocentes.
No tuvimos como en años anteriores, un gran día de la madre, en el que con Ismael Miranda, quienes ya no la tenemos viva, cantáramos el estribillo que dice: “Madre, Madre, yo a ti quisiera verte otra vez”, el día del padre pasó, sin que recordáramos con Piero que: “Es un buen tipo mi viejo, que anda solo y esperando”, El San Pedro se pasó sin fiesta y sin que nos pegáramos la rodadita al Huila, para bailar el San Juanero e improvisar rajaleñas, el 20 de julio no hubo grito de independencia, mientras que el 7 de agosto no ondearon las banderas en honor a la gesta libertadora,
En septiembre no hubo amor ni amistad, a pesar de que uno y otras estaban allí para nosotros, en octubre solo los indígenas salieron para derrumbar la estatua de Sebastián de Belalcázar que por años los observó desde El Morro, dividiendo opiniones en la ciudad blanca. El 6 de octubre no fue posible que con los trabajadores sindicalistas, nos encontráramos en Nueva York para celebrar mi cumpleaños bailando salsa como en años anteriores, en Noviembre nadie viajó a celebrar en Cartagena, el Grito de Independencia y en este mes de diciembre, se prendieron las velitas, pero respetando la distancia y al día siguiente, pocos celebraron la Inmaculada Concepción, quienes rezaron la novena, lo hicieron de manera virtual, al igual que la Feria de Cali, por primera vez fue virtual. Los hinchas del América de Cali desafiaron el Covid-19 celebrando su décima quinta estrella, mientras vimos partir a amigos entrañables como Harold Londoño, Jorge Muñoz Fernández, Aurelio Iragorri, Carlos Nino Ruiz y Gustavo Herrera, así mismo, despedimos a personajes queridos en el mundo de la música, como El Cano Estremera, Tito Rojas y Armando Manzanero. Todos esperamos que el 2021 traiga consigo: tranquilidad, libertad, paz, alegría, salud, empleo y por supuesto todas esas fiestas que este año brillaron por su ausencia.
Quienes por efecto de la pandemia, en medio del miedo y las medidas restrictivas, conservamos la vida, a pesar del dolor, podemos vestir nuestras ilusiones con el color de la esperanza, preparar a los niños para construir un mundo diferente, donde la amistad valga más que el dinero, donde el amor por fin pueda vencer al odio, donde el agua importe más que el oro y donde el salario de los parlamentarios, que no trabajan todo el año, pero igual lo cobran, nunca más vuelva a incrementarse por encima de lo que se aumente el salario mínimo que perciben por cada mes de trabajo las personas más humildes de nuestra sociedad.
Un abrazo de feliz año para todos.