Yo no olvido al año viejo

Columna de opinión

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Por Paloma Muñoz

“Yo no olvido al año viejo/ porque me ha dejao´ cosas muy buenas/ me dejó una chiva/ una burra negra, una yegua blanca/ y una buena suegra/. Esta estrofa, perteneciente a una de las canciones más escuchadas de fin de año y es “El año viejo” del compositor colombiano Crecencio Salcedo Monrroy. Pero permaneció por muchos años sin el reconocimiento de sus composiciones porque siendo un humilde campesino, desconocía los vericuetos de los registros de las canciones como derechos de autor. Él la compuso en 1951 y ha sido un tema musical que suena por décadas en el mundo hispano. Crecencio, nació en Palomino Bolívar (Costa Caribe colombiana), era un constructor de flautas de caña traversas y las vendía en las calles. Fue un gran compositor empírico, pero muchas de sus obras nunca fueron registradas, al punto tal que cuando murió estaba en una pobreza absoluta. Composiciones como: “La Múcura”, “El hombre caimán”, “El gusto por las mujeres”, “Cosquillitas”, “Mi cafetal”, entre muchas otras canciones.

En Venezuela en 1952 su tema musical “el año viejo” es presentado con autor desconocido al cantante mexicano Tony Camargo, quien estaba de viaje por ese país, como tema popular la graba en 1953 junto al coro de las Tres Conchitas. Desde ese momento la canción se popularizó tanto a nivel mundial que ha sido grabada en 30 versiones diferentes de habla hispana, en ritmos de salsa, cumbia, banda, ranchera y otros ritmos más. Al punto tal que fue grabada por músicos famosos como el pianista argentino Raúl Di Blasio. Pero la de mejor gusto especialmente para los colombianos, es el tema musical grabada por el mismo Crecencio.

Sus composiciones eran de la vida cotidiana, relacionadas con el campo, lo que iba viviendo en el momento, sencillas y él mismo se definía como “recogedor de sonidos” cada vez que le preguntaban si era compositor, “yo lo que hago es recoger motivos” contestaba, porque nunca le importó tampoco eso de los reconocimientos legales. Porque su idea era componer y compartir su música como lo han hecho muchos compositores populares, que no viven de la fama, ni de los aplausos sino de  ese ejercicio de la donación musical que muchos músicos populares, lo han hecho. Un ejercicio de donación que permite que permanezca en la memoria de los pueblos. Viajaba por los lugares cargando sus flautas en una mochila para venderlas, porque era la manera de su sustento, por eso él mismo decía, “no pido limosna, solo vendo mis flautas”. Con la flauta de caña iba haciendo sus composiciones en sus recorridos por las regiones que visitaba. Crecencio Salcedo en los años 60 vivió en Medellín y también estuvo una temporada en Bogotá vendiendo sus flautas de caña, las que nadie le enseñó a elaborar. 

“El año viejo”, es un tema musical clásico que sigue sonando en las familias durante la noche cuando está por finalizar el año cada 31 de diciembre. Quizá, todas sus composiciones pudieron darle regalías para vivir mejor, pero todas sus obras las cedió a Discos Fuentes.  Aunque sí grabó y vendió álbumes en su entorno cercano, bajo su propio sello denominado Mi Patria. También grabó con Sonolux con su grupo musical Los Indios Selectos. Aunque siempre volvía a las flautas. Por eso Crecencio Salcedo “nos dejó, cosas muy bonitas” canciones y un gran aprendizaje del desprendimiento musical. Por eso es que muchos músicos populares permanecen en la memoria de la gente, porque quisieron fue compartir el desarrollo de sus dones.

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