FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
Es el Poeta de Oriente. Nació en Bisharri, Líbano, el 6 de enero de 1883, en el seno de una familia escasa de recursos dinerarios. Desde su infancia reveló excepcionales dotes para la pintura y la literatura. A los once años emigró a EE.UU. con su madre, Kamile Rabame, de quien heredó la sensibilidad artística, el gusto por lo bello, los evangelios y las leyendas árabes; y, sus hermanas menores, Sultana y Mariana. Se instalaron en Boston y vivieron pobremente, en condición de empleadas. Cuando cumplió catorce años, Kamile lo regresó a Beirut, ingresó al colegio de Al-Hikmat donde perfeccionó el árabe nativo y aprendió francés. Se graduó con honores. Allí, recorrió con su padre los escenarios que inspirarían su obra Jesús el Hijo del Hombre. En su misticismo confluyeron diferentes doctrinas religiosas: cristianismo, islam, judaísmo y teosofía. En cierta ocasión redactó: “Ustedes son mis hermanos y los amo cuando se postran en sus mezquitas, se arrodillan en sus iglesias y oran en sus sinagogas”. La libertad que respiraba en Norteamérica y la opresión imperante en su país le permitieron comparar ambos sistemas y escribir contra la tiranía y el vasallaje. En 1901 viajó por España, Italia y Grecia, estableciéndose en París con el esfuerzo y apoyo de su madre y sus hermanas. Entre 1902-03 murieron aquejadas por la tuberculosis Sultana, Pedro -hermano mayor- y Kamile. Retornó a Boston, se reunió con Mariana y vivió con ella padeciendo estrechez económica. Realizó exposiciones de pintura, gracias a su benefactora Mary Haskell, quien en 1908 le financió el viaje, la estadía y los estudios en L´Ecole des Beux Arts de París, lugar donde se amistó con Rodin y William Blake, artistas que celebraron y estimularon sus aptitudes como pintor, literato e intelectual.
En 1910 regresó a Boston y, sin ser político, fundó en 1911 “El Eslabón de Oro”, agrupación político-social para luchar contra el despotismo y la injusticia en Oriente. Para ese año expresó: “Me alejo de los acontecimientos políticos y las luchas de poder, pues toda la tierra es mi patria y todos los hombres son mis compatriotas”. Dolido con Mary Haskell porque no lo aceptó como esposo, partió definitivamente a New York, ciudad en la que montó entre 1911-17 dos exposiciones y una en Boston, con excelente crítica y progreso de su situación económica. En 1916 conoció al escritor y crítico Michael Naimy, amigo de Mary Haskell, quienes lo convencieron de escribir en inglés. Desde 1920 su producción, muy conocida en Oriente, traspasó las fronteras y se divulgó presurosamente en Occidente. Entre 1922-29 realizó exposiciones en Boston y New York. Obtuvo extraordinario éxito en crítica y ventas. El 10 de abril de 1931, Bárbara Young, poetisa, secretaria y biógrafa de Khalil Gibran, lo acompañó al hospital San Vicente, donde murió esa noche de una afección cardiaca. Sus restos fueron llevados al Líbano el 21 de agosto de 1931. Fueron recibidos y sepultados con pompa por el Presidente del Líbano. Entre sus obras literarias se destacan Khalil, el hereje; El loco; Alas rotas; y, El profeta, su obra cumbre. Sus libros están traducidos a más de veinte idiomas. El centro de sus ensayos, poemas, novelas, cuentos y narraciones es el Ser Humano.
En Colombia, país católico, caracterizado por su interminable situación de violencia endémica, necesitado como el que más de construir la PAZ, nos convendría estudiar seriamente la obra de Gibran transida de Rebeldía, Amor, Justicia, Libertad y Paz, sobre la que exclamó: “¡Paz, oh vida! ¡Paz, oh despertar! ¡Paz, oh sueño! ¡Paz, oh día, que cubres con tu luz la oscuridad de la tierra! ¡Paz, oh noche, que a pesar de tu negrura muestras la luz del firmamento! ¡Paz, oh fantasía! ¡Paz, oh estaciones! ¡Paz, oh primavera, que devuelves la juventud a la tierra! ¡Paz, oh verano, que anuncias la gloria del sol! ¡Paz, otoño, que rindes el fruto del trabajo y la cosecha de los esfuerzos! ¡Paz, oh invierno, que con tus tempestades devuelves a natura su aletargado poderío! ¡Paz, oh años, que divulgáis lo que los siglos atesoran! ¡Paz, oh siglos, que construís lo que los años han destruido! ¡Paz, oh tiempo, que nos guías hacia la plenitud de la muerte! ¡Paz, oh espíritu, que gobiernas las leyes de la vida oculta tras el velo del sol! ¡Paz, oh corazón, que puedes sonreír, así estés sumergido en lágrimas! ¡Y paz, oh labios, que pronunciáis la palabra paz y saboreáis el sabor de la amargura!”.