Reggaetoneros en ridículo…

EDUARDO NATES

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Sin duda, el presidente Duque ha realizado una convocatoria muy valiosa a todos los dirigentes políticos, incluyendo a los hasta hoy impunes y no elegidos senadores de la Farc, en su aspiración de configurar un solo propósito nacional amplio y vigoroso contra la corrupción. Considero que hizo bien invitando a la reunión multicolor en la Casa de Nariño, unos días después, ya pasada la euforia triunfalista y prepotente de quienes se arrogaron la propiedad del movimiento anticorrupción.

El simple hecho de la enorme votación, sin buses, tamales, tejas, compra de votos y promesas de puestos, demuestra claramente que es el pueblo soberano, solo, sin necesidad de estímulos materiales, el dueño de este propósito de conciencia nacional. Por supuesto, esto muestra también un fuerte contraste con las expresiones que la noche de los escrutinios de la Consulta Anticorrupción lanzaron personajes de la farándula política como la estridente exsenadora Claudia López o el resentido excandidato Gustavo Petro, quienes no pueden ver un micrófono o una cámara sin espetar un insulto, una agresión, una calumnia o cualquier expresión siempre desagradable (por lo general, contra el expresidente Uribe) y menos aún, sin creerse ellos el centro de todas las miradas y protagonistas de todas las expresiones populares.

No es, entonces, la polarización, per se, la que se enseñorea en el patio sino las actitudes polarizadoras las que la causan y la estimulan. Está quedando claro quiénes son los polarizadores pues, pasados los procesos electorales de corporaciones legislativas y el presidencial, son los mismos los que siguen gruñendo, haciéndole carrera a la enseñanza santista de que quien no estuviera aplaudiendo su actitud entreguista con la guerrilla era enemigo de la paz. Ahora sucede que todo el que no haya hecho alarde de su participación o aceptación de la Consulta Anticorrupción, es corrupto. O, para decirlo mejor en el idioma manipulador y efectista de estos: “En un país de casi 50 millones de habitantes, con un potencial de votantes de 36.421.026, solo 11.671.420 no son corruptos. El resto lo son, porque no se manifestaron en la consulta…”

Por ello no podemos dejar que este resultado importante en términos de participación ciudadana se convierta en una cifra electoral y menos aún, en una plataforma de lanzamiento para candidaturas de ninguna índole, pues su utilización en ese sentido sería, justamente, una nueva forma de corrupción. Más aberrante aún y carente de dignidad es que hay quienes en la provincia no resisten un cuestionamiento más pero en Bogotá fungen de promotores y adalides de la “anticorrupción”. Por eso resulta ridículo y vergonzoso haber visto en el video promocional de la consulta a reconocidos y corrompidos políticos criollos de talla nacional, bailando el “Reggaeton Anticorrupción.” Pero como no hay nada oculto bajo el sol, a pocos días del baile de disfraces aparecen mencionados en actuaciones corruptas, por prófugos de la justicia, no “falsos testigos en trance de colaboración…”

Hace bien el Presidente Duque en acunar el sentimiento nacional contra la corrupción que, sin importar umbral, ni cifra repartidora, ni curules, se expresó el pasado 26 de agosto en la consulta, a pesar de la sabida inaplicabilidad de algunos de sus puntos o de estar repetidos en más de una norma legal. Ha comprendido el presidente que nada sobra en la lucha contra ese flagelo que carcome las finanzas del estado y la conciencia de los colombianos. Pero, ante todo, volverlo un propósito nacional, es la mejor manera de quitarles el protagonismo de esta lucha a quienes, en realidad han sido los principales portadores de ese virus letal.

Quiera Dios que no resultemos “amarrando perro con longaniza…” .