Reflexiones

CARLOS E. CAÑAR SARRIA

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Primera. Mucho pesar ha causado la muerte reciente de dos destacados intelectuales muy ligados a Popayán y el Cauca. La desaparición de Gloria Cepeda Vargas y de Jaime Vejarano Varona, dejan un vacío grande en el contexto sociocultural local, regional, nacional e internacional. Gloria Cepeda Vargas destacada escritora y poetisa y Jaime Vejarano Varona, escritor enamorado de Popayán, por cuya pluma pasó gran parte de la historia de la ciudad a la que amó de manera entrañable. Gloria Cepeda se caracterizó como periodista de opinión, por ser tajante crítica de la sociedad de esta época. La última vez que nos vimos con don Jaime Vejarano fue cuando nos invitó a su casa para obsequiarnos y dedicarnos uno de sus últimos libros. Entre los dos hubo un respeto y aprecio mutuos, no obstante de que muchas veces no coincidimos en nuestras posturas ideológicas. ¡Paz en sus tumbas!

Segunda. El paro nacional del magisterio orientado por Fecode continúa porque no han existido avances significativos sobre los puntos de exigencia y de negociación del pliego petitorio de los maestros. Las reclamaciones de los docentes son más que legítimas pues el Gobierno ha incumplido en la atención de las necesidades más sentidas de los docentes, sobre todo, en el tema salarial y en salud; falencias que hacen que los maestros se sientan tratados como trabajadores de tercera. Para nadie es un secreto que el magisterio colombiano respaldó electoralmente la reelección de Santos, por lo tanto, se espera que el Presidente corresponda al magisterio con soluciones concretas a la precaria situación que afrontan miles de maestros colombianos.

Tercera. Mientras en Fecode continúa el paro nacional, se prepara otro paro regional de parte de la Asociación de Institutores del Cauca, Asoinca, cuya hora cero está programada para el 12 de junio. El magisterio caucano sigue reclamando al Gobierno Nacional que se cumpla lo pactado en las negociaciones en ocasión de los paros del año pasado. La departamentalización del sistema de la salud aún está en veremos mientras los servicios médico-asistenciales cada vez son más críticos. Los maestros caucanos están dispuestos, como en otras ocasiones, a salir a marchar para exigir al Gobierno la dignificación de la salud, sin la cual no hay vida posible.

Cuarta. Mientras en Popayán avanzan las obras de pavimentación con calidad y buenos materiales, va desapareciendo la inconformidad de la ciudadanía. Hay que entender que para hacer obras de infraestructura hay que incomodarse, pero cuando se van viendo los resultados, la gente se hace consciente de que valieron la pena las incomodidades y sacrificios. Pasa lo mismo con aquellos que deciden remodelar o arreglar su propia casa, hay que incomodarse, de lo contario no hay nada. Cuando los cambios se dan para mejorar, la ciudadanía se siente compensada.

Quinta. Bajo el sofisma de preservación del medio ambiente, varios almacenes y supermercados están anunciando que prescindirán de las chuspas o bolsas para transportar o empacar los artículos; que hay que comprarlas o llevarlas, en fin, más ahorro para los comerciantes y más costos para los consumidores. De otro lado, en algunos supermercados tienen la modalidad de pedir al cliente saldos en monedas de las vueltas o regresos, para ganar indulgencias con camándulas ajenas. Debieran hacer obras de caridad sacando recursos de sus propias ganancias, que no son pocas.

Sexta. Sigue incólume ese adefesio convertido en un peligro en el anillo vial norte, cerca de Jardines de Paz. Se trata del denominado laberinto de la muerte, una serie de bolardos horizontales que confunden a los conductores de vehículos. Esto se ha denunciado de manera amplia en los medios de comunicación y en las redes sociales, sin que hasta el momento se conozca algún pronunciamiento de Invías o de la administración municipal de Popayán. Es deber de las administraciones locales ahorrarle riesgos y sufrimientos a la ciudadanía a la cual le compete proteger.

Séptima. Es importante tener en cuenta no utilizar las redes sociales para difamar de las personas; se está haciendo común que cualquiera acusa y juzga, se creen con esa potestad en perjuicio del buen nombre de quienes por cualquier razón no les simpatizan. Si hay algo qué denunciar es deber ciudadano hacerlo ante las instancias respectivas, para que sean éstas las que actúen en nombre de la justicia. No hay que jugar con el patrimonio moral de las personas, ello hace parte de los buenos valores y de la ética. Despotricar de alguien por el simple hecho de hacerle sufrir no es justo ni con la persona afectada ni con la misma sociedad. Esta situación debe acabarse y no se puede tolerar. Hay que colocarse en el lugar del otro. La falta de una ética ciudadana cunde por todo lado, las buenas maneras y los buenos modales deben partir por el respeto y consideración al otro.