Mirada universitaria a la caucanidad

RODRIGO SOLARTE

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Todos, nacidos o llegados al Departamento del Cauca, como colombianos, tenemos derechos y deberes con esta Casa común que nos alberga y como terrícolas, con todo el planeta.

Somos como una síntesis de la historia vivida al igual que de la naturaleza geográfica que aún nos queda.

El proceso evolutivo o político nos ha llevado a la división de lo humano y natural. Veredas y familia; municipios y departamentos; regiones y país; universo y continentes; cosmos y planetas, etc.

Derechas e izquierdas; privado y público, ricos y pobres, etnias y culturas, campesinos y urbanos, corruptos y honestos orientados más por las ciencias que por las creencias, filosofías y teologías, guerreristas, pacifistas, egoístas, solidarios.

Las universidades tanto públicas como privadas están inmersas en estas historias. Tienen por consiguiente deberes y derechos. Ellas no son los edificios. Estos y todos sus contenidos fueron construidos por los SERES HUMANOS, creadores de tantas obras que involucran los procesos de conocimiento empírico, científico técnico, biológico, social, antropológico y ecológico hasta nuestros días.

Cada universitario asumirá la responsabilidad histórica que su conciencia y voluntad, individual y colectiva le corresponda.

Directivos, administradores, investigadores, planificadores, egresados, estudiantes, profesores, trabajadores caucanos y colombianos todos, protagonistas del crecimiento y desarrollo educativo, científico, cultural y político, necesarios e innovadores para superar esta larga historia del conflicto armado, violencias y corrupción, que como un cáncer, puede seguir invadiendo a nuestra sociedad, de no decidir alternativas diferentes a la progresiva deshumanización que nos aqueja.

La Constitución de 1991 y los actuales Acuerdos con la insurgencia, ambos, buscando alternativas no armadas a la solución de nuestras contradicciones económicas, sociales y políticas, ya contienen los valores y principios básicos a seguir, por el Estado, regiones, sociedad y familias colombianas.

La esperanza de la paz con justicia social, más democracia real y directa, solidaridad para disminuir progresivamente tanta deuda social acumulada con campesinos y víctimas en general, dejación de armas y no utilización de las gubernamentales para abortar dicha esperanza, son principios y valores contrapuestos a los de la guerra, concentración de las riquezas, egoísmo y consumismo exagerados, defendidos a muerte por una minoría, egoísta, que sin argumentos de humanidad, acuden al engaño, distorsión a todo lo que no defienda sus intereses, fomentando y financiando resistencias, inclusive armadas, ignorancia sobre la historia y razones estructurales, considerando sus enemigos, a quienes, decidieron y siguen potenciando, desde todos los estratos sociales, esa esperanza o utopía realizable de la paz, si las grandes mayorías, conscientes de todo ello, nos decidimos a lograrlo con las actuales y siguientes generaciones.

Nuestra casi bicentenaria Universidad del Cauca, tiene la gran oportunidad de transformar su historia ejemplar, en este renovado panorama y diversidad natural y social que nos enriquece como Departamento, compartiendo responsabilidades formativas y de interacción social, con tantas universidades que nos acompañan institucionalmente, tanto nacionales como extranjeras, solidarias como tantos, que a nivel universal, ven a Colombia, como un verdadero laboratorio de paz y esperanza, dadas las acumuladas crisis que ya a nivel global se manifiestan.