Los desafíos del gerente

ORIANA MENDOZA VIDAL

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Los gerentes y dueños de empresas tenemos el gran reto de conformar equipos de trabajo óptimos que posibiliten el cumplimiento de las metas corporativas, pero no siempre la relación con nuestros coequiperos es color de rosa. A pesar de compartir tanto tiempo del día dentro de la empresa y pensar en considerarse como una familia, la condición humana y las disparidades de carácter, generan roces que desgastan al gerente y a su vez al equipo.

Lograr entender el universo contenido en cada persona, extractar lo mejor de cada colaborador y ponerlo al servicio de los objetivos empresariales, es un arte que se combina con habilidades y conocimientos, para dar como resultado, ambientes de trabajo saludables, con individuos motivados y dispuestos a dar la “milla extra”. El gerente ocupa un tiempo importante pensado en el bienestar y engranaje de su equipo de trabajo, dentro de la misión de liderar al talento humano de la empresa, cumple actividades como consolidar la visión empresarial, establecer un sistema de comunicaciones, una escala para la toma de decisiones, lo que se traduce en la “cultura de trabajo”, es decir, se crea una forma única de hacer las cosas.

A pesar de las buenas intenciones y acciones del gerente, hay colaboradores que desacatan las directrices o simplemente las omiten como un “error involuntario”, son testarudos, despistados, y dependiendo de la labor que desempeñen dentro de la empresa, ocasionará costos adicionales, bajos o altos, para la organización. No obstante, estos costos cuantificables no son los más fuertes, hay unos intangibles sobre los que llamo la atención: el desgaste y el “mal genio” del gerente. Cuando la cabeza de la empresa, se sumerge en el “desafortunado mundo” del: te lo dije, te lo advertí, te llamé y te envié el correo, ¿en qué idioma te lo tengo que repetir?, ¿ por qué no me avisaste a tiempo?, ¿por qué no hiciste lo que te pedí?, es para hoy no para mañana, ¿con qué le vamos a salir al cliente ahora?, vamos a perder ese negocio, etc., etc., etc. ¿Algo les suena familiar estimados lectores? Cuando caemos en este abismo, donde como gerentes gastamos más tiempo solucionando problemas causados por nuestros colaboradores, estamos desperdiciando energías para proyectar la empresa, hacer nuevos negocios, perdemos la tranquilidad para actuar y aumentamos el riesgo de tomar malas decisiones o dejamos pasar oportunidades importantes, aquí es necesario hacer un alto.

¿Será un problema de incentivos? Las teorías y conceptos sobre el manejo del recurso humano, hablan del establecimiento de incentivos monetarios y no monetarios, que ayudan a motivar a los colaboradores, no obstante, considero que no hay motivación más poderosa que aquella que surge del corazón de cada persona. Las motivaciones internas son el combustible para levantarse cada mañana alegremente, alistarse y salir a trabajar. Entender que el trabajo es el medio por el cual se hacen realidad los sueños personales y se contribuye con el bienestar de la sociedad, son razones significativas para trabajar con amor y compromiso. Poco o nada servirán los estímulos externos que plantee la empresa, aunque son muy importantes, si al colaborador no le gusta su trabajo o se siente frustrado, difícilmente optimizará su tiempo laboral en el cumplimiento de sus actividades y generará serios desgastes al gerente o su jefe directo.

Más allá de las teorías sobre incentivos al talento humano, se pueden hacer intervenciones puntuales (talleres, por ejemplo) sobre motivación organizacional, para ir agotando alternativas de solución a la problemática presentada, porque no solo es el gerente que se desgasta, son también sus compañeros de trabajo, quienes padecen las consecuencias, al tener, por ejemplo, que trabajar más para alcanzar las metas planteadas. Si las alternativas se agotan y la situación no cambia, definitivamente hay que tomar decisiones radicales y la empresa tendrá que buscar a otra persona para completar el equipo de trabajo, decisión que debe tomarse a tiempo por el bien de toda la organización, sin cargos de conciencia o reproches.

Así las cosas, los grupos de trabajo logran importantes niveles de eficiencia, en la medida en que sus integrantes entienden y se empoderan de la razón de ser de la empresa, el líder logra sembrar en ellos convicción genuina acerca de la razón y motivos de trabajar arduamente día a día, delegando funciones, definiendo grados de autonomía y decisión, pero sin dejar de acompañar la ejecución de las actividades y prestar apoyo en el momento oportuno, haciendo seguimientos periódicos y evaluación de resultados rigurosamente, así como diría mi papá: “suelte y aprete”… tomando decisiones a tiempo en pro del bienestar general de la empresa, aprendiendo de las experiencias vividas tanto positivas como negativas. En este panorama se alimenta la “cultura de trabajo”, que multiplica los resultados, al conservar la pasión viva por lo que se hace y dando ejemplo con convicción. Por lo anterior, conducir equipos humanos hacia una meta común, reúne experiencia, pasión, servicio, habilidad, conocimientos, firmeza y sobre todo sabiduría, ¡adelante con este desafío!