La incesante guerra en el cañón del río Micay

La semana pasada en el corregimiento San Juan del Mechengue, ubicado entre Argelia y El Tambo, la comunidad expulsó a miembros del Ejército Nacional, luego de un confuso operativo donde resultaron heridos algunos civiles. La coca sigue reinando en esta región olvidada del Cauca. La erradicación y sustitución de cultivos ilícitos es una opción lejana para estas comunidades.

Por: Juan Manuel Torres

Especial para El Nuevo Liberal

Por el río Micay en el corregimiento de Honduras pasan las lanchas que pueden navegar para llegar hasta López de Micay. La vía que conduce del corregimiento de La Emboscada (Argelia) hacia la parte baja la construyeron los mismos pobladores organizados con un sistema de impuestos al cultivo de coca y peajes. La carretera apenas llegó hace un año a San Juan del Micay. /Fotografía: Hollman Samboní.

Por el río Micay en el corregimiento de Honduras pasan las lanchas que pueden navegar para llegar hasta López de Micay. La vía que conduce del corregimiento de La Emboscada (Argelia) hacia la parte baja la construyeron los mismos pobladores organizados con un sistema de impuestos al cultivo de coca y peajes. La carretera apenas llegó hace un año a San Juan del Micay. /Fotografía: Hollman Samboní.

Hace un año, en zona rural del municipio de Argelia murió William Bermeo, un campesino de 19 años. Junto a él resultaron heridos más de diez civiles, luego de que campesinos se enfrentaran a miembros del Ejército como señal de protesta ante la llegada de los soldados para dar inicio a la erradicación manual de cultivos de coca en la zona.

El panorama en esta región, ubicada al suroccidente del Cauca, ha cambiado muy poco, pues hoy el desconcierto rodea a las poblaciones que se ubican entre los límites de los municipios de El Tambo y Argelia sobre la cuenca media del río San Juan del Micay, debido a los operativos del Ejército contra el Frente ‘José María Becerra’ del Eln, que hace presencia en esta zona periférica del departamento.

El pasado miércoles en la madrugada se presentaron colisiones y bombardeos. En helicópteros realizaron el desembarco de tropas en varios puntos estratégicos alrededor de la vereda Angosturas (Argelia) y el corregimiento de San Juan del Micay (Tambo). A la fecha, se desconocen los reportes oficiales de estos operativos.

Según le expresaron algunos pobladores de este lugar a El Nuevo Liberal, la confusión y preocupación se generaron cuando notaron los enormes cráteres de bombas que cayeron sobre predios de civiles; incluso una de ellas impactó muy cerca de un ‘cambuche de raspachines’ que resguardaban la noche para emprender la faena de cosecha de la mata de coca a primera hora del día.

“Era un grupo de más de sesenta personas, entre ellas cocineras con sus pequeños hijos. Los bombardeos y los disparos dejaron a varios de los trabajadores con heridas leves y contusiones, pero uno de los ‘raspachines’ quedó herido de gravedad en la cabeza. Creíamos que había muerto”, dijo uno de los testigos de lo sucedido. Luego de estos hechos, en la comunidad se despertó el miedo de una guerra que parecía distante.

Los temores se revelaron al advertir la presencia del Ejército en sus veredas, rápidamente se movilizaron las juntas de acción comunal y organizaciones campesinas para tratar de garantizar los Derechos Humanos en la zona. “Los ánimos estaban alterados porque corrió el rumor que el joven herido había muerto, varias personas estaban desaparecidas, y porque el Ejército había retenido a los hermanos Miller y Wilmer Muñoz, además se pensaba que el Ejército llegaba para quedarse”, añadió otro de los campesinos de la zona.

Al lugar continuaban llegando contingentes de apoyo con cientos de campesinos de diferentes veredas y corregimientos, especialmente del municipio de Argelia y la zona baja del Mechengue. En acción conjunta la población reunida pidió al Ejército que se retirara de sus territorios, sin armas y sin causarles daño, tal como quedó evidenciado en un video que circuló en redes sociales y que se convirtió en el único registro público de los momentos de tensión entre los soldados y campesinos.

Otras fricciones entre campesinos y FFMM
Dos hechos recientes involucraron fricciones entre campesinos y miembros de la Fuerza Pública en Argelia. Por un lado en el corregimiento de El Plateado el 18 de enero de 2015, tras la muerte de Fáiber Antonio Erazo a manos de soldados, miles de personas retuvieron un grupo de militares hasta que los entregaron a las autoridades en la cabecera de Argelia. El otro caso, ocurrió el 23 de junio de 2015, el logro colectivo en el corregimiento de El Mango que retiró el puesto de Policía, que por cerca de 8 años duró en condiciones lamentables en medio de la población, dadas las amenazas latentes de nuevos ataques de la guerrilla de las Farc a uno de los pueblos que más padeció la guerra de la última década en Colombia.

Finalmente, en cadena humana lograron reunir en un mismo sitio a la mayoría de los soldados. En negociaciones de los militares con representantes de la comunidad consiguieron que rápidamente llegaran por vía aérea a retirarlos, porque la consigna era que si no llegaban por ellos los llevaban hasta la cabecera municipal de Argelia para entregarlos, algo similar a lo que ocurrió en el corregimiento de El Mango, en ese mismo municipio, donde la comunidad cansada de quedar en medio de los disparos, expulsó a uniformados de la Policía de su cuartel y sus trincheras, que no eran más que las casas de los pobladores.

Ante esta situación, Jorge Restrepo, docente de la Universidad Javeriana y director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) manifestó que, al ser Argelia uno de los municipios más afectados por la guerra, planes e iniciativas para erradicar los cultivos de uso ilícito como la coca, solo podrán ejecutarse cuando se inicie el proceso de desarme y desmovilización de las Farc.

“Así como el conflicto es lo que ha permitido el cultivo de coca, terminar el conflicto va a permitir terminar con este cultivo, entre otras cosas porque las Fuerzas militares no van a hacer vistos como enemigos”, señala Restrepo, quien además agrega que la posición de las comunidades frente a que la sustitución de cultivos –como por ejemplo por semillas de cacao- no es viable si no hay forma de comercializarla, es totalmente válida porque “con conflicto esas carreteras a nadie le van a servir, porque son el pantano de la guerra por donde nadie se puede mover”.

Un periodista que prefiere reservar su nombre, señala que “casos como estos demuestran que la precariedad estatal acarrea actividades ilegales como un sustento de vida. Así las cosas, es necesario que el eventual escenario de posconflicto sirva para erradicar este tipo de circunstancias, a las cuales se ven abocada la población. La presencia del Estado debe ser mucho más que militar; proyectos en función de mejorar la vida de estas poblaciones es lo que se debe hacer”.

El comunicador concluye diciendo que el caso de Micay es uno de los tantos que se presentan en zonas apartadas de las capitales y que por ello va a ser importante la desmovilización de las Farc, toda vez que la institucionalidad podrá hacer mayor presencia.

Así es San Juan del Micay

El corregimiento del San Juan del Mechengue (o Micay como se lo conoce comúnmente) administrativamente pertenece al municipio de El Tambo. Ha estado habitado desde inicios del siglo XVIII casi en su totalidad por población negra, tiene tres siglos de historia que lo ligan a familias esclavistas de Popayán, quienes los llevaron a este sitio en las campañas para el laboreo en minas de oro.

El corregimiento de San Juan del Mechengue (o Micay) se ubica entre los municipios de El Tambo y Argelia sobre la cuenca media del río San Juan del Micay. Así es una de las calles del pueblo. /Fotografía: Fernando Narváez

El corregimiento de San Juan del Mechengue (o Micay) se ubica entre los municipios de El Tambo y Argelia sobre la cuenca media del río San Juan del Micay. Así es una de las calles del pueblo. /Fotografía: Fernando Narváez

A pesar de su riqueza natural e histórica, es un pueblo de negros que no están organizados en Consejos Comunitarios, no son comunales que se promueven como afrocolombianos. Los niveles de vida no han mejorado y en la actualidad siguen teniendo las mismas carencias en salud, vivienda, educación y servicios básicos: una marginalidad absoluta frente al Estado.

El Mechengue ha sido impactado por varios procesos: primero las oleadas de colonización ligadas a los cultivos de coca y explotación de las minas de oro; el conflicto armado que mantiene su legado de guerra; y que por encima de las relaciones históricas que pueda tener con El Tambo, Popayán y López de Micay, ha venido construyendo paulatinamente un lazo de desarrollo innegable con el corregimiento de El Plateado (Argelia) en los últimos 35 años. El Mechengue y El Plateado van de la mano, procesos sociales relacionados cuyo impacto se nota en ambos corregimientos por el movimiento poblacional y comercial, por la conexión vial reciente que abre nuevas perspectivas de intercambio cultural y económico en ruta hacia el Pacífico.

Sin embargo, lo sucedido la semana pasada, le hace recordar a la comunidad que el conflicto armado en Colombia no está saldado, y que se hace urgente que el Gobierno y la guerrilla del Eln instalen la mesa de conversaciones en Quito, además que lo acordado y negociado se traslade a los territorios; porque no solo es la guerra sino las necesidades básicas que faltan por resolver.


Argelia y El Tambo conforman un eje vinculado al cañón del río Micay que se consolida como uno de los focos principales de densidad cocalera del país junto a Tumaco, Putumayo y la región del Catatumbo. Según el último reporte SIMCI 2016 (sobre datos de cultivos ilícitos en 2015) de la UNODC, esta es la zona que explica el enorme crecimiento de coca en el Cauca del último año. Argelia y El Tambo concentran la mitad del área sembrada de coca del departamento que alcanzó en 2015 8.660 hectáreas.