La catarsis en el acto creador del escritor (III)

ELKIN QUINTERO

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“Unos lloran con lágrimas; otros con pensamientos”.

Octavio Paz

El escribir permite verse como en un espejo y comprenderse a sí mismo; por lo tanto, escribir es un método curativo para el cuerpo y permite transformar en material creativo todas nuestras angustias y fantasmas.

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Escribir en una forma de terapia, Jung decía que la creatividad es la resolución exitosa de un conflicto interno. Por eso Dorothy James combate el miedo escribiendo literatura policiaca.  Sábato dijo que las cosas acidas de la humanidad nos hacen escribir y que se debe transformar lo monstruoso en maravilloso. Escribiendo Funes el memorioso, Borges superó el insomnio; Isabel Allende, alivió su dolor por la muerte de su hija al escribir Paula; J.K. Rowling, escribiendo Harry Potter purifico el dolor por la muerte de su madre; J.R.R Tolkien, expone en el Señor de los Anillos su fascinación por las lenguas y recreó en los Hobbies su mundo interior; Antonio Lobo Antunes, un escritor portugués, dedica un libro a sus padres que no lo leían ni lo entendían. Hemingway decía que debíamos escribir inflexibles, directos sobre lo que más nos duele y solo así podremos ver claro en las tinieblas.

La escritura es un fin en sí mismo y no un recurso para hacernos sentir bien, pero que salva. Poe intentaba huir escribiendo de los recuerdos que lo torturaban, de la insoportable soledad y del temor de una desgracia inminente. Para Dostoievski escribir fue el mejor acto curativo. Al terminar los Hermanos Karamazov desparecieron sus problemas. Roberto Bolaño decía que la verdad literaria es la que sale de aquello que uno no le cuenta ni al psicólogo. 

Maupassant antes de entrar al manicomio decide escribir una historia que lo seguía como una intolerable pesadilla. Jamás debemos olvidar que el escribir es un acto personal lleno de vivencias o interrupciones ajenas; Balzac se escondía de sus acreedores y en ese tiempo escribía; Proust revestía su habitación de corchos para huir del ruido exterior; Del Valle Inclán, Onetti y Capote escribían en la cama; Monterroso en trenes por los largos viajes que hacía; Dalh colocaba una tabla sobre sus piernas y escribía con lápiz amarillo; Hemingway sacaba punta a siete lápices número 2; Cortázar crea su obra literaria a partir de la figura de un doble e invento su propio estilo de cuento gracias a la influencia de Poe, Stevenson, de keats, de Wilde, de Borges y de Macedonio Fernández; y, para Kafka la escritura era la manera perfecta para liberar las culpas.

Es claro que los poderes liberadores analgésicos, y reconstituyentes de la escritura han cumplido con su cometido a través de los siglos. Por lo tanto, escribe para indagar lo que pasa contigo, lo que sientes y lo que deseas. Escribe lo que te ocurre para reflexionar, ya el proceso de escritura se hace desde la sombra, desde el abismo, desde el miedo, desde el afán del día a día, para plantear un problema o solucionarlo, para aceptar la imperfección o añorar la perfección, para atravesar el túnel o para trascender.

Por lo tanto, escribir exige coraje, pero proporciona bienestar, pues alivia la pena, la impotencia y la ansiedad escribe como quisieras ser y descubrirás quién eres.

La escritura es tu hogar y es una válvula de escape, porque, cuando escribes estás al servicio de tus ideas y de tus sentimientos y te ayudara a estar mejor contigo mismo.

Creo que la literatura en sí es un gran vehículo para generar la catarsis de la salud mental. Nuestra cabeza explotaría literalmente si se acumulan imágenes, noticias, sentimientos, sin ninguna descarga, sin ninguna catarsis.

Y por último,  no debemos olvidar que todo escritor deja huellas en sus escritos.