A pico y pala

HAROLD MOSQUERA RIVAS

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Cuando se inició el éxodo de los hermanos venezolanos, era común verlos en los semáforos de Popayán y las principales ciudades de Colombia, pidiendo limosna, utilizando para ello los billetes de Venezuela que hoy nada valen, para cambiarlos por monedas colombianas. La novedosa forma de rebusque tuvo éxito los primeros días, pero con el paso del tiempo los payaneses se fueron cansando de ver a esos muchachos en condición de trabajar, pidiendo limosna con toda una vida por delante.

Luego algunos hermanos venezolanos entendieron que es mejor ganarse la vida trabajando que pidiéndole a otros, así se gane menos, es más digno, aunque nunca he creído en el postulado según el cual: “el trabajo dignifica”, pues el ser humano por naturaleza es digno y no necesita trabajar para serlo, pero si necesita trabajar para subsistir, por eso es que el artículo 25 de nuestra constitución nacional dispone que; “el trabajo es un derecho y una obligación social”, para luego establecer que: “toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas”.

Esta situación de los hermanos bolivarianos me recuerda una canción que compuso el maestro Tite Curet Alonso y que fuera interpretada inicialmente por Tony Croato, un cantante italiano de música protesta, que terminó su carrera musical y su vida en Puerto Rico, luego fue interpretada por José Alberto El Canario, en una versión más salsera, acompañado de la Típica 73, la canción dice:

A pico y pala José

A pico y pala Cando

En pan se gana sudando

Y no pidiendo a un señor

El pan se gana sudando

Como costumbre de honor

Mejor lo va saboreando

Aquel que lo trabajó

El hombre se hace más hombre

Sabiendo que laboró

Le cuadra apellido y nombre

Cuando lo suyo ganó

En cada tarea esta la esperanza

Del brazo firme que la retó

Luchando todo se alcanza

Con el producto de tu sudor

Quien pide se debilita

Quien se arrodilla pierde valor

El pan que se necesita

Es obra de quien se lo ganó

Las manos encallecidas

son el trofeo mayor

de quien se enfrenta la vida

ganando el pan con sudor.

Creo que esta canción nos ayuda a entender y a resolver con solidaridad la situación de los hermanos venezolanos, como ellos lo hicieron con millones de nuestros paisanos que se fueron en tiempos de las bonanzas petroleras. Hay algo en la presencia de los venezolanos que llama la atención.

Todos tienen un teléfono celular con el cual se comunican con sus parientes y eso resulta curioso, pues en Colombia quien está rebuscándose en un semáforo no lleva un celular a la vista, pues eso podría restarle ingresos en tanto que quienes lo observen van a considerar que si lleva ese teléfono es porque tiene suficiente dinero y no necesita más.

Al parecer en Venezuela también el celular se convirtió en una extensión del cuerpo de la mayoría de las personas, que ya no pueden vivir sin la compañía de ese instrumento de comunicaciones. Esperemos que pronto le llegue a cada uno, vía celular, la llamada que les permita regresar a vivir de manera decente y pacífica en la patria de Bolívar.