Editorial: ¿La culpa es de los bolardos?

Editorial: ¿La culpa es de los bolardos?

Los hechos ocurridos en el sur de la ciudad, donde unos ofuscados ciudadanos la emprendieron contra unos bolardos y tacos de plástico instalados sobre la calle 13 entre carreras 9 y 12, a los que le rociaron gasolina y les prendieron fuego, dejan entrever el grado de intolerancia que se vive en nuestra capital caucana.

Recordemos que a comienzos de semana, el accidente de un motociclista que cayó de su vehículo, despertó la ira de varias personas que aseguraban que el accidente se había presentado por los inertes elementos de seguridad vial. Dicha causa, aseguran en la zona, es la misma para una serie de siniestros viales presentados en este mismo sector de la calle 13 en los últimos meses.

Queremos entender a la gente de la zona y hasta algunos conductores de motos y carros, cuando aseguran que los bolardos de plástico les obstaculizan sus recorridos y ello causa los choques y las caídas. En tal sentido, les abonamos que la movilidad de la ciudad durante las llamadas horas ‘pico’ es difícil debido a la gran cantidad de vehículos que tienen que compartir con las pocas, incómodas y estrechas calles de nuestra ciudad. Sin embargo también tenemos que decir que no hay razón para culpar a un elemento estático instalado en puntos determinados para canalizar ese gigantesco flujo de carros y motos. Más bien recomendamos hacer mea culpas y revisar la forma en que se está conduciendo. Si es en un automóvil, pues el mantener el recorrido por el carril es lo más sano, sin salirse abruptamente del mismo. Y si va en moto, pues evitar el constante zigzagueo, el adelantar por la derecha en espacios por donde no cabe o el intentar adelantar cuando tiene a pocos metros una barrera de bolardos que precisamente le está recomendando que no se salga de su carril.

Así las cosas, consideramos más que absurda la violenta reacción de ese grupúsculo de intolerantes personas que piensan que con el desorden y caos y vandalizando las señales de tránsito en las calles, le aportan en la solución de la caótica movilidad payanesa. Acudiendo a un símil, sería como si un esposo víctima de infidelidad en su propia casa, le prendiera fuego a la cama para evitar que su compañera se la ‘siga jugando’.

Tenemos que pedir entonces mayor compromiso ciudadano para apropiarnos de las soluciones en materia de movilidad, ya que el caos que vivimos por causa de las obras públicas, puede convertirse en un estado permanente de anarquía.

Así pues que en cuestión de movilidad todos tenemos que poner y no solamente bajándole a la agresividad extrema y temeraria cuando se conduce, sino también en lo relacionado con el parqueo ilegal y su consecuente ocupación del espacio público; la piratería en toda clase de medios de transporte que hacen más congestionadas y peligrosas las vías; las obras de ingeniería que están en curso y ocasionan cierres en muchos puntos de la ciudad; la falta de equipos y policiales de tránsito que regulen eficazmente el tráfico, etc.

El problema no puede solucionarse únicamente con esporádicas campañas pedagógicas de discutible efectividad o con grandes inversiones en equipos y personal: si la ciudadanía no se apropia también de las soluciones en materia de movilidad, el caos que vivimos puede convertirse en un estado permanente de anarquía.