Conejo aparte

Por: Ana María Ruiz Perea

@anaruizpe

Las Farc llegaron a El Conejo a mostrarnos en cámara lo que hacen en los pueblos desde hace décadas, y el efecto fue que a todos nos supo a sapo podrido. De nuevo, las Farc haciendo de jefe de debate a los opositores al proceso de paz. ¡Flaco favor!

Están a punto de firmar el proceso de paz, un compromiso de dejación de armas, un camino a la política con las ideas, y asumen esa actitud provocadora y retadora de quien no conoce otra manera de relacionarse con el mundo si no es a través de la mirilla de un fusil. Según dicen los medios, a ese corregimiento olvidado de Dios y del Estado fueron para realizar una actividad política. Señores de las Farc, ¿de cuál política estamos hablando?

Una política que se nutre de apariciones esporádicas en pueblos donde nadie puede chistar ni confrontar, mucho menos si llega con una tropa armada hasta los dientes como escolta. Aterrizaron en el desierto como los políticos que solo llegan buscando votos, sin producir incidencia alguna sobre la mejora en la calidad de vida de los habitantes que, entre incrédulos y asombrados, observan las caravanas de “importantes” que de repente los visitan. Eso es lo mismo que políticos como Kiko Gómez han hecho en esas tierras desde siempre, ir a El Conejo a decir que hacen y largarse dejando el tierrero atrás.

¿O acaso fueron, y no nos hemos enterado, a presentar alguna iniciativa para mejorar las condiciones de salud de los niños, alguna idea para fortalecer las vías de atención, las redes de veedurías o para facilitar métodos anticonceptivos para frenar el desastre humanitario de la región? No, ¿no es cierto?. Lo suyo no es la micro política, entendemos. Ustedes van por la macro, por la Constituyente.

Desde este lado, el de la ciudadanía que nada tiene para incidir en el proceso de paz y mucho menos en sus ideas de la política, no vimos en ese acto de arrogante de propaganda armada ninguna plataforma de ideas que explicara el cambio a la Constitución que quieren hacer. No vemos aun cómo es el nuevo país que quieren lograr, el que supere las inequidades y avance hacia el bienestar, el país que deje de ser visceralmente violento y dolorosamente excluyente.

En lugar de pasearse armados hasta el conejo, señores de las Farc, si vamos a hablar de constituyente quisiera saber cuál es su propuesta específica para acabar con la corrupción en el nivel nacional, departamental y municipal, esa corrupción que se devora los recursos a los que tienen derecho millones de colombianos como los de El Conejo, abandonados a su suerte por un Estado ladrón e indolente.

Si vamos a hablar de constituyente, quiero saber qué proponen para manejar la situación desgarradora de los ríos atacados por la minería ilegal, que está relacionada con la complejidad de las regiones donde, en parte por su cuenta, la justicia no aplica.

Quiero saber si tantos años de reflexión política les fueron suficientes para pensar cómo debe operar un sistema de justicia verdaderamente justo. Porque, estamos de acuerdo en que debe existir el sistema judicial, ¿no es cierto?. Quiero saber cómo creen que se debe castigar al criminal, entender qué les molesta del equilibrio de poderes, de los entes fiscalizadores, de la relación ejecutivo – legislativo, del sistema electoral.

Si es de constituyente que vamos a hablar, quiero saber cómo piensan que se pueden garantizar el matrimonio y la adopción igualitaria, el aborto, la equidad de género, la eutanasia. Yo no creo que uno se eche un arma al hombro por 40 años, para venir a buscar un Estado excluyente como el que lo echó para el monte. Advertimos que, si no es para avanzar en los derechos, la constituyente propuesta no debe siquiera tocarlos.

Una constituyente no se hace para resolver si aquí el que manda es Uribe, el “centro” o ustedes. Un proceso constituyente escucha a la ciudadanía y toma nota; produce el debate amplio de opositores de diferente pelambre y obliga a consensuar la mejor arquitectura posible para el Estado. Lo que de una constituyente sale es el marco de funcionamiento para 46 millones de personas, y sus descendientes, no una patente para que a ustedes se les facilite la vida. Si así y todo insisten en ella, bienvenidos sean a jugar con las reglas de la democracia.