Editorial: ¿Quién dio la orden de desalojo?

Un día triste se vivió en Popayán tras los desmanes generados en pleno parque Caldas al final de la marcha social en favor de la Universidad Pública. Hacia el mediodía, unidades del Escuadrón Móvil Antidisturbios -Esmad- de la Policía, arremetieron contra el campamento estudiantil ubicado frente a la Catedral de Popayán. En segundos, el parque Caldas se convirtió en un caos. Papas bombas, gases lacrimógenos, bombas molotov, piedras y palos se tomaron la icónica plaza de la ciudad, convirtiéndola en un campo de batalla.

Dos semanas atrás, luego de la decisión de los estudiantes de apostarse en el parque Caldas para presionar un justo pliego de peticiones en favor de las universidades públicas, fue el comienzo de este magro desenlace de ayer que terminó violentando, no solo el espacio público y social más importantes de la ciudad, sino también otras instituciones como el Icetex, que fue saqueado y semidestruido.

El ambiente de la zona céntrica de la ciudad se comenzó a caldear desde el mismo momento en que se instaló la primera carpa de los universitarios. Desde ese momento se comenzó a hablar de desalojo, primero porque se acercaba la Noche de Museos, luego porque los comerciantes se estaban quejando, después porque la movilidad de los transeúntes ya se veía afectada y más recientemente porque las actividades cotidianas y sociales en la plaza se estaban viendo afectadas.

A toda esa presión se sumaron las opiniones ‘incendiarias’ de parte de algunos concejales quienes denunciaron los grafitis que aparecían diariamente en los edificios que circundan el parque; igualmente, a los comentarios en redes sociales de personajes que buscan cargos públicos de elección popular, los cuales se remataron con la postura del propio personero de Popayán que conminaba a la jefatura de la administración municipal a desalojar el parque. Y hasta de las denuncias de parte de los manifestantes contra miembros de la Policía que supuestamente los acosaban y ofendían permanentemente.

A todo ese peso de verborrea y redes sociales en contra del campamento estudiantil, se agregó la negativa actitud de algunos de los participantes de la protesta que sobrepasaron los derechos ciudadanos, causando daños en paredes con sus grafitis y sus bombas de color y desluciendo el central punto público hasta dejarlo en una desorganizada plaza llena de banderas, carpas, cuerdas y toda clase de pancartas en cuyo interior no había control alguno, pese a que los dirigentes estudiantiles insistían en que no había consumo de alucinógenos o bebidas embriagantes en el área de las carpas.

Llegó entonces el momento en que explotó todo este tejemaneje que poca visión tuvo de parte de las autoridades gubernamentales, que solo aparecieron para dar una orden de desalojo del parque (hasta el cierre de esta edición no se sabía que autoridad autorizó el uso de fuerza) aprovechando el momento en que los estudiantes marchaban por las calles de la ciudad.