La fiesta es una obligación

Columna de Opinión

Hugo Cosme Vargas

Mi buen amigo Javier Tobar, profesor de la Universidad del Cauca, tituló así en 2014 un excelente libro que narra la manera como los artesanos de Pasto crean las carrozas que se exhiben en el ya legendario Carnaval de Negros y Blancos, y su compromiso sagrado para revivirlo todos los años, como una obligación a la que hay que asistir. De una manera semejante, algunas promociones de estudiantes- colegiales y universitarios- guardan la costumbre de volver a casa después de muchos años de haber partido. Es un reencuentro feliz en donde el tiempo parece haberse detenido en el año de la graduación y al que cada vez acuden menos, pero es más intensa la lección. El pasado sábado tuve el honor, como profesor que fui, de ser invitado a la celebración que unos jóvenes estudiantes de Ingeniería Civil de 1982 quisieron hacer en el Paraninfo de la Universidad del Cauca. Allí concurrimos 12 profesores y 40 alumnos, y pudimos rememorar anécdotas que entre todos íbamos reconstruyendo, para volver a armar el espejo de una juventud que ya se fue. En ese escenario de amistad y camaradería me cupo la satisfacción de volver a dar una clase a mis viejos alumnos, esta vez también en nombre de mis colegas, algunas de cuyas ideas principales quiero aquí compartir con mis lectores: “En 1576, Fray Luis de León, distinguido Teólogo y eminente Literato acuñó para la historia de la Universidad de Salamanca una frase que hoy cabe en esta sentida reunión de compañeros de juventud. Después de haber permanecido 4 años injustamente encarcelado por el temido tribunal de La Inquisición, regresó a sus clases de Teología dirigiéndose a sus estudiantes con esta expresión: “Como decíamos ayer”. Igual pasa con ustedes hoy, después de 40 años de haberse marchado de esta casa sagrada que nunca olvidarán, han regresado a recordar sus muros, a recorrer sus pasillos y a volver a admirar este hermoso paraninfo donde algún día de 1982, llenos de alegría recibieron sus diplomas de Ingenieros Civiles. Ha querido el destino que sea yo quien en nombre de mis apreciados compañeros profesores de esa época, me dirija a ustedes de nuevo, llamándolos en silencio a lista y ofreciéndoles esta sencilla clase, que ennoblece mi espíritu.” “La Universidad ha cambiado en estos 40 años. Tan sólo 1 año después de su grado nos sorprendió un terrible terremoto que casi acaba con su infraestructura, pero no con su pensamiento. Se dañó el 70% de su planta física, pero rápidamente el profesorado de nuestra Facultad entendió la misión que debíamos asumir en medio de la tragedia. Al principio como grupo, y luego como delegado de la Facultad, dirigimos de comienzo a fin todo el proceso de reconstrucción, restauración, ampliación y equipamiento de nuestra Alma Mater. En 1990 estuvo lista otra vez, ampliada su planta física en un 50% y dotados sus laboratorios con la mejor tecnología de esa época. En 1996 apareció en el escenario la Facultad de Ciencias Agrarias, que pudo así encausar la Universidad hacia una vocación agrícola que la región traía. Y a partir del año 2015 nuestra Universidad comenzó a participar efectivamente en importantes investigaciones de ciencia y tecnología, aprovechando los recursos de las regalías que por primera vez se acercaron al departamento del Cauca. Hoy hay 20000 estudiantes, 1300 profesores, 120000 m2  de planta física y una nueva sede en Santander de Quilichao. Continúa así nuestra Universidad con su noble misión de seguir transmitiendo su luz a las nuevas generaciones.” Y finalmente: “Nos enorgullece saber que ustedes, desde el escenario que el destino les señaló han ayudado a construir una mejor Colombia, dejando huellas imborrables en sus proyectos de Ingeniería Civil, en los que un grano de arena pudimos también poner sus profesores. Continúen celebrando su amistad, ojalá cada vez con más frecuencia. Y recuerden que: “entre las cosas bonitas de la vida está en llegar a casa y que alguien te esté esperando”. Pero no se olviden aquello que escribió Robin Hood: “El hogar es la gente. No es un lugar si regresas allí después de que la gente se haya ido, entonces lo que puedes ver es lo que ya no está allí”.

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