Columna de Opinión
Por: Diego Fernando Sánchez Vivas
No existe un derecho fundamental más importante que la vida. Nuestro sistema jurídico político descansa sobre las bases de una estructura humanista, que se afianzó con la Carta Política de 1991, ya que fue el resultado de un consenso de todos los grupos poblacionales que integran la nación colombiana.
Es así como el Título II de la Constitución de 1991, de los derechos, las garantías y los deberes en su capítulo I se refiere en el articulo 11 al derecho a la vida y le da el carácter de intangible, inviolable, razón por la cual los derechos consagrados en su texto están subordinados al derecho a la vida, nada es más importante que la existencia misma, de la cual se derivan todas las creaciones y realizaciones del género humano y es el Estado , a quien corresponde la guarda y la defensa de la vida.
En el inciso final de artículo 13 de la Constitución Política se señala textualmente: » El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental se encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ella se cometan» Nos preguntamos entonces, en esta situación actual, ¡Ha cumplido el Estado con este precepto constitucional?
En nuestra clase de derecho constitucional el maestro Ernesto Saa Velasco, nos resaltaba con especial énfasis, que lo más importante de todo por encima de cualquier consideración filosófica, política, económica o social es el ser humano y su integridad. Con fundamento en esta visión todos los elementos debían gravitar en torno a su bienestar y el del entorno llámese medio ambiente y la naturaleza. El ordenamiento jurídico o Estado de Derecho, debía ser el resultado de un bienestar general, que un contrato social pactado entre todos, con unas autoridades que tienen sus respectivas competencias, se complementan y colaboran armónicamente, precisamente para que el ser humano pueda vivir en sana convivencia con sus semejantes sin que su vida o integridad física se vea degradada o vulnerada.
Dicho lo anterior, y en estos momentos especialmente difíciles por las muertes violentas que se presentan en nuestro departamento y en el país, tiene una enorme trascendencia lo anotado anteriormente. Todos los días seguimos registrando confrontaciones entre iguales, vulneraciones de derechos fundamentales, pero lo más grave es que se nos está llevado la vida de semejantes, que quedan anotados como cifras que se van acumulando en le registro nacional de la infamia.
Nada justifica la actual situación. Son bienvenidas todas las acciones del Estado para detener esa ola de sangre que parece interminable. Cada día que pasas sin que se resuelva la situación es un día en que puede morir cualquiera de nuestros semejantes, un hijo, un hermano, un padre, una madre, un amigo, un compañero, si solamente entendieran eso, con toda seguridad motivarían todos sus esfuerzos para que ya cese la horrible noche. Todo el oro del mundo, el poder, la riqueza, no valen lo que representa una vida.