Anarquía y poder

Columna de Opinión

Por: Elkin Quintero

 El comienzo de un nuevo poder, en este caso, de un gobierno, siempre será la oportunidad propicia para mirar lejos al futuro y obligarnos a revisar el pasado reciente de nuestro departamento y la gestión de nuestros líderes.

Desde épocas sin nombre se ha pretendido considerar y justificar nuestras derrotas, errores, utopías y anarquías. Sin embargo, desde el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial se hace caso omiso a los siglos de mucha violencia, de mucha injusticia, de mucho sufrimiento que hemos soportado. Asimismo, desconocen que ha sido también un siglo que brindó al país progresos, adelantos técnicos, científicos, culturales e intelectuales que vislumbraron un futuro promisorio para nuestros municipios y sus gentes.

Hoy, cuando un nuevo poder se alza sobre nuestras cabezas, nos asalta una pregunta: ¿cómo será posible el resurgir del Cauca siendo este un territorio con situaciones tan contradictorias y con un modo de organización socio-política tan diversa y compleja?

Las respuestas pueden estar en la boca ávida y sarcástica de algún líder campesino inzaeño, en la pujanza, templanza y beligerancia del indio nasa, en el colorido occidental del emprendimiento Misak, en la folclórica respuesta de un afro del norte o en la festiva rima de un patiano o sureño. En fin, cada región del Cauca tendrá una racional o irracional respuesta. Sería bueno escucharla.

Sin embargo, el error ha sido centrar nuestra vida, personal y comunitaria, en estructuras de poder jerárquico institucionalizado que han mostrado siempre no estar a la altura de la necesidades, aspiraciones y solicitudes de las gentes y la historia.

A lo largo del tiempo hemos tenido gobiernos centrados en religiones, en partidos políticos, en espíritus localistas, en ideologías, en territorios o defendiendo uno u otro sector especial de la sociedad caucana; hemos tenido líderes autoritarios, opresores, tiránicos, unos pocos democráticos, civiles, militares, mixtos, respetuosos de la ley o personalistas; hemos tenido gobiernos frutos de revoluciones, de elecciones, con paros o sin ellos; ha habido líderes con grandes riquezas, o muy pobres, guerreros o pacifistas, industriales o agrícolas, conservadores o revolucionarios, y podemos decir que ninguno de ellos ha logrado sus objetivos. ¿Acaso los municipios y el departamento del Cauca es una tierra de nadie?

Parece fatalismo, o una mirada soslayada de nuestra realidad, pero no es así, por el contrario, los invito a buscar las evidencias para desenmascarar líderes y gobiernos que nos han arrastrado a guerras raciales, a múltiples conflictos culturales de mediana o gran envergadura, a innumerables rebatiñas sobre pequeños e incontables presupuestos, a enfrentamientos internos de cada territorio y a toda situación de miseria y sufrimiento. No es justo para el Cauca.

Ante tal fracaso e ineptitud en la gestión administrativa de lo público se han conformado entornos sociales/étnicos que restringen las posibilidades de desarrollo pleno de los territorios.

Cierro realizando un llamado fraterno a desinstitucionalizar las jerarquías de poder y anarquía que perviven sobre los territorios del Cauca, las cuales no le han permitido desarrollarse en estrecha vinculación con el Estado Central y aprovechar los recursos.

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