Los reductores en varias partes de la ciudad son invisibles por el desgaste de la pintura que los debe resaltar sobre las vías, en las noches toma por sorpresa a los conductores.
Por Alexander Paloma Reportero Gráfico El Nuevo Liberal
Los reductores de velocidad o policías acostados como comúnmente se les conoce cumplen una función de prevención en sectores donde hay alto tránsito de peatones o donde hay instituciones educativas, incluso sirven para que los vehículos no excedan la velocidad en algunas vías rectas.
Estos elementos creados sobre las vías se pueden llegar a implementar como una medida extrema a la falta de respeto a otras señales de tránsito que advierten de la reducción de la velocidad o para prevenir del acercamiento de un cruce a una zona de alto riesgo, el propósito es generar la reducción de velocidad de los vehículos que transitan en determinadas partes de la ciudad.
Cuando los reductores de velocidad pierden la pintura que los destaca en las vías, estos se vuelven invisibles sobre todo en las noches, lo que toma por sorpresa a conductores que de alguna forma pierden algo de maniobrabilidad al encontrar un sobresalto inesperado.
La mayoría de usuarios de las vías no ven como un obstáculo este mecanismo de reducción de velocidad y cada que encuentran uno lo respetan, sin embargo, solicitan a los entes encargados de las señalizaciones en la ciudad a que de manera constante los estén pintando para hacerlos visibles, pues hay lugares donde no existe señal que advierta de la existencia de estos reductores o incluso de otras señales verticales de reducción de velocidad.