HISTORIA DE FIESTAS TRADICIONALES

Columna de opinión

Por: Jesús Alberto Aguilar Guerrero

Termino el año 2022, y con  canción incluida del maestro Crescencio Salcedo “ya no olvido el año viejo”, pues ahora con ahincó, devoción, esperanza y expectación, iniciamos el 2023, pero siempre con la fe puesta en Dios; en esta oportunidad traigo a colación  como el 5 de enero se celebraba la fiesta de los “negritos”, consistente en cabalgatas por las calles y plazas de los pueblos, la cual servía de encierro para soltar un toro, para los osados y aficionados al toreo, habían disfraces de a pie y a caballo, cohetes, música y licores. Algunos adinerados se “jactaban” y se lucían arrojando confites o monedas de ínfimo valor para que las recogieran los muchachos, precisamente en los momentos en que se aproximada el toro del encierro, al que algunos valientes le arrojaban cohetes, respaldados por grupos de disfrazados en compañía de músicos que tocaban y bailaban. 

Todo esto se hacía en muchas poblaciones de nuestro amado Cauca, con la complacencia de los atardeceres y al caer la noche, se encendían luminarias y se notaba la invasión de mojigangas ridículas, tiznadas las caras por lo cual se les llamaban “negritos”, permitiéndoles realizar locuras. Se dice que este jolgorio tuvo origen en la determinación de procurar que los esclavos, negros, se divirtieran al par de sus amos, ya que se celebraba el advenimiento de quien introdujo al mundo la libertad, la fraternidad y la igualdad que para ello los blancos pintabanse, a fin de igualarse a los que no podían despintarse y que por circunstancias posteriormente se degenero la diversión. 

Hoy apenas quedan vestigios de aquellas fiestas. No existen las suntuosas cabalgatas, los disfraces, las cuadrillas, son pocas las chirimías que se escuchan, los pitos, el juego de aguinaldos, las alboradas y la pólvora fueron prohibidas por respeto a las mascotas animales y por la mala manipulación. Como también se perdió la presencia de los vaqueros de a caballo y de a pie que cortejaban a un toro de lidia, que armado con despuntada cornamenta, que cuando estaba suelto en gran espacio cerrado, avizora erguida el primer cuerpo que se moviera para acometerlo con centellante videncia. Pero las fiestas continuaban y en LOS REYES, las personas que venían con el ánimo predispuesto de los días anteriores y con una alegría predestinada, podrían observar la historia de los Reyes Magos, cuando llegaron a Jerusalén y se presentaron a Herodes Antipas; estos monarcas del sainete montaban bellos corceles adornados para la ocasión, escoltados por sequitos, chirimías y arrias por el pueblo que con gran alborozo marchaban a cada lado. Pero bueno las fiestas de fin y principio de año donde se reboza de alegría, se vuelven periódicas de cada año, en donde participan las colonias de toda índole, enriqueciéndolas y agregándole un multicolor atractivo, que engrosa y da a conocer costumbres y culturas, además de diferentes gastronomías. 

En nuestra época las costumbres han cambiado y variado, pues ya no hay desgaste de agua, no se utiliza “betún” ni grasa de color negro, sino untos sintéticos, la cal y la harina, fueron remplazados por olorosos talcos y espumas. Hay desfiles conformados con grupos de danzas acompañadas, de orquestas, bandas o chirimías, engrosando los desfiles las comparsas, la elevación de globos de papel, y las carrozas gigantescas donde se resalta la iniciativa de los artesanos caucanos. El resto vivámoslo en nuestra imaginación, pero vivámoslos en paz y con alegría.

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