Gloria Cepeda Vargas

El rescate de una conversación sostenida con la poeta en 1999 no es solo para evocar su voz imprescindible en la historia literaria de Popayán, como para constatar, con la distancia del tiempo, la actualidad de su obra.

Desde los libros publicados hasta entonces, Gloria Cepeda Vargas (1928-2017) desanda el largo camino recorrido y, con ello, las circunstancias, nombres y lugares que le permitieron escribir uno de los capítulos de mayor significado de poesía caucana del siglo XX.

Popayán ciudad libro 2018 le rendirá un homenaje a su legado literario.

Gloria Cepeda Vargas en la década del 40. Album familiar.

Entrevista de Felipe García Quintero

La vocación por la poesía creo que ha estado siempre en mí. Desde muy pequeña, cuando cursaba segundo grado de bachillerato en el colegio del Sagrado Corazón de Popayán. Era tanta la compulsión, recuerdo, que no podía atender a clase ni a otra cosa que no tuviese que ver con la poesía. Fue una suerte de batalla interior la que libré con el mundo. No veía la hora de salir de clase para irme a leer poesía. Luego esa fuerza y su impulso se atemperaron, y pude tener claridad y mejor distancia para continuar en el camino de la creación. Contra viento y marea he escrito. En especial durante el largo periodo de mi matrimonio, cuando me radiqué en Venezuela. Estaba muy joven, tenía 18 años. Si bien me costaba bastante trabajo conservar las cosas que escribía, porque las circunstancias no eran las mejores. Había mucha oposición por parte de mi esposo. Él no gustaba de estas cosas. Con todo y eso, la vocación fue respetada, y me hice miembro de la Asociación y el Círculo de Escritores de Caracas, luego fundamos la Casa del Poeta. Soy miembro de la junta directiva del Instituto de Estudios Vallejianos, capítulo Venezuela, con sede en Trujillo, Perú, que es un importante organismo dedicado al estudio y difusión de la obra del poeta César Vallejo.

Me interesaron las biografías y, por supuesto, la poesía. La obra mística de Amado Nervo, hoy en día olvidado, me atrajo. Leía a Núñez de Arce, el romántico español. Aunque muchos de esos autores ya no me desvelan, otros poetas de ese tiempo me siguen acompañando: García Lorca, Miguel Hernández, y una mujer a la cual sigo siendo fiel, no solamente a su poesía sino a su personalidad, que es Alfonsina Storni. Me ha gustado siempre Delmira Agustini, la poetisa uruguaya de padre italiano, que muy poco se conoce. «Los cálices vacíos» es un libro de poesía erótica que debe leerse. Ángel Rama dice de ella que es uno de los pocos autores uruguayos que son reconocidos mundialmente.

Bajo la estrella, 1954

Tapa libro Canta la noche GCV.

Fue mi primer libro. Ahora que tú provocas estos recuerdos siento que «Bajo la estrella» es un obra de juventud, que como todo lo se hace cuando se es joven tiene lago de inconformidad y también de satisfacción, puesto que era mi primera experiencia editorial y literaria. Y además se constituye en la publicación de una mujer, que para su tiempo no le era fácil un logro de esta naturaleza. Siempre también un poco de ingratitud hacia ese tiempo. Los libros son el reflejo de la vida, de lo que es uno en ese momento. Se trata de un libro de sonetos con tema amoroso, ilustrado por Manuel, mi hermano, y prologado por José Ignacio Bustamante. Es el único de mis libros con prólogo. Fue publicado casi por imposición de Helcías Martán Góngora, quien por entonces era Secretario de Educación del Departamento.

Poemas de los hijos, 1960

Ese libro está dedicado a mis hijos, tanto su escritura, como el tema y su tono, hablan de ello. Lo escribí en Caracas, pero fue publicado aquí, en Popayán. Quien hizo el primer comentario, para mí importante, fue Matilde Espinosa, quien desde el principio de su obra, hacia 1955, ha registrado a su modo la realidad social de Colombia. Yo quiero ese libro porque está perpetuada la infancia de mis hijos. Aparte del valor literario que pueda tener, si lo tiene, su valía es sentimental.

Credo, 1978

Publicado en Caracas, este trabajo corresponde a otro periodo. Era la época de conflictos políticos, de dictaduras militares, guerras y demás desastres humanos. Este aspecto me ha preocupado mucho, en especial por su momento histórico, el drama de Haití y de Nicaragua. Es un libro de compromiso, no político, sino social por el trato de sus temas. Es por lo tanto otro sendero del camino. Fue una edición ilustrada con dibujos míos. Hubo un tiempo en el cual me dediqué a la pintura, hasta realicé una exposición en el Consejo Municipal de Caracas, que tuvo mucho éxito.

Creo que el compromiso no es solo político, el poeta siempre lleva un compromiso, bien sea con el mundo exterior o consigo mismo.

Cotidiano apremio, 1982

Es un libro de amor y erotismo que quiero mucho. Su publicación representó para mí cierto conflicto, puesto que por mi formación rígida, casi represiva, no me atrevía a publicar poemas de este corte, pese a ser un libro muy comedido. Bueno, al final me decidí y no me pesa haberlo escrito ni publicado. La edición se hizo en los Talleres Editoriales del Departamento, con el auspicio del Banco del Estado. Había escrito mucho poemas de amor, pero solo unos pocos, creo que 18, son en sí el libro final.

Más allá de la noche, 1990

En Caracas vive una señora llamada Jean Aristeguieta dedicada exclusivamente a la difusión de la poesía. Ella publica un plegable titulado «Árbol de fuego». En esa colección Helcías Martán Góngora publicó «Las nanas de Martín Martán». Hace algunos años salía en formato de libro, que ahora es plegable por la crisis económica, pero que pese a todo continúa saliendo. «Más allá de la noche» fue una esas ediciones dedicada a mi trabajo. Son poemas más cercanos a este tiempo. Hablan de la nostalgia que muchas veces no se deja definir, esa angustia constante de buscar respuesta y no encontrar sino silencio.

Cantos de agua y viento, 1995

Fue una colección distinguida por el Concurso de Autores Vallecaucanos con el premio «Jorge Isaacs», modalidad poesía. Todos saben que nací en Cali, pero soy de acá. Bueno, este es un libro muy cercano por su forma en verso libre, por lo tanto más actual. Se ve de un modo evidente aquello que en mí se ha venido acentuando, eso que a uno lo sacude, la preocupación diaria por la vida, su amenaza, esta incertidumbre de solos de pie en medio del bullicio cotidiano que no sientes, pero que al llegar la noche palpas el vacío, su horror.

Carta a Manuel, 1996

Creo, con modestia, que este libro es mi más logrado desde el punto de vista literario. Lo escribí en poco menos de 15 días, con motivo del asesinado de mi hermano Manuel Cepeda. Tiene una investidura melancólica. Su creación fue una experiencia de fuerzas y sentimientos encontrados, por un lado el oscuro clamor del duelo, la indignación y, por otro, el deseo de decirlo todo de una sola vez, originó la escritura de ese libro, que por cierto fue muy mal impreso y que desearía reeditar.

Poemas del exilio, 1999

Maruja Vieira, quien presentó este libro en el Encuentro de Roldanillo, me preguntó si el título era por mi exilio de Venezuela aquí, o por el exilio de Colombia allá. Le dije que no, que no tenía nada que ver con el factor de la distancia geográfica sino con ese sentimiento que es el exilio de los seres humanos en el mundo. Un poco la orfandad de César Vallejo, pues uno siempre está como un exiliado en su casa, acaso porque la historia del ser humano es una pregunta constante que no tiene respuesta. La edición la hizo el Museo Rayo, en su colección Embalaje, que lleva una serigrafía elaborada por el Maestro Omar Rayo.

Canta la noche I*

Canta la noche su canción ausente…

Más allá de los cerros

Juegan con el silencio

Los niños

Los amantes

Los soñolientos gatos de alhucema.

Corre el viento desnudo como un fauno

Enhebra sus batracios

Su historia sin orillas

Los mundos de otros mundos

Regresan agobiados

De cigarras.

Un suspiro

Me separa esta noche

De la muerte

¿O de la vida?

¿O de las extensiones

Donde reina el leopardo?

Fugaz el delirante

Fugaz el que levanta su propio mausoleo

Espejeante la piedra de Sísifo en la altura

El silogismo en ciernes.

Voy en la noche tibia

Como si me llevan las manos de mi madre

En la noche que canta su canción abolida

Lejos…

*De: «Canta la noche». Cuadernos Cuatrotablas No. 3. Bogotá: Editorial Kimpes, 2010. p. 21.