Nunca antes el mundo y nuestro país habían vivido una etapa de incertidumbre tan grande y, a la vez, de profundo optimismo y esperanza como la actual, razones muchas, entre las que vale destacar, a nivel mundial la aparición de una pandemia, a consecuencia del Covid-19, que lleva ya un año y que ha dejado a hoy una secuela de contagios cercana a los 85 millones de personas, con más de 1.8 millones de muertos, con un agresivo rebrote o segunda ola de contagios y una situación económica diezmada, que no se ha podido recuperar a pesar de los esfuerzos realizados por los diferentes gobiernos, asociada a la desaparición de pequeñas y medianas empresas y la consecuente pérdida de millones de empleos, lo cual viene acrecentando la pobreza y la concentración de riqueza en los centros de poder económico global, ahondando los ya profundos niveles de desigualdad social.
En el modelo económico actual, la tensión generada por la lucha contra el coronavirus, a fin de preservar la salud, y la reactivación económica, se ha venido resolviendo en favor de lo económico en detrimento de los aspectos asociados a la salud, sin haberse podido lograr un justo equilibrio, bajo la premisa de que todo esto se resolverá con la aparición de una vacuna, a la que le apostaron los países más ricos del mundo, los que tienen los mayores adelantos científicos, las mejores universidades, centros de investigación y poderosas empresas farmacéuticas que, en un tiempo record, lograron a finales de año, presentar varias vacunas, con niveles muy altos de efectividad.
Todas las vacunas están enfocadas a “enseñarle” a nuestro sistema inmunológico a reconocer el virus que causa el COVID-19 a fin de que nuestro organismo desarrolle inmunidad. ‘Las vacunas contra el COVID-19 que utilizan el ARNm actúan junto con las defensas naturales del organismo para desarrollar la protección de forma segura ante la enfermedad’, método que ha traído, en virtud de las redes sociales y las consabidas fake news, nubarrones sobre la efectividad del mismo, generando escepticismo sobre su eficacia, cuando al inicio de la pandemia y ante el avance de las investigaciones al respecto, la humanidad se llenaba de optimismo por la encomiable labor de la comunidad científica por encontrar la vacuna. Será el 2021 un año en que las tensiones entre incertidumbre y optimismo, con respecto a las vacunas, estarán al orden del día, sin profundizar, por ahora, en cómo se aplicará a la población en cada país, a pesar de los protocolos que se han establecido.
A nivel nacional, este año tiene un ingrediente adicional, lo que lo hace especial y que los efectos de la pandemia y la forma para contrarrestarla no estarán al margen, se viene con todo el proceso electoral que busca ‘remozar’ el Congreso de la República para levantarle algo de dignidad, ya que para nadie es extraño que las corporaciones que lo integran tienen baja credibilidad ante la sociedad, en razón a que no legislan sino que, a cambio de mermelada, aprueban todo lo que el ejecutivo tramita, sin importar si lo aprobado beneficia a la mayoría de la población o por el contrario fortalece y consolida el statu quo de un ordenamiento jurídico, político y económico de pequeños pero poderos grupos económicos.
La mayor incertidumbre de estas elecciones es que van a marcar un punto de quiebre en la política nacional, desde el manejo del electorado en las regiones, para ir ‘limpiando’ el camino a aspiraciones presidenciales, las que ya comienzas a oírse, en un ambiente fuertemente polarizado, con un ejecutivo y un partido de gobierno que no dará brazo a torcer para continuar en el poder y con él recibir todos los beneficios que genera, a pesar del poco desarrollo que se logre como país en temas prioritarios, los cuales están condensados en la agenda estratégica, marcada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS, en los que en su cumplimiento está comprometido el país, pero que solo sirven para ser enarbolados en épocas de campaña pero en la gestión de gobierno les son esquivos como el logro de la paz, la eliminación de la pobreza, la defensa del medio ambiente, etc. No abandonamos el optimismo de que en este proceso electoral se impondrá el buen criterio del electorado para que sean las ideas, el ejemplo y la rectitud de los candidatos y no las maquinarias que de nuevo asalten al Congreso.