© MARITZA ZABALA RODRÍGUEZ
@mazarito1
Lo vivido durante este año que se cierra, ratificó un secreto a voces: la incapacidad para generar sinergias en torno a respuestas conjuntas, congruentes y coherentes sobre la pandemia y las acciones que está debilidad desencadenó en el devenir del país.
Dicho en términos actuales, la errada narrativa de una protección fallida, los riesgos y demandas insatisfechas y la profunda falta de confianza entre ciudadanos, entidades, instituciones y otros actores, nos hace pensar sobre el peso y urgencia de sanos relacionamientos y gobernanza de las relaciones.
Hoy más que antes, la figura del experto en asuntos públicos como líder en mediación y diálogo, cobra peso no solo por su conocimiento formal, capacidad de generar vínculos entre diversos actores, para comunicar según las audiencias, los mensajes apropiados con el tono y la comunicación adecuadas, sino por su gestión estratégica de lo público, es esencial para su éxito y estabilidad.
El COVID-19 nos cambió y generó ajustes en diversos protocolos de actuación de diferentes sectores públicos o privados, por lo que las relaciones corporativas van más allá del lobbie, dado que prima el bien común y el entendimiento transversal.
Si esta pandemia logró que voluntarios, academia, empresarios, Ruta N y la ANDI se unieran en #InnspiraMED, para hacer prototipos de ventiladores mecánicos; que gobierno y empresarios de la confección se unieran para confeccionar la dotación para personal médico; o que empresas dedicadas a la cosmética cambiaron su línea de producción para abastecer el mercado de jabones y geles antibacteriales, es lógico aprovechar este diálogo de saberes para reorganizar y generar nuevas capacidades entre diversos sectores antes distanciados.
En la medida en que logremos que las diversas audiencias y la sociedad en general, vean en el trabajo adelantado acciones de valor agregado y no una hoguera de vanidades e intereses meramente personales o corporativos, marcados por límites que ya no existen, se podrá restaurar la confianza, cohesión y tejido sociales quebrados por los profundos desequilibrios sociales que la pandemia evidenció.
Además, ante el nuevo escenario que tiene nuevos modelos y paradigmas que demandan conocer a fondo el contexto y planificar escenarios, habrá que esperar las respuestas de Estados, instituciones, empresas y sociedad que ahora generan innovaciones en los acuerdos de cooperación y alianzas, a la par de comunicaciones multicanal y diversos formatos para generar consensos y acordar los ajustes y acuerdos que nos ayuden a estar mejor preparados para las situaciones que vendrán.
El cierre de año conlleva balances y desafíos que, frente a la falta de certezas, nos pide colaborar, alinear intereses en torno a la defensa del bien común, con sanas conversaciones para tener pautas y protocolos que dejen atrás el miedo y generen un ambiente de confianza. Para concluir, la recuperación y salvaguarda global, demanda acciones globales no operan en solitario, sólo la participación de todos los sectores es esencial para recobrar nuestra actividad económica de la manera debida.
Felices fiestas y gran 2021 para todos.