Una Colombia inmarcesible vence a Brasil en la Copa América

La Selección, que recuperó el orden táctico, la disciplina y la ilusión, le gana a los auriverdes 1-0

El hombre estaba en la calle. A sus pies, las camisetas ordenadas en un improvisado plástico que le servía de mostrador. “A 25.000, a 25.000”, gritaba. Un transeúnte se le acercó con ironía: “¿Y eso? ¡Les bajó el precio!”. El vendedor no se intimidó: “Es una promoción solo por hoy. Vamos a ganarle a Brasil y las vuelvo a poner a 50.000”. La enorme fe del comerciante informal era similar a la del técnico José Néstor Pekerman tras la derrota con Venezuela en la primera fecha de la Copa América: “Este equipo ha jugado solo un mal partido pero su memoria futbolística está fresca. Vamos a recuperarla”. Así fue. En la noche de este miércoles Colombia le ganó 1-0 a Brasil.

Cortesia Canchallena

Cortesia Canchallena

Se trata de un premio al esfuerzo colectivo en el que se demostró, una vez más, que la disciplina supera al talento. Brasil un equipo de artistas fue superado por una escuadra de obreros, solidarios con la causa colectiva, concentrados en sus movimientos y fieles a un libreto táctico que les permitió opacar e incluso sacar de nervios a la estrella Neymar.

El partido fue intenso de principio a fin. En el que cada equipo se aplicó al dibujo táctico porque sabía del talento del rival. Pero, en el minuto 36 de la primera parte, un centro desde la banda derecha de Juan Guillermo Cuadrado al centro del área rompió los esquemas. Tras un borbollón el zaguero caleño Jeison Murillo cazó el balón y con un remate seco lo depositó en el fondo de la red.

El grito de gol se escuchó en todo el país. La ilusión estaba viva y de cierta manera se disfrutaba con cierto sabor de venganza tras el partido de la Copa del Mundo en el que se cayó 2-1. A partir de la anotación, Colombia privilegió el juego colectivo. Por su parte, Brasil seguía anhelante, esperando la aparición de Neymar.

Ya Pekerman lo había dicho en la víspera del partido: las opciones de Colombia dependían en gran medida de que la pelota no le llegara al astro brasileño. Con esa misión tatuada en la frente, Carlos Sánchez y Edwin Valencia hicieron una labor asfixiante sobre el 10 del Barcelona. Sin las libertades del primer partido, Neymar sólo dispuso de una ocasión de gol clara en la primera parte y, aunque trató de recuperar su alegría, no logró romper el esquema. Colombia no brillaba ni bailaba como en el Mundial, pero mostraba oficio y una madurez incontestable.

Así las cosas, La Selección supo aguantar con firmeza en la segunda parte, cuando el equipo de Dunga se echó arriba a la desesperada. El corte en el centro del campo le permitió a Colombia lanzarse al ataque con peligro, siempre capitaneada por un James Rodríguez que fue notable en la distribución de balones largos, hacia Falcao y Teófilo Gutiérrez. Con un bloque para aislar a Neymar, éste retrasó su posición para recibir el balón, pero entonces se encontró cerrado el camino hacia el área.

Willian, por la derecha, y Fred, por el centro, fueron incapaces de superar la marca de los volantes colombianos, en especial de Carlos Sánchez, que se agigantó en la presión y las recuperaciones. Al brillo de Sánchez se sumaron James, Teófilo Gutiérrez y David Ospina que mostraron su clase en momentos cruciales. E incluso los errores fueron borrados por la suerte. Un fallo defensivo entre Murillo y Ospina propició una clara ocasión para Brasil, pero Firmino, en su primer partido oficial como titular, la desperdició al rematar por encima del larguero a puerta vacía. Para entonces, Colombia ya había dado un paso atrás y progresivamente cerró aún más las líneas para contrarrestar los intentos de Dunga de plagar de delanteros su equipo, que no tuvieron fruto.

Tras el pitido final, Neymar propinó un pelotazo a Pablo Armero, que provocó el rechazo de los jugadores colombianos. Carlos Bacca empujó al astro del Barcelona y a continuación se desató una gresca que empañó la pintura. El árbitro Enrique Osses enseñó la tarjeta roja a Neymar antes de ingresar en el túnel y a continuación hizo lo mismo con Bacca.

Luego los brasileños se metieron cabizbajos hacia el túnel. Los colombianos se quedaron en la mitad del campo celebrando. En el país, empezó a sonar el ruido de pitos y cornetas. Los aficionados celebraban una victoria oficial a Brasil después de 24 años. Es decir, toda una generación que jamás había visto un triunfo ante los pentacampeones. Todos se fueron a dormir felices. En especial, el vendedor ambulante de la esquina que ahora cobrara de nuevo las camisetas de la Selección a 50.000 pesos.