“Perder para gobernar…”

EDUARDO NATES LÓPEZ

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Esta pareciera ser la traducción política del conocido “refrán” que creó el otrora técnico de la selección Colombia de futbol, Francisco Maturana cuando, después de una dolorosa derrota, se justificaba diciendo: “…perder es ganar un poco…”

El extinto gobierno de Juan Manuel Santos puso en práctica varias veces este curioso principio. Una de las más notorias e inolvidable es la del Plebiscito de octubre de 2016. El pueblo colombiano, aburrido del entreguismo y la obsecuencia del gobierno ante las Farc, se expresó claramente sobre la refrendación de los Acuerdos de La Habana, votando mayoritariamente por el NO. Pero Santos, sin vergüenza alguna, siguió actuando como si su proyecto hubiera sido el ganador, y muy lejos del pudor, atrabiliariamente, con el aval de un Congreso untado de mermelada hasta el cogote, logró introducir en la Constitución Nacional colombiana, varios puntos hipersensibles de lo pactado con esa guerrilla en Cuba.

Otro suceso político del mismo corte acaba de presentarse con la ‘Consulta Anticorrupción’ liderada por los derrotados en las elecciones presidenciales de junio pasado que sobradamente ganó Iván Duque. Pues la consulta, a pesar de haber sido un importante ejercicio democrático (mucho más para el pueblo que para los impulsadores) no alcanzó el umbral, pero sus prepotentes promotores han resuelto sentirse “ganadores de unas elecciones” y en tono arrogante, le dan “ordenes” al gobierno, haciendo gala de un insólito “triunfalismo perdedor”.

Otro ejemplo del mismo ‘Proverbio Filosófico Maturana’ son los acomodados del gobierno Santos, que sin ponerse colorados siguen al frente de sus cargos pretendiendo hacerse ratificar por el nuevo gobierno, a sabiendas de que trabajaron en el peor gobierno de la historia colombiana y que el “tufo” los delata. En eso tiene toda la razón la controvertida y directa senadora María Fernanda Cabal, en su reportaje del diario El Tiempo del día lunes pasado, no solo frente a los mandos militares sino sobre los altos cargos del gobierno. El Presidente Duque, pacífico, tranquilo y conciliador, debe repensar la dimensión de su condescendencia con el gobierno anterior, pues los Santistas enquistados en este gobierno suyo, no contentos con Santos I y Santos II, de pronto nos reeditan el Santos III.

La ductilidad del canciller está dibujada al concederle la embajada en Portugal al binomio María Ema Mejía – Alberto Casas Santamaría; en Londres, al hijo de Carlos Ardila Lulle y yerno de Luis Carlos Sarmiento. También en la lentitud con que ha procedido en pedir las renuncias a otros embajadores del gobierno anterior, que con tanto éxito le vendieron al mundo las maravillas de la “paz de Santos”. El balance hasta ahora del nuevo gobierno, salvo el buen nombramiento del Mono González, es que los puestos se los “despacharon” los que venían con Santos, incluyendo al hijo de Samper, jefe de debate de Clara López; Los nuevos ministros y sus amigos, que ni siquiera votaron por Duque; El Secretario General de la Presidencia, que llegó tarde a la campaña, como fugaz “formula vicepresidencial” del “leal” exministro Pinzón; Por eso ni conoce ni entiende al Centro Democrático. Solo en cargos menores, uno que otro de quienes hicieron campaña por Duque, ha tenido cabida en lo nacional. En lo local, todos los puestos están en manos de los que apoyaron a Santos y a Petro… De seguir así la opinión no sentirá el cambio, mientras Petro pavimenta su candidatura para el 2022… Ya dijo en Zarzal, Valle, que había aplazado su ingreso a la Casa de Nariño hasta 2022 y que va por los ingenios. Pero, paradójicamente, estos tienen, como su vocero en Asocaña, al Secretario Privado de Santos; y aún casi toda la dirigencia gremial es de Santos. El exceso de bondad conduce al fracaso de los proyectos políticos. Es hora de que el alto gobierno sacuda el árbol y mire en sus raíces y a su alrededor a quienes lo llevaron donde está.

Este paisaje de paracaidistas en los altos cargos, que ni votaron ni hicieron campaña por Duque se refleja en un Congreso que ni los respeta ni entiende cómo las ordenes de los proyectos de Ley vienen de Claudia Nayibe y no de Nancy Patricia…El panorama invita a decir pronto:… “Organicémonos…”.