Participación, clave del éxito económico

SIGIFREDO TURGA ÁVILA

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Quienes hemos vivido siempre con visión de cooperativistas, hora a hora, día a día, no entendemos la democracia cuando se impide la participación activa del asociado, del ciudadano, del integrante, del interesado.

Hemos mencionado en varios de nuestros artículos de esta columna a los países europeos, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Suecia, que a comienzos del siglo pasado sus poblaciones en general vivían en las peores condiciones económicas, en la miseria y que, como contraste, finalizando el mismo siglo, estaban colocados en el primer puesto de los países más prósperos del mundo y también con los menores índices de corrupción.

Amigo lector, la clave para éste éxito se le atribuye al derecho que tiene el asociado, el ciudadano, el integrante, el interesado a la decisión democrática en esos países.

Esa prosperidad necesitó mucha dinámica en el diálogo entre las partes, entre los asociados, siempre sin talanqueras, siempre sin coerciones ni represiones. Siempre pensando la economía con solidaridad y apoyo mutuo. Allí no juega la manipulación politiquera, ni el mangoneo del llamado liderazgo con el pretexto del desarrollo, privilegiando al más fuerte por su poder o por su tener y según como éste lo determine.

Y por si faltasen otros ejemplos, citamos también al País Vasco en España, cuya economía es también otro modelo de economía con solidaridad y apoyo mutuo y que, ante la crisis económica actual la fortaleza económica del País Vasco es uno de los soportes que tiene España para evitar su derrumbe.

Pero para no salirnos de la región, invito a los caucanos en general y payaneses en particular a conocer otros dos ejemplos, el modelo de la Cooperativa Indígena de las Delicias, en Silvia Cauca y el de la Cooperativa Indígena de Zumbico en el Municipio de Jambaló.

El modelo de Las Delicias hoy influye en todo el Municipio, todo lo que orienta el sector indígena Misak originado en la cooperativa ha venido generando una provechosa realidad económica y social, es entonces resultado del acuerdo y sin ningún asomo represivo o de confrontación violenta. Allí no puede haber mendigos, toda la comunidad está pendiente de sus demás congéneres indígenas. El bienestar es para todos, la educación es para todos, los servicios de salud son para todos, por tanto, el debate sobre los servicios es entre todos y a cada integrante de la comunidad le cabe una responsabilidad.

Para ninguno de estos casos cabe que, un proyecto para servir a una comunidad se establezca imponiéndoselo con el poder del más fuerte o con coerción o represión. Eso no trae buenos augurios para el futuro del mismo proyecto ni para un estado de bienestar.

Entendamos lo inimaginable que ha de ser en Noruega o Dinamarca, que en aras de resolver un problema con aguas contaminadas de una ciudad, el gobierno se vea obligado a imponerle a la comunidad con la fuerza policiva, el proyecto de solución que escogió el equipo de gobierno para esa comunidad. Eso es algo absurdo en un país con democracia cooperativa. Igualmente es absurdo para quien sea cooperativista en Colombia que en Popayán se imponga contra los derechos de una población la construcción de una PTAR, por perfecta que sea la obra.

Claro está que alguien podría salirle al paso al asunto, respondiendo que esta no es una economía cooperativa sino una economía de mercado y que por lo tanto es viable el uso de la fuerza pública contra beneficiarios de la solución.

Popayán necesita mejores horizontes en su economía, practiquemos los principios cooperativos dándole juego a la participación, clave del éxito económico, como en los países nórdicos y saldremos adelante.