Los cien días

GUILLERMO PÉREZ LA ROTTA

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El gobierno de la equidad supone que grabar la canasta familiar con IVA es una medida justa, y comete el error de no buscar otras alternativas, entre muchas opciones posibles para financiar su presupuesto, y miente, con su mentor a la cabeza, diciendo que Santos dejó quebrado al país. Hizo populismo atacando el IVA de Santos, pero ahora cambia el guión y hace lo mismo que el anterior gobierno: sin imaginación acude a montar el impuesto más fácil de cobrar mientras favorece las rentas del capital, y argumentando mendazmente que Colombia tiene una clase media robusta, la cual debe tributar más para garantizar la equidad del futuro, en el cuarto país más desigual del mundo. De este modo, la equidad se vuelve una palabra manipulable, según la falaz argumentación de los sabios economistas que dicho gobierno ha puesto a la cabeza de las finanzas nacionales. Pero su política plutocrática se puede contrastar con la siguiente postura esgrimida por el economista Salomón Kalmanovitz:

“El 1 % de las familias más ricas apropian el 21,6 % del ingreso nacional, lo que de acuerdo con las proyecciones de 2018 corresponde a $216 billones. Permítase que deduzcan el 35 % que se propone para los salarios de la clase media y deberán pagar sobre $136 billones, con la tarifa del 37 %. El ejercicio arroja la saludable cifra de $52 billones, que es más de un tercio del recaudo total del Gobierno central. Pongan a tributar los ingresos de los que arriendan su propiedad raíz de lujo y los que concentran la propiedad del suelo rural en el país y obtendrán otro par de puntos del PIB que siempre han evadido de manera olímpica”. (El Espectador. Noviembre 5).

El gobierno de la equidad cae en la frivolidad cuando recibe en Palacio a un cantante de moda, mientras calcula y demora, al estilo de los gobiernos anteriores, la posibilidad de hablar seriamente con la juventud sobre el presente y futuro de la educación pública universitaria. El joven presidente de Colombia negoció simples posibilidades con los rectores, excluyendo a la juventud de una discusión más difícil, pues con ellos el tema es a otro precio, como quiera que piden soluciones más amplias y radicales, por ejemplo un plan progresivo para que el Estado pague la deuda de treinta años con la educación pública, que es producto de un diseño neoliberal y ha exigido a las universidades autofinanciarse en alto grado. Radicalidad necesaria frente a los embates de esa ideología que a finales del siglo XX todo lo privatizó en función del gran capital y la competencia, y luego se imaginó programas como la financiación costosa del Icetex, o el famoso “Ser pilo paga”, que desvió recursos públicos para el sector privado. Porque en un país tan desigual como Colombia, es equidad social la posibilidad de que en el ámbito económico donde galopa el capitalismo con amplias garantías para el sector privado, en contraste justo se conciba la educación como un derecho inalienable de cualquier ciudadano para poder acceder al conocimiento que es garantía de su vida futura y del desarrollo del país. Esto lo tenía claro Sergio Fajardo y los otros candidatos a la presidencia, pero los colombianos eligieron la propuesta más retardataria.  

El gobierno de la equidad ha intentado reprimir soterradamente las marchas estudiantiles utilizando al Esmad o la propaganda sesgada de ciertos canales de televisión adictos al régimen, que se unen a los sectores conservadores de la sociedad, tildando a los jóvenes de delincuentes, marihuaneros  y viciosos. La manera como al policía entró al edificio de El Carmen en la semana antepasada, es sospechosa, pues encapuchados golpearon y violaron la puerta del Alma Mater, tal y como ocurrió en otras ocasiones de triste recordación, para generar terror y caos, con la anuencia de la alcaldía de Popayán. Y todo ello en correspondencia con la posición del Ministro de Defensa que ha exhibido un discurso que intenta coartar la protesta social. Con ello desvían la atención, bajo manipulación en la que son expertos, para no afrontar las discusiones fundamentales que debieran producir soluciones en torno a la educación pública. Hoy lunes, cuando escribo esta columna, la ministra se digna por fin sentarse a dialogar con la juventud universitaria de Colombia.