Por la salud de Doña Maruja

HAROLD MOSQUERA RIVAS

[email protected]

En la clínica de Los Remedios de Cali, se encuentra hoy hospitalizada y en delicado estado de salud la señora María Garcés de Zapata, doña Maruja, como cariñosamente la conocemos en el barrio San Luís. Un matrona fundadora del barrio y quien desde hace 52 años, sin interrupción, celebra la más humilde, sencilla y concurrida de los novenas del barrio al niño Dios.

Entre el 16 y el 24 de diciembre de cada año, la carrera 1 A 9  es testigo del desfile de niños y niñas que con alegría concurren a escuchar las oraciones, los elocuentes discursos, las actuaciones, las enseñanzas y hasta los regaños de la Mamá de todos. Al final de cada una de las 9:00 noche, los pequeños deben salir a interpretar una canción, decir un trabalenguas, una adivinanza, un chiste o cualquier otra manifestación artística a través de la cual demuestre su talento.

Esa novena fue nuestra primera escuela de oratoria, pues viendo y escuchando a doña Maruja perdimos el miedo de hablar en público, de cantar, de contar y disfrutar de la vida entre familiares y amigos.

Por todo lo anterior, hay en el barrio una preocupación colectiva, de imaginar el riesgo de que tengamos la primera navidad de los últimos 52 años sin la presencia de nuestra matrona y por ello estamos en cadena de oración, pidiendo por su salud, esperando que  se recupere pronto de los males que la aquejan y que antes del 16 de diciembre regrese al barrio y a su casa, para llenar de nuevo con alegría el vecindario.

Es grato poder contar historias de personas sencillas que hacen cosas maravillosas sin que haya de por medio cantidades de dinero o bienes materiales. Cuando empiecen a sonar las canciones del Asalto Navideño de Héctor Lavoe y Willy Colón y los Aguinaldos y el Seis Chorreao de Richie Ray y Bobby Cruz, cantaremos y bailaremos, mientras pintamos las calles y las llenamos de adornos alusivos a las fiestas de navidad en procura de ganar alguno de los premios que se otorgan a las calles mejor arregladas, en medio de lo cual anhelamos que brille con la luz de siempre doña Maruja, quien jamás ha reclamado un reconocimiento ni ha pedido o dejado nada para sí.

Prueba de ello es que las paredes de su casa, en las que se celebra la novena, después de tantos años, siguen siendo de ladrillo limpio, pues la fortuna material no le ha permitido más y ella, honesta y transparente, jamás tomó un solo centavo de los aportes de sus vecinos para la novena, en beneficio de los suyos o para mejorar sus condiciones de vida.

Al final de cada novena da cuenta de los dineros recibidos y la forma como se gastaron, en unas cuentas que nadie revisa porque su honradez es indiscutible. Todo lo anterior sustenta el infinito afecto que le profesamos y que nos motiva a esperar cantar en coro con ella y todos nuestros adorables vecinos el próximo 16 de diciembre: “Hay que bella es la Navidad”.