Editorial: La accidentalidad sobre la Panamericana

Por estos días, la Panamericana en su paso por el Cauca volvió a ser noticia, y no positiva. Como sucede de tanto en tanto, la accidentalidad que ha cobrado la vida de varias personas y dejado a otras lesionadas, se convirtió en el elemento principal noticioso de los medios de Popayán y en general del Departamento.

El campanazo de alerta que volvemos a emitir (ya lo hemos advertido en otros escritos desde esta tribuna de opinión), tiene que ver con el alto índice de accidentalidad que a diario asoma en este carreteable.

Y es que durante las últimas semanas no transcurre un solo día sin que ocurra un accidente de tránsito en este eje vial que une al suroccidente con el resto del país. Y le sumamos en la preocupación, el hecho que en casi todos los casos está involucrada una moto. La mayoría de las veces se debe a la imprudencia de conductores que por afanes y alta velocidad, intentan adelantar en zonas no permitidas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido los accidentes de Tránsito como la séptima causa de mortalidad en todo el mundo y una de las principales epidemias de nuestra sociedad.

La perspectiva para el año 2030, según los estudios de esta organización es que se desplace hasta el lugar número cinco. Los accidentes viales ocupan la primera causa de muerte entre los menores de 40 años, es decir, mata más jóvenes que la violencia personal en todos los países.

En Colombia y sus ciudades principales, la accidentalidad vial es la segunda causa de muerte violenta, y eso que tenemos fama de agresivos en todo el mundo y según la misma OMS, en América Latina y el Caribe existe la tasa de mortalidad por accidentes de tránsito más alta del mundo (26,1 muertes por cada 100 mil habitantes). Pronto, de seguir las actuales tendencias, este valor llegaría a 31.

Ante este panorama, el Fondo de Seguridad Vial realiza campañas preventivas en varios puntos de la geografía caucana en pro de reducir notablemente los accidentes que se presentan en la carretera internacional.

Empezando por desestimular la combinación nefasta de gasolina y alcohol, que es una causa que sigue causando choques, volcamientos y atropellamiento de peatones.

El año pasado, Colombia tuvo más muertos y heridos que los otros países de la región y esto exige soluciones de fondo, comenzando con un adecuado ejercicio de la autoridad, especialmente a lo largo de este ya peligroso trayecto.

Claro está -y es justo mencionarlo- que la seguridad vial (y no solo para el caso de la Panamericana) depende en gran porcentaje del factor humano y es allí donde también se falla constantemente.

¿Es tan difícil acostumbrarnos a respetar las señales de tránsito, a no consumir alcohol si vamos a manejar, a ceñirnos el cinturón de seguridad, a controlar el vehículo antes de salir a las rutas, a no sobrepasar la velocidad indicada, a ser prudentes al atravesar una vía, a usar los puentes y pasos peatonales? Cumplir con estas indicaciones y todas aquellas que han sido elaboradas para protegernos, es un símbolo de algo mucho más profundo: de que nos importa la vida humana.