Columna de opinión
Por: Sebastián Silva-Iragorri
Hay obras que nunca terminan, otras jamás principian. De ellas tenemos muchos ejemplos en Colombia y en nuestra región.
Desde niño escuché que se iba a construir una carretera hacia la costa caucana; que se iba a realizar una inmensa hidroeléctrica en el salto de Gurumendi; que había posibilidad de una central de energía en Julumito; que vendría a Popayán una fábrica japonesa llamada Fujitsu y otras empresas.
Luego escuchamos que había una variante diseñada para la carretera Panamericana hacia el sur denominada Timbío-El Estanquillo y últimamente la doble calzada Santander de Quilichao-Popayán, que afortunadamente empezó.
¿Por qué somos reactivos y nunca preventivos? Lo que pasó en Rosas en una muestra de desidia, negligencia, intereses políticos, económicos y de otras clases, que impidieron que luego de 44 años no se iniciara una tarea tan esencial e importante en una vía internacional que nos conecta con el resto del continente suramericano.
¿Por qué no se hizo la obra? Hay infinidad de respuestas:
1-Que a un sector de la clase política no le interesaba pues quedaban por fuera algunas poblaciones donde tenían votos asegurados.
2-Que faltaban diseños y fases, pero una y otra vez se hacían diseños y fases. Era un cuento de nunca acabar.
3-Se decía que el departamento lleno de ríos, montañas, volcanes y demás no tenía estudios suficientes de suelos o políticas de prevención que implicaran factibilidad de edificaciones y carreteras seguras.
4-Que la corrupción impedía por intereses económicos el comienzo de las labores.
5-Que algunas comunidades cívicas y étnicas bloqueaban los periodos de iniciación por asuntos políticos.
6-Porque no existían geólogos que respondieran con estudios serios e investigaciones a fondo sobre realidades de riesgos y amenazas naturales en el territorio.
En fin, hay múltiples disculpas y explicaciones, pero ninguna justifica que no se haya hecho el trabajo. ¿Quién responde de esta omisión y negligencia? Esa es la gran pregunta.
En días anteriores estando en Bogotá renovando mi visa americana me encontré con un ciudadano de Texas que me preguntó por la situación del Cauca y Nariño y el grave problema en Rosas. Luego de explicarle, su pregunta inicial y obvia fue: ¿Por qué no han hecho la obra?
Cuando fui Secretario de Gobierno departamental y Gobernador encargado realicé los primeros foros de prevención en el Cauca.
Uno de ellos fue sobre los municipios del norte y sus riesgos y amenazas frente a posibles desbordamientos de sus ríos, terremotos o deslizamientos de tierras. También diseñé los planes de contingencia sobre la situación de Páez y estaba en el gobierno cuando la segunda avalancha y la reducción en víctimas fue inmensa, de más de mil en la primera tuvimos 4 víctimas en la segunda y eso por desobediencia de las reglamentaciones. Sobre el sur siempre nos contestaron que solo faltaba la financiación de la variante pues las fases y los diseños estaban listos.
Cuando estuve como Representante a la Cámara por 3 meses, presenté 3 proyectos de ley sobre materias sociales y alistaba un debate sobre la situación vial del sur del Cauca, pero se terminó mi corto periodo.
Por transparencia y por clamor ciudadano muchos tienen que responder ahora. Esperamos que tengan el valor y el carácter de reconocer los errores y entrar a contribuir con soluciones, así sea tarde, pero hay que hacerlo ya.
El Cauca, Nariño, Colombia y el resto del Continente piden examen de conductas, responsabilidades y ejecución, sí, obras, sin pausas ni desmayos. Es un grito, antes de que ocurran más tragedias, pues parece que siguen los deslizamientos y movimientos de tierras en distintos sectores de la región. Quedamos advertidos.