Columna de opinión
Por: Jorge Eliecer Ortiz Fernández @jeliecerortiz –
L“as reflexiones que desde la historia se pueden hacer sobre la descentralización, necesariamente pasan por el tema de la conformación de las regiones, de aquellos espacios socialmente construidos que reivindican una identidad propia y un derecho a su manejo con cierto grado de autonomía frente al Estado central. Al respecto, es un lugar común afirmar que Colombia es un país de regiones: imagen que es reproducida en los textos de enseñanza y repetida por los medios de comunicación”. Pantoja Fabio Zambrano – 1995. Economista y D.E.A en Historia, Profesor del departamento de historia de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador del D.I.U.C.
Efectivamente, como señala el autor, Colombia se identifica al mundo como un país diverso en todos los ámbitos, situación que claramente se evidencia en los desarrollos económicos que tienen algunos departamentos, fácilmente se evidencia en las estadísticas y los cifras que arroja el PIB nacional, donde históricamente, los mayores aportantes a la economía nacional se focalizan en los departamentos de Cundinamarca, Antioquia, Valle del Cauca, Atlántico y por su puesto los Santanderes.
Podría decirse, que, en estos departamentos citados, se ha caracterizado por la presencia de liderazgos locales en todos los órdenes, a saber, líderes empresariales y políticos, que fácilmente han logrado penetrar la infranqueable aristocracia bogotana, logrando empoderarse, tanto económica como políticamente. Sin duda, que esta “rebeldía” de estas regiones, que la llevan en la sangre, ha logrado que la Descentralización avance a pasos agigantados, pues casi que por antonomasia el nivel central, ha permitido que estas regiones actúen administrativamente a su leal saber y entender, caso muy contrario a lo que sucede en el restante 88,09% de las regiones del país, que en atención a su alta dependencia del gobierno central, se han visto obligado de postergar sus sueños de tomar las decisiones administrativas y políticas atendiendo las prioridades más sentidas de la ciudadanía y por su puesto para impulsar a la región en caminos de desarrollo.
Para este próximo cuatrienio, los caucanos soñamos con un departamento prospero, no dependiente de ismos, sino de miles de voluntades jalonando para un mismo horizonte, empeñados en que se abra espacios al emprendimiento, a los inversionistas y a líderes con visión de servicio, en momentos en que se empieza a calentar motores, para que justamente en un año, estemos eligiendo a los conductores de los municipios y departamentos.
Siendo el problema étnico, el más grande en el Cauca, lo fundamental es definir si el modelo actual, nos va a llevar a más desarrollo, progreso, o estamos camino del abismo, ¿ Ayuda a indígenas darles cada vez más autonomía, o se los está condenando a vivir como en tiempos pretéritos, perdiéndose el presente y el futuro? O será más sabio propiciar un reencuentro con sus raíces genéticas, para que aprovechen los mejores modelos y se pongan al día. Y si a esta política absurda, se le suma la hostilidad a la presencia española y negra, nada grato se avecina, y lo más desconcertante, es que estas manifestaciones son recientes, propulsadas por mestizos, que viven en guerra, entre sus diferentes sangres. Cuando el Cauca maneje con sabiduría este tema, y primeros pobladores, mal llamados indios, blancos si es que hay alguno puro, negros y la gran mayoría que es mestiza, se sientan bien como son, se podrá predecir un futuro mejor.