¿Los “Camisas Negras” de Petro?

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

L

a propuesta del senador Gustavo Bolívar –apoyado por el Pacto Histórico–  de sacar de la cárcel a los jóvenes que incurrieron en delitos varios durante la protesta social del año pasado, y que autodenominan “Primeria Línea”, no prosperó finalmente.

La propuesta, que se presentó ante el Congreso –negada y archivada– por ahora, fue la de ofrecerles indulto presidencial y emplearlos con el Estado, dentro de lo que se llamarían “Gestores de Paz”. 

De la misma manera se presentó y se negó la ley para que los jóvenes no prestaran el tradicional y patriótico servicio militar en las Fuerzas Armadas de Colombia, sino que lo hicieran de manera voluntaria como Gestores de Paz.

Ambas propuestas son buenas, en otro país y en otro contexto.

Pero, tal como están las cosas en temas de la actual política colombiana y a la luz de la historia mundial, hay que hacerse la pregunta: ¿qué hay detrás de esas leyes o propuestas? ¿Qué son y cómo funcionarán los Gestores de Paz? ¿Se están fraguando en Colombia grupos de civiles para proteger al presidente y a su gobierno, como ha ocurrido en Italia, Alemania, Nicaragua y Venezuela –y hasta en nuestro propio país- con otros presidentes que se han dado ínfulas de dictadores? 

A pesar de que la historia, como asignatura escolar, ya no se enseña en Colombia, algunos todavía tenemos memoria, y además hay librerías, y libertad de lectura. 

La historia nos indica que la creación de esos grupos no es nada bueno para la democracia, la paz y la convivencia. Por el contrario, generalmente terminan convertidos en agentes del terror apadrinados por el Estado. 

Una vez el fascista Benito Mussolini llegó al poder en Italia, llamó a un grupo de intelectuales para que le ayudaran a sostenerse en el poder, y éstos organizaron lo que se llamó La Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional, que la historia conocería como los “Camisas Negras”: Un cuerpo de milicias de la sociedad civil para defender a su jefe de los opositores tanto en la arena política como dentro de la sociedad. Y para ello usaron la violencia, la intimidación y el asesinato como armas de intimidación.

El fascista Adölf Hitler uniformó y armó a un grupo de civiles a los que llamó “Servicio de Orden”, y que la gente terminó llamando “Los Camisas Pardas”: Su misión consistía en brindarle seguridad en eventos públicos y mantener el orden en las ciudades. Pero, con el tiempo, este grupo paramilitar creció tanto a la sombra de las fuerzas armadas que, por su número y financiación, sembraban terror por su cuenta, hasta que el propio Hitler debió fusilar a sus jefes y encarcelar a sus miembros más notables, en lo que se conoce como “La Noche de Los Cuchillos Largos”.

El ex presidente Hugo Chávez, una vez llegó al poder, creó los famosos “Colectivos”, que terminaron siendo organizaciones paramilitares chavistas que apoyaban al gobierno como bandas armadas atacando a protestantes, periodistas, estudiantes, religiosos y personas sospechosas de ser críticas al status quo y, en muchos casos, ejercieron represión apoyados por las autoridades oficiales. 

El dictador Daniel Ortega creó “La Caravana por La Paz” con un grupo de simpatizantes civiles de su gobierno que nació como respuesta a las protestas del 2018, cuando la gente salió a las calles pidiendo su renuncia. Este grupo de paramilitares es culpable, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la muerte de 355 personas y del exilio de otras 85 mil. Son acusados de violencia contra civiles desarmados, amedrentamiento a opositores y asesinatos a manifestantes, entre otros delitos. 

No estamos diciendo que esto sea lo que se está organizando en Colombia, no tenemos pruebas de nada, sólo que, como periodistas, nos hacemos preguntas de fondo poniendo en contexto situaciones históricas que ya la humanidad ha vivido y ha lamentado. 

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