EL ABANDONO DEL CAUCA

Columna de opinión

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Por: AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO

Siempre hemos replicado las noticias que a diario afectan al Departamento del Cauca, como uno de los sectores poblacionales más abandonados por el Gobierno Nacional, sin importar el color político o representativo de quien ha llevado los destinos de la Nación, e incluso de quienes han sido gobernadores de este Departamento, y hasta el momento la situación en lugar de ofrecer alternativas, solo nos permite alcanzar a vislumbrar un futuro triste y angustiante, sobre todo por la violencia sin control que se vive, como por el incierto futuro de sus vías de comunicación ante el desplome de parte de la carretera que la comunica con todo el sur del continente.

El país vive un atraso social y económico que se acentúa día a día, como consecuencia del manejo irresponsable de las vías de penetración hacia los diferentes centros poblados o conglomerados humanos que se dan cita, no solo en el Cauca, sino en Nariño, Huila, Putumayo, Amazonas y Caquetá, por hacer referencia a departamentos que para una economía de desarrollo o de gran emprendimiento como el que se corresponde con el hombre del silgo veintiuno. 

Fortalecer sus vías de comunicación terrestres, fluviales, aéreas y marítimas, es una tarea que es necesario reclamar, exigir y batallar hasta las últimas consecuencias por su implementación debidamente programada y asesorada hacia la construcción de una infraestructura que se corresponda con el desarrollo social y económico de un país rico en recursos naturales, donde sus habitantes han sido menospreciados y dejados al abandono o utilizados para la guerra, para la violencia o para los procesos electorales, sin respuesta a sus necesidades básicas.

Con ocasión del desastre invernal que se vive y que se ve venir por un largo periodo, consecuencia del desastre ecológico y del abandono ambiental y político de nuestros gobernantes, se ha hecho ostensible la refrendación de que el Cauca y Nariño son grandes proveedores de alimentos para esta región y para todos los pueblos, ciudades y mercados regionales que le son afines por su cercanía, de lo cual, no nos queda la menor duda. Es entonces, cuando tenemos que hacer un frente común para reconocer y exigir desde el alto gobierno, que hay que volver los ojos en forma inmediata hacia la población colombiana para propiciar medios y auxilios que realmente contribuyan con el fortalecimiento laboral de grandes sectores que han vivido siempre explotados y mancillados, en primer lugar, por los políticos de turno y, en segundo lugar, por la economía de mercado que no ha valorado el justo precio de sus productos.

Las vías en Colombia son muestra de lo que ha logrado la clase política: retener el avance económico de las regiones. No hay progreso porque no tenemos vías, no hay desarrollo económico porque los campesinos y los trabajadores del campo, y los comerciantes de los productos que se explotan en nuestra región, han terminado por ser víctimas de los sobrecostos a diario que se presenta en los insumos para su producción, y los auxilios económicos para la agricultura no benefician al campesino, sino a los potentados que son los expoliadores de los productores del campo.

Nuestra sociedad no descansa de presenciar a diario cómo se incrementan los intereses económicos para la créditos que se le ofrece a la población campesina o trabajadora, y que las entidades financieras, no tienen la más mínima forma de apoyar las políticas agrarias, que entre otras cosas, no están direccionadas al sector campesino, sino para beneficiar a las multinacionales, y de contera, el incremento del combustible, gasolina y el acpm, hacen parte de una estrategia con la que el actual gobierno, piensa conjurar de la noche a la mañana un desangre económico de los anteriores gobernantes, sin medir las consecuencias de la incidencia de éste impuesto direccionándolo al incremento de los alimentos y de la canasta familiar, que no tiene quién la vigile, quién la controle.

Es por esto y por la situación de caos que estamos viviendo, que tenemos que unir esfuerzos por una lucha para que la historia de una paz total, solo sea posible cuando contemos con un gobierno de las gentes y para la solución de los principales problemas sociales que hace mucho tiempo, han sido dejados de lado por los gobiernos, incluido el proyecto político que actualmente vivimos. Por lo tanto, rogamos que se direccionen muy bien los esquemas de política social, para que todo lo que hemos soñado no se quede en palabrería insulsa, sino en realidades y se concreten en la solución de los problemas sociales, que tanto necesitamos. 

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