El Cauca y sus vías: una tragedia anunciada

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

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Nuestra solidaridad con los damnificados que se quedaron sin hogar por el deslizamiento de tierras (sobre casas y la vía Panamericana) en el municipio de Rosas. Hoy son familias acechadas por la incertidumbre, el desafío por un futuro incierto; afectados en su salud, economía y calidad de vida. 

Nuestra solidaridad con las personas que, por el desastre sobre la Panamericana, no han podido regresar a sus hogares como lo tenían planeado.  Hablamos de miles de seres humanos que por una u otra razón debían llegar a sus casas, o a otra ciudad con prontitud, ya sea para laborar, estudiar, atender asuntos profesionales o personales.

Nuestra solidaridad, igualmente, con los miles de comerciantes de diferentes sectores que hoy se ven afectados porque sus camiones o productos no pueden llegar a su destino o, al contrario, porque sus proveedores no pueden abastecerlos. 

Cientos de personas que viajaron –con ánimos de regresar–, entre Cauca, Nariño y Valle del Cauca, por el puente festivo, vacaciones estudiantiles, o carnavales de su terruño, no han podido regresar a casa por la tragedia. Algunos, desesperados están viajando por trochas arriesgando sus vehículos y sus vidas.  

El deslizamiento de tierras en Rosas, sobre la vía Panamericana, es impresionante. Dantesco. 

El gobierno nacional debe replantear su inversión y trabajo para mejorar las vías terciarias del país, pero en especial en el Cauca. 

Las condiciones de vida de muchos caucanos, especialmente habitantes de zonas rurales y campesinas es terrible, pues están padeciendo un invierno atroz, con daños en cultivos, y con vías cerradas por derrumbes, huecos o caídas de banca. La de Rosas no es la única vía dañada.

Solo cuando tenemos la Panamericana bloqueada por protestas sociales o derrumbes nos acordamos de las vías terciarias, y es allí cuando nos damos cuenta de sus fallas y lo necesarias que son. 

Señores ingenieros, señores gobernantes, hay que dejar de hacer trochas de un solo carril para caballos y burros. Estamos en el siglo XXI y el Cauca requiere vías más generosas, inteligentes y profesionales. 

Es necesarios hacer carreteras rurales más adecuadas para el ritmo de crecimiento de nuestro departamento. Para mejorar el acceso a las cabeceras municipales y la comunicación con poblaciones en menos tiempo. Lo que hoy tenemos, en términos generales es para lamentar.

Hay que comenzar a hacer obras viales de verdad para el Cauca. Tener mejores vías entre municipios implica menos pobreza, más oportunidades comerciales, mejores servicios de salud y educación, opciones de turismo y desarrollo en términos generales. 

Los proyectos viales en el Cauca los últimos veinte años han sido tímidos. Valiosos pero insuficientes. Son el reflejo de una realidad que exige una política diferente, más ambiciosa. 

Las limitaciones financieras técnicas y jurídicas para una mejor vía Popayán Pasto están pasando factura con esta desventura, que de alguna manera es una tragedia anunciada. 

La falla de Romeral solo ha servido a los ingenieros contratistas que se ganan la licitación sin ofrecer soluciones reales. 

Este derrumbe debe verse como el colmo de un gran problema. Un tema que ya no quiere pañitos de agua tibia. 

Una alarma y una oportunidad. Es hora de afrontar la realidad del problema vial en el Cauca. Y es hora de escuchar de los gobernantes respuestas reales.  

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