Columna de opinión
Por: Eduardo Nates
Francamente trascendental fue el 39° Congreso Ganadero Colombiano, organizado por FEDEGAN, celebrado la semana pasada en la grata ciudad de Barranquilla, puerto donde se funden en un beso eterno las aguas del Mar Caribe con las del río Magdalena, que nace en estas tierras caucanas y por el cual entró el mundo a Colombia. ¡La asistencia de cerca de 2.000 ganaderos del país lo dice todo! La principal característica de este evento bienal es la fraternidad de sus reuniones. La participación de quien tenga una vaca es tan importante como la de quien tenga muchas de estas… Ambos conceptos pesan lo mismo.
El congreso de este año reviste especial significado socio-político no solo para los ganaderos sino para el país entero, por las consecuencias que ha traído la invitación del presidente de la república, Gustavo Petro, al presidente de FEDEGAN, José Félix Lafaurie Rivera, a integrar el equipo de negociadores del gobierno ante el ELN, en las conversaciones de paz. ¡Petro es de una inteligencia innegable y una audacia incalculable! Además del reconocimiento formal al gremio ganadero, logra acercar a su equipo a otro personaje de gran inteligencia, conocimiento, recorrido, prestancia y no menos audaz, en la mesa de negociaciones. Lafaurie, su gran contradictor, no va a tragar entero ni va a aceptar condicionamientos desmedidos ni prebenda alguna y llega con el respaldo del gremio que representa la actividad económica más extendida a lo largo y ancho del país, con cerca de 600.000 ganaderos y la que más ha sufrido en carne propia el accionar de los grupos subversivos. Muy hábil Petro, al convocar y convencer a Lafaurie y no lo es menos, este, al aceptar el ofrecimiento.
En su discurso de apertura, J. F. Lafaurie fue muy preciso -usando el idioma matemático y la “teoría de conjuntos”- al recordar que dos conjuntos divergentes pueden tener elementos comunes a ambos, creando así otro conjunto llamado: “intersección” donde se puede (y agrego, se debe…) trabajar coordinadamente. Y esto no significa, para ninguno de los dos conjuntos básicos, ni la desaparición ni la entrega de los elementos no-comunes. No creo que haya que explicar más este diáfano ejemplo, porque quien pretende aclarar lo claro, lo oscurece …
Por su parte, el presidente Petro evocó con franqueza afectos familiares y su gratitud con el ganado; hizo reconsideraciones técnicas de algunos conceptos controvertidos anteriormente; apoyó categóricamente el establecimiento de Sistemas Silvo-Pastoriles; dijo propender por el fortalecimiento de una “Clase Media Rural” constructora de riqueza nacional y resaltó la conveniencia de “no entregar tierra gratuita.”
Esta posición de respeto mutuo entre ambos líderes, uno de ellos el presidente de la República, y el otro, un gran líder gremial, echa por tierra la serie de ataques de diversa índole e indistintos orígenes (varios de ellos de muy “mala leche”) que habían venido recayendo sobre el sector ganadero colombiano. Es, sin duda, una gran reivindicación del gremio, de labios de quien ocupa la silla presidencial. Hay una gran similitud de esta posición, con el lema que simbolizó este trigésimo noveno congreso: “Derribando Mitos, Construyendo Ganadería”.
Es evidente que la recuperación del tiempo perdido para el campo colombiano no se dará en tan solo cuatro años. Es desproporcionado el atraso rural frente a las posibilidades económicas y técnicas con que cuentan el estado y el sector privado. Pero hay que comenzar a hacer la tarea para llegar algún día a la anhelada meta de convertir a Colombia en “potencia mundial alimentaria”, gracias a una Reforma Rural Integral. No en vano (y de manera premonitoria a lo que sería la propuesta de Petro), Lafaurie había dicho en su informe escrito a este Congreso Ganadero que: “La paz de Colombia, la paz real, pasa necesariamente por la recuperación del campo. No hay otro camino”. Con certeza, es esta convicción por lo que ha sido llamado a prestar este “Servicio Patriótico”.
El presidente Petro sopesó la importancia de no convocar amanuenses o empleados del gobierno (como los pésimos negociadores de Santos) y optó por Lafaurie, que no es de “rienda fácil”, para que nos represente en esta muy diferente negociación, porque tiene la dificultad de ser entre afines ideológicos. Por eso Lafaurie será un gran catalizador.