¿Declarar la emergencia económica para el Cauca?

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

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El aislamiento de la capital del Cauca con sus municipios del sur, así como con departamentos vecinos y el resto del continente, nos está llevando a una crisis social, económica profunda y compleja.

Cada día será peor, cada día será más terrible y angustioso.

Apenas estamos comenzando a tomar el pulso y a entender el drama inconmensurable que esto significa para millones de familias, empresarios, negocios y la institucionalidad misma. Apenas estamos comenzando a conocer las culebras y dificultades que hay detrás de cada piedra.

El invierno que desde hace meses nos arruina sin misericordia llevándose por delante carreteras, veredas, sembrados, cosechas, caseríos, puentes, no da tregua y nos estamos ahogando en nuestras propias angustias.

No queremos decirlo, pero la realidad abruma: “cada día es más difícil vivir en la geografía caucana”. Cada noticia es peor que la otra.

El conflicto armado que se vive en nuestros municipios y que dejó 25 líderes sociales asesinados el año pasado, según informe del Defensor del Pueblo, por balas disparadas por actores armados que tienen sede en el Cauca, nos tiene amedrentados para iniciar cualquier empresa, hacer cualquier pronunciamiento o defender causa alguna.

Para colmo, mientras indios, blancos y negros nacidos en la misma tierra nos dedicamos a pelear entre nosotros –bloqueando carreteras y generando pobreza y muerte–, por la puerta del patio se nos entró la mafia, se apoderó de nuestras tierras, mujeres y negocios. Cuando despertamos el monstruo ya estaba allí, comiendo, bebiendo y dueño de casi todo.

Y por si faltaba algo, son cientos los comerciantes –en todo el departamento–, que en voz baja denuncian que son extorsionados por delincuencia común desde cárceles y grupos armados urbanos. Son miles de maestros, funcionarios, empleados, contratistas y empresarios que para desplazarse a sus lugares de trabajo o poder dormir en paz, deben pagar extorsiones.

A pesar de todo este rosario de perlas, que a cualquier ciudadano del mundo asusta y alarma, acá le ponemos el alma y le echamos ganas para sobrevivir.

Nos amoldamos a las circunstancias. Pero tanto conflicto armado y tantos desafíos de la naturaleza nos tienen empobrecidos y de camino a ser los habitantes más paupérrimos y angustiados del continente.

Duele decirlo, pero el panorama nos da para afirmar que el departamento del Cauca es un territorio fallido por donde se le mire a pesar los múltiples esfuerzos de mandatarios locales y departamentales.

Se requiere intervención del Estado. Solucionar las crisis del Cauca es impulsar el progreso del Pacífico colombiano.

Es necesario que nuestros dirigentes demuestren grandeza para no fallarle más a la región. Es hora que, egoísmo aparte, unamos esfuerzos en bloque Pacífico para lograr soluciones reales del Estado a los miles de damnificados y víctimas de todo este debacle que parecen señales del fin del mundo.

Los gremios económicos deben hacer lo suyo, y unidos junto a los políticos, ayudar a decirle al gobierno nacional que declare “una emergencia económica” que nos permita a los caucanos un tratamiento diferencial en el pago de impuestos y que se hagan las inversiones urgentes y necesarias requeridas para el progreso del departamento.

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