BASTA YA DE MUERTOS, VIOLENCIA E INSEGURIDAD

Columna de opinión

E

Por Mg. CARLOS HORACIO GOMEZ QUINTERO

El Cauca y Popayán su capital están viviendo, durante los primeros días de este nuevo año, terribles jornadas de asesinatos, violencia e inseguridad, hechos que se suman tristemente a la implacable y letal manifestación de fuerza incontenible que la naturaleza ha sentenciado en El Municipio de Rosas, concretamente en el sector de las veredas El Chontaduro, Párraga Viejo, La Soledad, Santa Clara y Alto de Las Yerbas y por supuesto, sobre La Vía Panamericana sector de Párraga en el kilómetro 75 + 300 a 75 + 800.

No es que mire con cierto desdén lo ocurrido en El Municipio que abre las puertas hacia El Macizo Colombiano, pero es mi intención en esta oportunidad, formular con mayor detenimiento algunos comentarios alrededor de una situación que desafortunadamente sigue sumiendo a nuestras comunidades y a nuestras organizaciones en una suerte de desazón e incertidumbre, surgida precisamente en el marco de lo que se podría denominar LA PERDIDA DEL CONTROL SOBRE LO CONTROLABLE. Temas como los asesinatos, la violencia desmedida y la vigencia plena de la inseguridad son situaciones que competen al Estado terminar o al menos disminuir y para ello,  todos sabemos y conocemos que cuenta con las herramientas necesarias para avanzar decididamente en la búsqueda de la paz, la concordia, la reconciliación y fundamentalmente en la preservación de la vida y la integridad física y patrimonial de las personas.

De todas formas, siendo absolutamente consecuente con el interés ciudadano que debemos colocar frente al difícil trance que se vive en El Sur del Cauca y sobre todo, siendo solidario con el dolor que embarga a nuestros conciudadanos afectados con la tragedia del movimiento en masa que se ha desprendido desde el majestuoso Cerro del Broncazo, es necesario plantear que urge una acción estatal eficaz y estructural para superar las simples manifestaciones de congoja y de respuestas institucionales tardías frente a la prevención, dando paso a una que efectivamente transforme, ojalá para siempre, lo que frecuentemente sucede en una zona marcada por la presencia de una falla geológica (El Romeral), perfectamente detectada y caracterizada, tanto en su conformación y origen, como en los efectos que se dan especialmente frente a la acción antrópica. Creo que lo acontecido y que ha afectado a mas de 160 familias residentes en la región y a todos los transeúntes de la vía que une a los pueblos del Sur del Cauca, del Departamento Caucano mismo y de Suramérica, permitiendo el abastecimiento y el arribo a los destinos requeridos, entre otros beneficios, amerita no solo pronunciamientos cargados de buenas intenciones o de refrescar las críticas frente a lo que no se ha hecho o de cómodas posturas demagógicas, para forjar un quehacer que permita por ejemplo, la construcción de la vía Timbío – El Estanquillo, la recuperación total de las vías secundarias y terciarias, la reubicación de las familias afectadas, la declaratoria de zona de especial tratamiento ambiental, la atención de urgencia a los damnificados, el establecimiento de condiciones integrales para impedir el deterioro de la ya resquebrajada economía regional, el suministro de combustibles e insumos básicos y hasta la implantación de medidas rigurosas, para impedir los atropellos que los proveedores de servicios suelen generalmente explotar, en estas eventualidades de profundo calado económico y social. 

El Gobierno Nacional, en el cual se encuentran ubicados personajes caucanos, ocupando importantes posiciones, como por ejemplo Francia Márquez en La Vicepresidencia y Luis Fernando Velasco Chávez en La Consejería para Las Regiones, deberían ser los abanderados de las acciones de coordinación interinstitucional, planificación de soluciones estructurales, ejecución eficaz de proyectos necesarios y atención humanitaria a los perjudicados, en respuesta acorde con lo que efectivamente se requiere y en acción estatal que deje de ser reactiva a lo que se presenta accidentalmente, hasta convertirse en una acción reivindicadora que integre al Cauca y  a sus comunidades, a la dinámica de crecimiento y desarrollo que nos merecemos. Dios quiera que sea así. 

Ahora, volviendo al tema que he colocado como eje central de este artículo de opinión, relacionado con las muertes, la violencia y la inseguridad imperantes, es necesario colocar como referente las siguientes realidades:

  • En los primeros 10 días del año 2023 se han registrado 20 muertes violentas en territorio caucano. El promedio de 2 asesinados diarios ha sido soportado con dolor y estoicismo por parte de familias de Popayán, Corinto, La Vega, Santander de Quilichao, Morales, Cajibío y Argelia. Han sido asesinadas mujeres indefensas, lideresas sociales, parejas de abusadores, policías, ciudadanos del común y hasta personajes reportados como indocumentados. Las causas de tales asesinatos permanecen en casi todos los casos en la impunidad y lo único por salir a flote, es que somos víctimas de una sórdida postura de intolerancia, implantación de terror, ajustes de cuentas por malos negocios y prácticas indeseables y hasta por el solo hecho de segar la vida la vida, a quiénes no comparten posturas y/o intereses de los asesinos.
  • En la mañana de este Martes 10, a plena luz del día, en la calle 6 del centro de la ciudad, a mano armada se perpetró un atraco a una joyería, por parte de una pareja de pistoleros que cubrieron su retirada, con disparos lanzados al azar. Este atraco es uno mas de los muchos que a diario engrosan las estadísticas locales, relacionadas con la instauración de un estado de aprovechamiento del esfuerzo honrado de los demás, para satisfacer los gustos y halagos de quienes han hecho de la vida fácil y disoluta, su pérfida forma de vivir.
  • En las festividades y espectáculos varios del recientemente terminado Carnaval de Pubenza, fueron muchos los atropellos y desatinos de quiénes independientemente de las aficiones, gustos y preferencias de los demás, instauraron un escenario proclive al deshonor, la deshonra y la vulneración de sagrados derechos. Dichas expresiones solo han reflejado la vigencia de costumbres insanas que se han separado totalmente de las buenas costumbres, la decencia y el respeto a las personas. Es la fuerza de la violencia y la intolerancia la que guía los instintos de muchos desadaptados que desprecian los valores de las personas y de la misma ciudad y los ha convertido en dueños y promotores del daño continuo y la perversidad.

Ante todas estas manifestaciones, las preguntas infaltables son: ¿Y donde están las autoridades?. ¿En dónde ha quedado el sentido de autoridad que debe reflejar la acción reguladora de la sociedad por parte Del Estado?. ¿Que se está haciendo para impedir el deterioro de la seguridad?. Estas y muchas inquietudes más, al no encontrar respuestas, nos están sumiendo en el letargo que, de manera cómplice aúpa el pésimo accionar de los gobernantes y que igualmente alcahuetea la inoperancia y la falta de verdaderas acciones de gobernantes. 

Es completamente claro que, tras las situaciones denunciadas, existen grupos interesados en generar violencia para impulsar agendas particulares. Los preocupantes antecedentes que ubican al dinero proveniente del narcotráfico y de la minería ilegal, como artífices financiadores de este caos social, todos los conocemos, especialmente las autoridades y sin embargo es poco lo que se hace, para disminuir su nocivo impacto. Innegable entonces que la respuesta del Estado no ha sido la más adecuada y que se ha sido impasible. Se deben analizar y explicar las causas de lo que está sucediendo y en franca unidad de acción estatal, se debe avanzar en la identificación y castigo de los responsables que propician episodios reprochables como los comentados. El Estado cuenta con las herramientas que La Constitución y las leyes le han provisto para hacer frente a esta clase de estallidos violentos, por más cruentos que estos sean, y para sancionar a quienes incurran en actos criminales, amparándose en una concepción equivocada de lo que efectivamente se debe y puede hacer. Es urgente evitar más muertes, latrocinios y abusos y frenar a quienes intentan aprovechar este tipo de circunstancias, con tal de llevar agua para su molino. Basta ya de muertes, violencia e inseguridad. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *