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MIGUEL CERÓN HURTADO
La actual coyuntura política que vive el país permite sacar conclusiones sobre la falta que hace el Partido Liberal. Claro, está ahí en el escenario político; pero eso que hay es otra cosa, que no se identifica con la tradición y la identidad política nacional. Ese partido es parte de los ancestros y la cultura política nacional, identificado como la organización que representa los intereses del pueblo o las clases menos favorecidas. Pero hoy, después de que el padre del Neoliberalismo en Colombia, Cesar Gaviria, lo llevara a la destrucción, ha dejado un vacío político que hasta ahora, no ha sido posible llenar.
Ese nefasto personaje Cesar Gaviría, quien le debe mucha información al país sobre lo ocurrido entre 1988 y 1993, que la opinión pública no conoce porque han sido operaciones encubiertas, se tomó el Partido Liberal y arrasó los postulados doctrinarios aprobados por la Constituyente Liberal del año 2002, donde participó como uno de los ideólogos, Hernando Agudelo Villa (q.e.p.d.). En ese evento, el partido se declaró Socialdemócrata y adoptó una plataforma consecuente con esta línea de pensamiento, que luego Gaviria tiró por la borda para ubicar la organización en la más vulgar y descarada línea del pensamiento neoliberal. Le tocó a Gustavo Petro en la campaña presidencial pasada, agitar propuestas programáticas concordantes con el pensamiento liberal, pero por sus antecedentes políticos en la vieja izquierda del siglo XX, dio la papaya para que la extrema derecha montara una campaña de mentiras y engaños al elector, que al final dio con el regreso al gobierno de la más extrema postura neoliberal, embadurnada con el ideario neonazi. Si esas mismas propuestas hubieran sido agitadas por el Partido Liberal, donde pertenecen, a los enemigos les habría quedado muy difícil utilizar para el ataque los mismos argumentos que utilizaron contra Petro.
Ahora surge un fenómeno al interior del Partido que nuevamente abre las esperanzas. Un grupo de 22 dirigentes reconocidos renunció a la organización y se propone rescatar las banderas consignadas en la plataforma doctrinaria, que son totalmente opuestas a las políticas neoliberales que están destruyendo a Colombia. Por supuesto quienes han usurpado el nombre del partido alrededor de Gaviría, han minimizado el hecho por el tamaño del grupo; pero no reconocen que en el nivel de líderes medios y populares existe una gran masa de agentes del verdadero pensamiento liberal que probablemente responderán al llamado de estos dirigentes. Muy pocos creen que en Colombia hay ocho millones de petristas; de ahí hay por lo menos la tercera parte que son liberales y otra tercera parte que son antiuribistas.
Gaviria está aferrado al Partido por el manejo de los cuantiosos recursos financieros de la organización y por mantener el tráfico de avales, con el que ha sostenido la adhesión de los mercaderes electorales que hoy son mayoría en la dirigencia del partido; y todo, para ver como coloca a su hijo Simón, por un lado, y le responde a los intereses de los grupos internacionales que lo tuvieron por varios años colocado en la OEA, por el otro. Pero a pesar de todo ese poder, se espera que el grupo de disidentes que acaba de nacer, retome la senda política correcta y direccione una estrategia que permita en el escenario político nacional acabar con la ausencia del Partido Liberal.
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