Un Cuento de navidad (1ra parte)

Ferchijote  – [email protected] 

  «Doña Zoraida, a sus sesenta y cinco años, es una de esas pocas mujeres que tienen la capacidad de explicar el significado de las palabras de manera singular. Cuando dice la palabra “bondad”, “solidaridad” o “tristeza”, simultáneamente acompaña su decir con sus expresiones faciales; ojos, frente, nariz, pómulos, o la manera de gesticular con su cabeza, de echarla levemente hacia adelante o negar o asentir. Solo basta que tengamos atenta nuestra mirada para observarle y dejar que sus gestos nos hagan entender y sentir lo que ella guarda en su corazón. Debemos saber que la melancolía nunca abandona sus maneras, tiene tantas historias en sus palabras y seguramente muchas de ellas versan sobre el sentimiento de la nostalgia, pese a esto, siempre exhibe una sonrisa cada vez que pronuncia la palabra “felicidad”.»  

Todo ocurrió en el anterior diciembre, en tiempos de la navidad. No hay ciudad, pueblo, vereda, barrio o cuadra que se sustraiga de organizar esta tradición. Al sur occidente de Popayán, en la comuna siete, más exactamente el barrio La independencia, nos dispusimos a organizar la novena del Niñito Dios. Fueron nueve días en los que muchas personas de todas las edades y géneros convergimos alrededor del pesebre para saludarnos, para rezar, escuchar músicas tradicionales, compartir meriendas y muchos regalos para toda la chiquillada.  

Nuestro pesebre, ─que en la tradición judeocristiana se concibe como una réplica a escala diminuta del poblado donde la virgen María dió a luz al mesías─ fue elaborado por los niños y niñas del sector que asisten a “La Caracola”. Lo realizaron con la compañía y orientación de los profesores Daniel, Juan David y Juan Pablo; se les ocurrió hacer una copia en cartón y a escala pequeña del barrio: casas, calles, zonas de estudio, de deporte y recreo, tiendas, y por su puesto, las personas, fueron pacientemente recortadas y armadas con material reciclado y pegamento escolar. El proceso de elaboración fue arduo ya que fueron dos semanas de trabajo colaborativo en el que muchas manos diminutas aportaron con esmerado empeño. Posteriormente, esta iniciativa tuvo la feliz ocasión de ser expuesta justamente en la última jornada. Para alegría y orgullo del grupo emprendedor, causó mucho interés y curiosidad entre los asistentes. Así, dicha obra fue expuesta con éxito justamente en nochebuena.  

Culminada la jornada, el grupo colaborativo se dispuso ordenar el lugar. Equipos de sonido, silletería y adornos fueron devueltos a sus respectivos dueños. Doña Zoraida y el resto de nosotros con escobas y recogedores en mano nos dedicamos a dicha labor, la cual dimos por terminada en cuestión de media hora. El mencionado pesebre artesanal junto a otros elementos de cartón, papel y madera fue a dar cerca del fogón de leña que se prendería en la noche para el canelazo, actividad con el cual se cerraría la jornada. Ni bien nos sentamos a un lado de la hornilla y nos dispusimos a dar el saludo de apertura cuando una voz de auxilio prorrumpió desde la parte de abajo del barrio, más precisamente en el asentamiento “Triunfaremos por la Paz”… «¡INCENDIO, INCENDIO!»… escuchamos todos, y el espanto se dibujó en la mayoría de los rostros de los presentes. Una vez más la naturaleza parecía ensañarse con el destino de esa humilde comunidad. El anterior siniestro dejó pérdidas irreparables y algunas personas murieron durante esa conflagración. (CONTINUARÁ…).

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