Kuentos kaukanos – SUEÑO MISAK

Por: MANOLO GÓMEZ MOSQUERA

Narraba en sueños el Mayor Misak, entre la niebla de las frías noches de los páramos, que, Pishau, el gigante que no comía sal, un día de equinoccio fue interrumpido en su danzar, por su hija Nusipu, la niña Agua. Padre viejo- dijo ella al verlo tan alegre- es verdad que la sal no es tu alimento? El gigante paró entonces su danzar y con cadencia dijo: Cuando era un niño como tú, Nusipu, y era un pequeño danzarín, tu abuela, mi hermosa madre Kauka, la creadora de todos estos bosques de Wampia, me hacía jurar el no dejarme conquistar jamás por los intrusos y yo saltaba quitándole de su boca pequeñas piedrecillas de sal  mientras le juraba el nunca hacerlo. Sus carcajadas Nusipu sacudían las entrañas de todas las montañas. Y la vieja kauka era feliz viéndome danzar sobre las aguas de los ríos las quebradas las lagunas de todo el mundo de Wampia gritando la promesa. Es por eso Nusipu que jamás he de comer sal. El gigante dio a su hija un abrazo paternal y siguió bailando sonriente su antigua danza andina. Entonces Nusipu, la niña agua, comprendió en sus cristalinos ojos que aquel gigante bailarín que recorría todo el mundo de Wampia, con su negro Capisayo, creando temblores y crecientes, vivía feliz sin comer la sal de la tristeza intrusa. Y así recordó Nusipu en su memoria intemporal que la abuela creadora de los bosques nunca pararía de parir árboles y de reír en ríos mientras escuchara el silbar cantar de su hijo, el gigante Pishau, en el equinoccio de los vientos. Esto narraba en sueños el Mayor Misak entre la niebla de los páramos Kaukanos.

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