Doce urnas de mármol que contenían las cenizas de los próceres fueron conducidas desde el paraninfo de la U del C por sus jóvenes descendientes, a sus respectivos lugares en el Panteón.
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PANTEON DE LOS PROCERES
Lunes 26 de julio 1999
De: Mario Pachajoa Burbano
eamos una sinopsis relativa al Panteón de los Próceres en donde descansasn los restos de los ilustres e inolvidables próceres payaneses. Para ello seguiremos muy de cerca los textos respectivos que aparecen en los libros “Muros de Papel” y “Popayán Recuerdos y Costumbres” de los historiadores Diego Castrillón Arboleda y Edgar Penagos Casas, respectivamente. La idea de un panteón que albergara los restos de los próceres payaneses nació de Antonio José Lemos Guzmán, a la sazón Rector de la U del C. Lemos Guzman adelantó con éxito las negociaciones con la Asamblea para canjear el edificio asignado al funcionamiento de la Asamblea Departamental, por acciones que tenía la U del C., en la granja agrícola de la Florida, aprovechando la conyuntura de que se estaba preparando la ciudad para celebrar su Cuarto Centenario de fundación.
Para la realización del Centenario el gobierno local creó una Junta Organizadora presidida por el Maestro Guillermo Valencia, asesorado por un grupo selecto de historiadores y artistas de la ciudad: José María Arboleda Llorente, Arcesio Aragón, Efraín Martínez Zambrano e Hipólito Castrillón. Los miembros de la Junta contribuyeron a la adptación, distribución de espacios y decoración del edificio mediante placas de mármol inscritas con los nombres de los próceres. En su bellísimo pórtico de orden corintio con hermoso frontón se lee la inscripción en alto relieve “Popayán a sus hijos Gloriosos”. El 17 de diciembre de 1940, con la presencia del presidente Eduardo Santos, fue inaugurado solemnemente el Panteón de los Próceres, en el cual el Maestro Guillermo Valencia pronunció una de sus más bellas oraciones consagratorias.
Doce urnas de mármol que contenían las cenizas de los próceres fueron conducidas desde el paraninfo de la U del C por sus jóvenes descendientes, a sus respectivos lugares en el Panteón. (Sería muy emotivo, que si hay alguno de estos descendientes o sus hijos, dentro de la Lista de payaneses se identificaran para felicidad y regocijo de todos nosotros). Al entrar al Panteón, en los muros laterales hay cuatro placas de mármol con los nombres de las magnas batallas: “Bajo Palacé”, “La Ladera”, “Alto Palacé” y “Calibío”. Dos lápidas dicen lo siguiente: ” A la memoria de don José María Mosquera Figueroa y Arboleda Vergara, Gobernador de la Provincia de Popayán en 1814; generoso amigo del pueblo y padre de don Joaquín, de don Tomás Cipriano, de don Manuel María y de don Manuel Mosquera y Arboleda. Amigo dilectísimo del Libertador, quien dijo lo habría elegido como padre si le hubiera sido dado hacerlo una vez muerto el suyo. A la memoria de don Joaquín Mosquera y Arboleda Vergara, Teniente General de la Gobernación de Popayán, oidor de las Reales Audiencias de Santa Fe, México y Caracas; Ministro del Consejo de Indias, miembro de la Tercera Junta de Regencia, y a quien correspondió como Presidente de ella sancionar la Constitución expedida por las Cortes de Cádiz en 1812.
Se encuentra un bellísimo Cristo español atribuído a Montañez y que era de la iglesia del Carmen. Hay un imponente busto de Bolívar en mármol blanco hecho por Tenerani y traído a Popayán por el General Mosquera quien lo mandó tallar. Hay doce urnas de: Camilo Torres, Francisco José de Caldas (con los de Miguel Montalvo, Francisco Antonio Ulloa y Miguel Buch), Joaquín Mosquera Arboleda, José María Obando, Tomás Cipriano de Mosquera, José Hilario López, Pedro Antonio Torres, Julio Arboleda, Froilan Largacha, Julián Trujillo, Ezequiel Hurtado y Euclides Angulo. La de Camilo Torres se encuentra vacía pues sus restos nunca fueron hallados. La urna de Caldas sus restos están confundidos con tres compañeros del patíbulo que fueron inhumados juntos y en la Veracruz de Bogotá el 29 de octubre de 1816 y traídos a Popayán en febrero de 1905. Al lado izquierdo de la entrada se conserva la campana del vapor Lautaro hundido en Panamá el 20 de enero de 1902, en donde murió heróicamente Carlos Albán. En el centro del recinto, en el suelo, hay otra placa de mármol blanco que dice: “El pueblo del Cauca a Guillermo Valencia, máximo cantor de las glorias nacionales”.
PEPITA PIEDRAHITA
Por: Mario Pachajoa Burbano.
Los payaneses que leyeron nuestra nota sobre la Cuchilla del Tambo recordarán que los miembros del Congreso que se trasladaron a Popayán ante la llegada del Pacificador Pablo Morillo a Santa Fe, reemplazaron a su Presidente José Fernández Madrid, por el General Custodio García Rovira quien se encontraba en Santa Fe y le pidieron se trasladara a Popayán para cumplir sus nuevas funciones de Presidente. No era la primera vez que Popayán oficiaba de hecho como sede y capital de la República; lo había sido, también, en 1545, cuando esta ciudad acogió al Virrey Blasco Núñez Vela.
Custodio nació en Bucaramanga (otros historiadores señalan Cartagena) en 1780, tenía su título de abogado y era muy aficionado a los libros por lo que era apodado “El Estudiante”. Contaba con agraciada presencia, donaire, elocuente y valeroso. En 1814 formó parte del triunvirato que regía la República. Posteriormente fue ascendido a General de División.
Custodio García Rovira se dirigía a Popayán con algunas familias que huían de Morillo y su pequeña tropa, que era todo lo que quedaba después de que Sebastián de la Calzada lo derrotó el 21 de febrero de 1816 no lejos de Ocaña.
Entre las familias acompañantes venía una santafereña de apellido Piedrahita de ilustre abolengo, compuesta por los padres y cuatro bellas señoritas, una de las cuales era María Josefa o Pepita como la llamaban.
El General Custodio García Rovira se enamoró de Pepita y durante todo el duro e incómodo viaje, la llenó de atenciones, dando numerosas muestras de sus deseos de hacer la peregrinación menos pesada para ella. Pepita correspondía a los halagos y sentimientos del General.
Entre tanto llegaron al desolado y lúgubre páramo de Guanacas, encontrándose allí, con los restos de patriotas que participaron en la sangrienta batalla de la Cuchilla del Tambo. El General Liborio Mejía que dirigió las fuerzas patriotas en dicha batalla, convenció a García de que ya no había nada que hacer por Popayán y que Sámano había tomado la ciudad en forma absoluta. García concluyó, también, que debía desistir de sus pretensiones matrimoniales con Pepita y resolvió regresarse a la Plata con la comitiva.
En sus largas cuitas, García le participaba a Pepita de sus planes: juntarse con sus amigos, Caldas, los Torres, Madrid, Dávila, Mejía, Torrices, etc., e internarse con ellos en la selva brasileña para huir de las fuerzas pacificadoras. Como ella le manifestara que quería seguirlo en ese sendero, él trataba de convencerla que no era ese un futuro digno de una señorita distinguida como ella.
De repente, deteniendo su mula, le pidió a Pepita que se casase con él. Ella inmediatamente le dio el sí. En el mismo instante, García se baja de su animal, pide a los Piedrahita que cabalgaban juntos, su autorización y se dirige al Padre Florindo para que los casara en el acto. Liborio Mejía fue el padrino. Todos los testigos se hallaban montados alrededor del grupo principal “y unos y otros alumbrados por la pálida luz de la mañana “. Terminado el ceremonial, cada cual siguió su camino, quedando los recién casados atrás…
El idilio duró menos de lo que imaginaban. El General Custodio García Rovira y su esposa fueron hechos prisioneros y él conducido a Santa Fe, en donde fue pasado por las armas y su cuerpo colgado en la horca, el 8 de agosto de 1816. Solamente transcurrieron 39 días desde la fecha de la boda de la encantadora y dulce Pepita …
Hay un error Don Joaquín Mosquera , ministro del Consejo de Indias, único payanes en no participar en la disolución del Imperio, hizo maletas, y se fue a la tierra de sus mayores, donde murió.