Popayán, historia y cultura

Ismenia Ardila Díaz ha escrito y publicado en El Liberal su dialogo con el notable periodista Juan Carlos Iragorri, del cual reproducimos fragmentos.
Juan Carlos Iragorri, 51 años, nació en: Cali. Bachiller del Colegio Anglo-Colombiano de Bogotá. Abogado de la Universidad del Rosario. Está casado con Lina María Múnera. Hijos: Marín de 19 y Ana de 16 años.

JUAN CARLOS IRAGORRI

De: Mario Pachajoa Burbano.

Diálogo con un gran conversador, el periodista Juan Carlos Iragorri.
“El periodista ideal es el que hace notar sin hacerse notar”
Escrito por Ismenia Ardila Díaz
Fragmentos

Un año en cada lugar

“Mi papá estudió bacteriología, hijo de Luis Carlos Iragorri Peña, a quien conocían como Lucarri, dirigente conservador y muy liberal, el primer tipo en la historia de Popayán que presentó una tesis de grado titulada hijos naturales, en la que argumentaba que debían heredar lo mismo que los hijos legítimos. Por eso lo regañaron, porque les parecía absurdo, cosa que vino a pasar muchos años después y por supuesto, tenía toda la razón. Mi abuela materna, Rosa Zamorano Simmonds, nieta del primer Simmonds que llegó aquí. Todos ellos fueron a la Universidad, incluso el primer Iragorri que llegó en 1789”, relata con orgullo.

Juan Carlos Iragorri estudió derecho en la Universidad del Rosario de Bogotá. En la mitad de la carrera se aburrió muchísimo y aunque se graduó pronto, aceptó la invitación de Juan Gabriel Uribe y terminó en el periódico El Nuevo Siglo a cargo de la sección internacional, donde se inició en el periodismo como parte de una generación que se hizo en el hacer, echando mano de una vasta cultura general, con la lectura y la búsqueda permanente como sus mejores maestros.


Luego de dos años recibió el llamado de Enrique Santos Castillo para trabajar como jefe de redacción de El Tiempo; al año volvió como editor dominical e internacional al entonces Nuevo Siglo. De allí lo nombraron jefe de redacción de la revista Cromos y estando allí le llamó Rodrigo Lloreda para dirigir la oficina de El País en Bogotá. Luego, Felipe López y Mauricio Vargas le invitaron a ser el jefe de redacción de la revista Semana, donde dice que se cansó de escribir del capo Pablo Escobar y aceptó la consejería de prensa en la Embajada de la OEA en Washington. De allí pasó a trabajar con Humberto De la Calle en la embajada en España y posteriormente se convirtió en el primer corresponsal de El Tiempo en Madrid. Fueron cinco años donde recorrió muchos países de Europa y entrevistó a personajes de la talla de José María Aznar, Fernando Savater, Juan Antonio Cebrián, José Saramago, Vargas Llosa y hasta el ‘Tino’ Asprilla.

Posteriormente trabajó en radio con Julio Sánchez Cristo en Bogotá pero pronto regresó a España por una beca de la agencia Reuters. Luego volvió a la radio con Julio, tomó la corresponsalía de la revista Cambio en Madrid, donde hizo muchas entrevistas, bajo el impulso de personajes como Gabriel García Márquez, que le ayudaba a conseguir las citas.

La baja del dólar terminó convenciéndolo de aceptar el llamado de Andrés Pastrana para que lo acompañara en la embajada de Colombia en Washington, donde trabajó igualmente con Carolina Barco, hasta que se ganó una beca en la Universidad de Harvard para que estudiara lo que quisiera, desde música hasta historia y donde no tenía que presentar trabajos.

Luego asumió la corresponsalía de la revista Semana en los Estados Unidos y se vinculó a la mesa de trabajo de RCN Radio donde participa todas las mañanas con Juan Gossaín y su equipo. Además, es asesor del rector de la Universidad del Rosario para el programa de periodismo. Desde entonces vive en Brookline, muy cerca de Boston (Estados Unidos) a la espera de que su hija termine el bachillerato. Además, por razones de su trabajo, viaja constantemente a Washington y Nueva York.

El mejor conversador, como su abuelo…

Iragorri se define como liberal de centro izquierda, fans de Los Beatles, Charlie García y Fito Páez; le gusta el rock argentino, adora la sala, los boleros, la música clásica, especialmente de Mozart, tanto como las chirimías y tocar la tambora. Le encanta el fútbol, es hincha del deportivo Cali, “que todas las veces pierde por culpa del árbitro”. Juega squash al menos tres días a la semana y camina todo el día como parte de su actividad de reportería.

Como buen periodista es un excelente conversador, destacado por la revista Diners. Algo que parece venir de su ancestro popayanejo. Su abuelo tenía la mejor colección de anécdotas de Popayán y cuando era niño le encantaba escucharlas. Por eso asegura que creció en una ciudad donde no vivió, pero sabía todo de Popayán, de Catecismo, del maestro Valencia, en fin, creció escuchando hablar de la Popayán de los años 30. Por eso así como su abuelo se solía reunir con el Maestro Valencia, cuando él visitaba a Popayán lo replicó con Álvaro Pío Valencia. “…Hablaba con unos tipos de 80 años, yo crecí en la ciudad de esos tipos viejos que ya no viven”, afirma.

Ahora, cuando vuelve a Popayán es una de las cosas que más le agrada, conversar con mucha gente, mientras camina entre nostalgias y recuerdos de esa ciudad que sigue presente en muchos y en el patrimonio que inunda sus casas y edificios. “La gente que viene aquí aprende de historia, tiene una arquitectura que vale la pena, los patios de las casas son hermosos, es una ciudad universitaria y a pesar de la pobreza y la decadencia, se nota donde ha habido cultura y tanta enseñanza por décadas, eso no se improvisa y eso también hay que capitalizarlo”, afirma.

¿Qué piensa de la Popayán de hoy?

El grupo de familias que manejaban Popayán ya no lo es, también ha habido muchos tipos que han sido un desastre como gobernantes y como congresistas, unos patanes, manzanillos que hasta han cometido delitos, lo han hecho muy mal pero también hay otros muy buenos. No creo que alguien porque sea de apellido Mosquera, Arboleda o Arroyo sea más capaz que uno humilde que sea de Bolívar, Cauca, por ejemplo.

¿Qué es el periodismo para usted…

Es un oficio fascinante, divertido, entretenido, uno aprende cosas todos los días, las cosas nunca son iguales. Es el primer borrador de la historia y eso es fascinante, me hubiera aburrido mucho haciendo contratos civiles y yendo al juzgado esperando si el término ya se venció y el edicto está colgado… el derecho procesal me parece una pesadilla pero el constitucional me sirve para saber cómo funciona el país, aunque algunos se sienten importantísimos con él y se ponen corbata…

Pie de foto: Juan Carlos nació en Cali en un hogar formado por un popayanejo- Edgar Iragorri Zamorano- y una dama de ancestro español y chileno –Gladis Marchant Triana- y aunque nunca vivió en esta ciudad, conoció tanto de ella a través de los relatos de éste y de su abuelo -Luis Carlos Iragorri Peña- que le profesa grandes afectos y hasta vino a casarse en el templo de Santo Domingo, con fiesta en Calibío donde hubo pólvora y banda municipal. Así, puede ser el más grato y completo relator que da verdadera cátedra de la ciudad, sus personajes, sus tradiciones y anécdotas más auténticas.

 

JOSÉ MARÍA DE MOSQUERA Y FIGUEROA

Viernes 18 de septiembre, 2009
De: Mario Pachajoa Burbano
http://pachajoa.110mb.com/

Amigos:

Concejo/pinacoteca
http://www.geocities.ws/pachajoa2000/a9mos2.jpgJosé María de Mosquera y Figueroa y Arboleda, padre del Gran General Tomás Cipriano de Mosquera (1798-1878), nació en Popayán el 12 de abril de 1752 y murió en la misma ciudad el 19 de junio de 1829. Era hijo de José Patricio Mosquera Prieto (1707-1779) y María Teresa de Arboleda y Vergara (1713-1776) y contrajo matrimonio con María Manuela de Arboleda Arrechea (1753-1824).

Se educó en el Real Colegio Seminario de Popayán, recibiendo el 3 de mayo de 1767 el grado de Maestro en Artes. Fue Sargento Mayor de las milicias reales, alcalde ordinario, regidor perpetuo y síndico procurador de Popayán. Gobernador de la Provincia de Popayán de enero a octubre de 1814 después de la derrota de los realistas en Calibío.

En 1822 José María hizo en Popayán una espléndida acogida al Libertador Simón Bolívar y puso en manos de éste la cantidad de cien mil pesos de sus propios haberes, para ayudarlo en la campaña del Sur. Durante el banquete para celebrar la batalla de Ayacucho en Chuquisaca, 5 de diciembre de 1825, el Libertador alzó su copa al proponerse un brindis por «el primer ciudadano de América» y dijo: «Si me fuera dado elegir un padre después de muerto el mío, escogería al doctor José María Mosquera, de Popayán». Fue la familia Mosquera la predilecta del Libertador en toda la Gran Colombia.

La necrología publicada en Bogotá en 1829 dice: » El 19 de junio ha muerto en Popayán el señor don José María Mosquera, a la edad de setenta y siete años, dos meses y siete días. Una vida siempre irreprensible, llena de amenidad por todos los encantos que adornan al hombre eminentemente social. Filósofo al salir de las manos del Criador, y consagrado en toda su vida a la práctica de la moral evangélica, este filosofo cristiano es uno de los más bellos ejemplos que se presentan de cuando en cuando. Animado desde su juventud del más distinguido espíritu publico, ha servido a la Patria con tanta extensión como permitían sus recursos, y con una generosidad superior a ellos y digna de su alma elevada.

En su país natal ha dejado recuerdos duraderos de su patriotismo en los templos, hospitales, cárceles, colegios, caminos y mil y mil en los servicios que prestó a sus conciudadanos de todas las clases.

 

ANTONIA LA ESCLAVA DE JOSÉ HILARIO LÓPEZ

Jueves 19 de febrero, 2009
De: Mario Pachajoa Burbano

Antonia era la esclava de la familia del ex presidente José Hilario López Valdés.

José Hilario López Valdés
, -presidente de la Nueva Granada (1849-1954) y quien sucedió en la Presidencia al Gran General Tomás Cipriano de Mosquera y precedió en dicho cargo, al General  José María Obando-, cuenta en sus «Memorias» que «nací en la ciudad de Popayán el 18 de febrero de 1798. Mis ascendientes pertenecían a las primeras familias de la antigua nobleza: mi padre era oficial real de la Santa Cruzada, desde mi nacimiento me tomó a su cargo mi abuela paterna  Manuela Hurtado, en la consideración de ser yo el primogénito de su primogénito; y logré ser su predilecto y mimado en extremo. Mi familla no era rica, pero poseía una fortuna suficiente para vivir con decencia y desahogo».
«Mi abuela pretendía que siguiese la carrera eclesiástica. Yo no amaba sino los placeres del campo, ni deseaba saber mas que física y matemáticas. Poco después se despertó en mi el deseo de la gloria militar».

José Hilario a la edad de 13 años y sus dos hermanos, quedaron huérfanos, y en la completa ruina por las guerras de independencia del Sur y la malversación del tutor y administrador de los bienes heredados. A pesar de este triste comienzo, pero empleando el joven José Hilario poderosos y exitosos esfuerzos contra las adversidades, este payanés logró numerosos éxitos y satisfacciones en el campo militar y político, que lo condujeron a la presidencia de la Nueva Granada.

Transcribimos de sus «Memorias» los agradecimientos, de este gran hombre, a las personas que le ayudaron a él y a sus hermanos, en los momentos más tristes de sus vidas.

«Las señoras María Manuela y Gertrudis Tenorio, hijas del antiguo alférez real Antonio Tenorio y primas mías, que fueron las pocas personas de entre mis parientes que me favorecieron un tanto para no dejarme morir de hambre en mi país natal y en medio de muchos deudos poderosos».

«Esta es la ocasión de rendir mi más expresivo  homenaje de admiración y de gratitud a una santa mujer, llamada Antonia, esclava heredada de mi padre que con el más solícito afán y trabajando día y noche sin descano, con el producto de sus labores y vigilias sostuvo a mis dos hermanos menores y aún les procuró los primeros conocimientos escolares, durante más de seis años. A principios de 1823 en que regresé a Popayán y recibí los informes de que acabo de hacer mención, mi primer acto fue abrazar a Antonia bañándola con mis lágrimas, apellidándola segunda madre de mis desvalidos hermanos y dándole la libertad bien merecida, para satisfacerle así una parte de la suma inmensa de beneficios de que la éramos deudores. En seguida publiqué en su honor un articulo, que se insertó también el Fósforo, periódico de aquella ciudad. Nunca podré olvidar a esa criatura angelical, que aún siendo esclava, poseía las virtudes de excelsas de la matrona más venerable. ¡Dios la haya colocado entre sus escogidos en premio de tanto mérito!

«También debo recordar agradecido que mi primo Manuel López y Escovar, pasando de Antioquia para Quito, auxilió a mis hermanos con algunas prendas de ropa para vestirse, según me lo dijo la virtuosa Antonia, cuando ellos se encontraban en tal estado de desnudez que ya no podían asistir a la escuela. Hubo tiempo que, en medio de la espantosa revolución que afligió y desoló a Popayán, la pobre Antonia no alcanzaba a ganar lo suficiente para su manutención y la de sus tiernos hijos adoptivos, a veces por falta de trabajo, pues aquella ciudad tan opulenta y tan valiosa a si mismo, por su importancia moral era incesantemente acometida y ocupada por los dos bandos beligerantes, distinguiéndose en depredaciones y crueldad del realista, que entraba en ella a saco; y sus moradores huían hasta donde les era posible para librarse de la muerte y los ultrajes; en términos que en uno de esos interregnos de la ciudad quedó tan desierta que no habiendo hombres siquiera para enterrar a los muertos, algunas caritativas mujeres ejercían esas funcionales y aún otras más sublimes en las ceremonias religiosas.»

Antonia la esclava de un presidente

«¡Jóvenes talentosos de Popayán! reunid los datos necesarios y escribid la historia de vuestra patria para honrar la memoria de vuestros padres y excitar la emulación universal. Tened presente que Popayán ha producido héroes y heroínas, que en medio de las más espantosas tormentas y aún de su miseria misma, han conservado su dignidad y héchose respetar de los ambiciosos de todos los tiempos. Yo os declaro que me enorgullezco cuando recuerdo que soy hijo de ese país, más grande todavía por su historia en medio de su decadencia que por su antigua riqueza proverbial.»

 

 

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