“El Cafetal” que se fue

Columna de opinión

Por Jesús Arcos Solano

Hace ya muchos años existió en Popayán la galería del Centro, ubicada entre las carreras 5ª y 6ª y calles 6ª y 7ª; la cual tenía cuatro entradas, por cada uno de sus costados; en el sitio que hoy está cerrado y que fue el Centro Comercial Anarkos

Esta construcción será demolida; ya fue saqueada por las ratas humanas, que no dejaron nada útil; y ocasionó hasta muertos. Este lugar es una vergüenza para la ciudad, por el espectáculo deprimente que ofrece. Por el lado de la carrera 6ª, en la mitad de la cuadra, se encontraba el entonces conocido “Bar Cafetal”, dirigido siempre por su dueño Agustín; hombre amable y afectuoso, conocedor como el que más, de todos sus clientes. El Cafetal tuvo larga vida, hubo hasta traganíquel; cada quien marcaba la música a su gusto.

Muchos hicieron la vida bohemia en este lugar, recordado por amigos de esa época. Este bar fue la antesala del Sotareño; situado en la carrera 8ª con calle 6ª. El lugar mantenía un estilo típico, que agradaba a los asistentes, que fueron numerosos, seguidores de la buena música. Agustín tenía lo que pedía el solicitante. El sitio fue acogedor, acudían reconocidos personajes, de muy buenos modales, cultos, respetuosos, enemigos de disgustos; todo discurría dentro de gran camadería; se respiraba un ambiente sano y amañador.

Por esta época no había los atracos de hoy. Los ya “prendidos clientes”, después de haber disfrutado de un momento de esparcimiento, se iban para su casa, no les pasaba nada, llegaban sin despeinarse. Aquí se hablaba de todo y de todos, menos del respetable público. Todo mundo se contagiaba del acogedor lugar. Quedan los indelebles recuerdos. 

La pandemia, que acabó con todo y con muchos, también afectó al Sotareño. Estuvo cerrado por mucho tiempo; pero Agustín no se amilanó ante las adversidades, y hoy lo revivió, y se encuentra funcionando en la carrera 7ª entre calles 2ª y 3ª; aquí tiene el aviso, que lo distingue. Le auguramos buena suerte, y que regresen los que aún pueden.

¡Buen viento y buena mar! Adelante Agustín, que siempre le vaya bien. Sus amigos lo extrañaremos, lo recordaremos con cariño y añoraremos El Sotareño como el lugar donde compartimos horas felices. Con los años encima, no quedan sino las añoranzas.

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