Por Alexander Paloma
Reportero Gráfico
El Nuevo Liberal
El tiempo va pasando y pocos se van percatando, es intangible para las personas, pero corre y va dejando rastros en los seres humanos; los años no pasan en vano se dice en el argot de la mayoría de las culturas, es que los años llenan de experiencias a las personas, cada hora, cada minuto y cada segundo va contando en el registro de un reloj.
Un reloj fragmenta el día en horas, con estas se marcan las que están concertadas en la sociedad para ingresar al trabajo, a las 8:00 am por lo general todos empiezan la jornada laboral, en las calles se ve el afán de algunos ciudadanos por cumplir con esta obligación, a las 12:00 meridiano siempre cierran para salir a almorzar, a las 6:00 pm se acaba la jornada laboral. En la mano o en el celular se tiene a disposición un reloj, todos sincronizados con la hora nacional, de allí que todos actúen de manera sistemática a determinadas horas del día.
El reloj más emblemático de Popayán esta junto a la Catedral, en la torre donde está el campanario, por su composición arquitectónica se le conoce como la Torre del Reloj. El reloj cuenta con un solo puntero que giraba gracias a unas pesas de plomo que fueron extraídas para producir balas durante la independencia, desde entonces las fallas en la exactitud de la hora fueron la constante hasta que se detuvo con el terremoto de 1983.
A finales de los noventas su mecanismo fue enviado a Inglaterra para su reparación, funciono unos días, pero volvió a detenerse.